sábado, 16 de febrero de 2013

Odio de clase media

--> Por Daniel Link para Perfil

Vivimos tiempos de carnaval. El sábado pasado mi hijo menor me convocó para ayudarlo a pintar su casa y mejorar el aspecto de su jardín. Al atardecer, emprendimos el regreso, porque teníamos una cena programada, pero olvidamos la pesadilla de los corsos barriales. Todas las avenidas de Buenos Aires se cortan para que unas comparsas lamentables toquen sus tambores (pom-po-po-pom/ pom-po-po-pom) y unas menguadas hordas de muertos vivos se muevan sacudiendo sus brazos alternativamente desde el torso hacia afuera en un ritmo monocorde de tribu arrasada mayormente por el paco.

Volver a casa a bañarnos fue una odisea y sigo sin entender a qué funcionario se le ocurrió que un espectáculo semejante ameritara la cancelación de toda posibilidad de circulación. No me refiero solamente a los vehículos, sino también a la circulación social, a la circulación de los cuerpos, porque sabido es que el carnaval siempre fue la suspensión de los órdenes, las jerarquías, la mescolanza y la transgresión de todo lo establecido (“por cuatro días locos que vamos a vivir”): el carnaval, como toda fiesta, es antiestatalista.

Puesto el Estado a “revitalizar el carnaval” el resultado es penoso, porque lo que se nota es sobre todo el odio a la incertidumbre carnavalesca. Si hubiera, como antaño, uno o dos corsos urbanos, las muchedumbres acudirían (o no: tampoco se puede postular la diversión obligatoria) a ellos y el espectáculo de la disolución de las clases y las categorías sería algo muy diferente que el subrayado actual de las diferencias entre un barrio y otro (¿pero qué diferencia puede haber entre el corso de avenida Independencia y el de avenida San Juan, separados por tres cuadras?). Los corsos barriales patrocinados por el Estado, que corta las avenidas para que sus patéticos desarrollos tengan algún efecto memorable (el embotellamiento) en el común de los mortales, son el índice de un miedo ciego y subnormal al populismo más ramplón y a cualquier forma de sofisticación cultural.

Participo de algunos de los más roconocibles estigmas de la clase media: la ilusión del ascenso social, la confianza en la educación y en el mérito, el laicismo, la contracción al trabajo, la actitud crítica ante el progreso y los procesos de modernización (que sin embargo sigo con interés), cierta sofisticación estética (las instalaciones de Alejandro Cesarco, el proyecto TOCAME EL ROK de Roberto Jacoby, la película en 3D de Ang Lee, Oruro, Copacabana), el cultivo de la limpieza, una curiosidad ilimitada por lo diferente y un apoyo irrestricto a las causas más liberales, lo que involucra una cierta ligereza a la hora de abrazar programas politicos partidarios.

Cuando escucho (en la televisión, mayormente) una condena tout court de los valores pequeñoburgueses que me consitituyen como sujeto social, siento un leve malestar y una sensación de extrañamiento muy grande: ¿de dónde vienen esas críticas y en qué clase se reconocen esos que dicen abominar de los comportamientos y los valores de la clase media?, ¿es que tan alienado en mis propias condiciones de existencia estoy que no soy capaz de evaluar correctamente las contradicciones que me constituyen?

La clase media ha dado lo mejor de este país (los mejores escritores: Arlt, Borges, Puig, Aira; los mejores artistas, los mejores músicos, los mejores periodistas, las mejores leyes, los mejores... carnavales). Y sin embargo, hoy se la desprecia como si se tratara del lugar donde la mala conciencia se hace carne, sencillamente porque la clase media es difícil de contentar o, incluso, de manejar electoralmente.

En vez de evaluar las propias limitaciones políticas en lo que se refiere a la capacidad de seducir a un electorado volátil, se le achaca a esa porción nada desdeñable de la civilidad un amor antipatriótico por los dólares, los dispositivos electrónicos importados, las novelas bien escritas, las ideas económicas sólidas y las fiestas exóticas.

Descalificada como si se tratara de un yuyo que hay que extirpar de raíz, basta que la clase media exprese públicamente su aversión a un funcionario cualquiera para que sea acusada de fascista (olvidando, por cierto, que el fascismo es una forma del Estado y no de la conciencia). Un poco por eso, la cancillería argentina se inclina a establecer relaciones carnales donde la clase media es una falta: Irán, Angola, cada vez más Venezuela y cada vez menos Brasil.

Es cierto que una clase media amenazada en sus condiciones de existencia puede abrazar un derechismo ominoso, pero mucho más derechista es odiar a esa clase cuyos fundamentos se dinamitan cotidianamente.


27 comentarios:

Anónimo dijo...

Daniel:
La nota está buena, pero por favor no uses más el "mayormente" (acá lo usás dos veces), que es una grasada: "Los adverbios mayormente y mismamente pertenecen a un registro vulgar de lengua por lo que se los considera poco elegantes" (García Negroni et al, 2004: 277)

Linkillo: cosas mías dijo...

Me parece siniestro el comentario, cuyo único acierto es señalar una repetición innecesaria. Por lo demás, recurrir a una "fuente de autoridad" todavía más conservadora que la Real Academia Española para dictaminar qué es grasa o no es de una grasada insostenible. Lavandina para el anónimo, por favor, para que se lave la boca.

Alberto Julián Gonzàlez dijo...

Los corsos estatales son una mierda, sí, porque tienen vallas, por la pavada de que sean tantos, y demàs. Pero hay corsos de murgas independientes, que no están organizados por el Estado (y en Merlo, por ejemplo, hasta son combatidos por las autoridades municipales).

Anónimo dijo...

¿Vos no apoyabas al FIT, Link? Andá a pedirle a ellos una apología de la clase media... Te van a recibir con los brazos abiertos.

Maru dijo...

Te dejo mi humilde post que creo que va por la senda opuesta: http://www.marusoyyo.blogspot.com.ar/2013/02/carnaval-toda-la-vida.html

Anónimo dijo...

Me parece caprichoso relacionar la falta de organización por parte del gobierno municipal, ya que son quienes deben ocuparse del tránsito, con el desprecio por la clase media.

La clase media emplea en negro, maneja gran parte de sus ahorros en negro, en vez de exigir nivel en los colegios estatales paga uno privado y, por eso y otras cosas, justifica su manejo en negro del dinero.
La clase media aprovecha el 1 a 1 y luego vota a una De la Rua semi gagá.

La clase media da mucho porque tiene la posibilidad de hacerlo y porque este caos institucional puede quebrarte los nervios si andás sudado y con pintura en las manos, pero este caos es la musa de esa clase media que da frutos.
los pobres tienen el voto, los ricos el lobby y la clase media no tienen conviccion. Solo se cruza de vereda cuando la quema el sol.

Basta con un cartel que indique por donde tomar camino en las esquinas de los escualidos corsos. No es por desprecio, es por falta de organización en el tránsito. Cosa que pasa todos los días, aunque uno no anda pintado paredes todos los dias.








Santiago Giralt dijo...

Daniel.
Esta nota es absolutamente sensacional. La postearé en mis redes sociales (esas a las que no deseás entrar).
Santiago Giralt

Anónimo dijo...

En Brasil la clase media invierte en el real, no como acá que la moneda de la clase media es el dólar. Seguro que Brasil tiene más clase media que Argentina, en números, pero no creo que en proporción poblacional. Brasil es un país mucho más desigual que Argentina si los comparamos. El otro detalle es que en Brasil, la educación universitaria es por cupo y aquí no. Las universidades públicas acá ofrecen la posibilidad de profesionalización que no tiene Brasil. Por eso muchos estudiantes vienen a estudiar acá. Para allá van sólo los que quieren hacer algún posgrado, porque hay más fondos para becas. Me parece que comparar paises es cualquiera, me hiciste acordar de esos economistas que dicen, seamos Taiwán (sin estar cerca de China), seamos Suecia, etc. La clase media le debe mucho al Estado, ni hablar de la clase media porteña que es la más subsidiada del país... Ese discurso autosuficiente es el mismo discurso de Europa, que niega haberse constituido sobre la esclavitud.
Algo que es bien de clase media es denunciar que el gobierno apoya a los más pobres, pero no señalar que se beneficia fuertemente a los más ricos. Creo que a la clase media le falta, como con la moneda, apostar honestamente por el país. Creo que otra que estaría buena es dejar de creerse que pueden dar el visto bueno a un Estado, es como si dijeran "podrán tenerlo todo, pero nunca tendrán nuestra aprovación" y claro, la clase media es la que escribe y la que hace la historia. Pero ahí están los intereses...
Estoy tristemente sorprendido, no me esperaba tanta pobreza, este texto me parece un excelente ejemplo de la clase media a la que no quiero pertenecer...

Linkillo: cosas mías dijo...

Es verdad, me olvidé de señalar algo (hermosamente) obvio: que el izquierdismo es también una imagen de clase media. Antes de 1848 la clase "media" (entre la aristocracia y el proletariado) era la burguesía, que inventó el marxismo. Luego de la desaparición de la aristocracia como sujeto político, el cuadro se modifica drásticamente, pero la imaginación dialéctica, o milenarista, como se prefiera, hace carne en la pequeñaburguesía. Yo no tengo que pedirle a nadie que imagine por mí, por cierto.

Linkillo: cosas mías dijo...

No sé si va por la senda opuesta. Vos hablás de un carnaval ideal, que no es el que existe.

Linkillo: cosas mías dijo...

Por favor, sacale algún "mayormente", no sea cosa de que la policía del discurso se ofusque...

Ana Clara dijo...

¿Policía del discurso? ¿Por qué? Vos sos uno de los que más corrige y está muy bueno que haya un policía en ese sentido, si no todos usarían el condicional en vez del subjuntivo en las cláusulas condicionales... Vamos, Daniel, no te chives...

flor dijo...

supongo que el dequeismo en la frase "no sea cosa..." te lo mandaste a propósito para cazar bobos, no?

Linkillo: cosas mías dijo...

Sí, voy de tía.

Linkillo: cosas mías dijo...

Bueno, vos sabrás a qué clase querés "pertenecer", pero te advierto que no es tan fácil cambiar de clase: a la villa podés ir en cualquier momento, pero para acceder a la burguesía tendrás que robar un poco. En todo caso, vos fijate: los pobres, todos ellos, quieren participar de la clase media.
Yo preferiría participar de la aristocracia, pero por más que le escribo a Máxima no me da bola....
No comento los disparates que se leen en tu comentario, porque no los entiendo: ¿la clase media se constituye en la esclavidtud? ¿Quién denuncia que el Estado financie a los sectores más desprotegidos? ¿Qué es "apostar honestamente por el país"? ¿Pagar los impuestos, tal vez? ¿Pagar el IVA? ¿Ganancias? Cachá lo libro que no muerden....

Linkillo: cosas mías dijo...

Me voy a Merlo, a mirar los chongos. Pero no hablaba de Gualeguaychú, Chilecito o Merlo. Hablaba de Buenos Aires, esa vieja momia.

Linkillo: cosas mías dijo...

¡Cuánta mala conciencia! Porque ni los ricos ni los pobres leen este blog. Y parece que todos odian lo que son, de lo que participan. ¡Uy Dio! Yo tendría que haber sido papa, ya que príncipe, imposible.

Anónimo dijo...

El marxismo y el fascismo son fenómenos burgueses. La única oposición válida a la burguesía sigue siendo la flaubertiana, aristocrática en espíritu.

Anónimo dijo...

Charles Swann no usaba "mayormente"; Odette, sí.

Guiasterion dijo...

Estimado Daniel:

Si su artículo fuese un manifiesto o un petitorio no dudaría ni un segundo en firmarlo. Excelente en forma y fondo. Añado mi pesar por la colonización (estética, ética y ontológica)de la pequeña burguesía desde arriba y desde abajo. "Resistiré", me pongo a cantar.
G.B.

Anónimo dijo...

Esta de moda ser anti-carnaval.

El punto es cuestión es uno sol: durante 6 dias de 365 las principales calles de la ciudad se cortan para que desfilen los corsos. Ya es hora de aprender a usar el google maps y trazar vias alternativas, o mejor aún, avisale a tu hijo que tiene 359 dias para elegir pintar su casa.
Respecto a la clase media, también es hora de salir de los esencialismos, como si la clase media fuera un ente que se maneja con los mismos codigos, aceptando o renegando sobre las mismas cuestiones. Borges no era la clase media, era Borges. No cosifiques ni personifiques a la sociedad. Eso lo hizo cierto positivismo vulgar del S XIX , del que muy agradecidos estamos, pero que ya supimos criticar hace por lo menos 50 años.

Laura dijo...

Amí, troska de clase media y ultra simpatizante del FIT, me encantó este post. Un abrazo.

Emiliano dijo...

Estimado, en cuanto al tema carnaval, dèjeme decirle que sus palabras revelan su falta de conocimiento sobre el tema, y paradòjicamente, en relaciòn con su postura sobre la clase media, terminan siendo contradictorias. Usted resume la cuestiòn del carnaval en un mero corte de calles, omitiendo que todo festejo popular indefectiblemente genera inconvenientes al transito. Le cuento, por si no lo sabe, que el carnaval porteño es el evento artìstico, gratuito y popular màs importante de Sudamerica, o usted conoce un evento gratuito con màs de 10.000 artistas en escena por noche? Tenga en cuenta ademas que las murgas porteñas, sus artistas y el propio publico que concurre a los corsos, estan integrados en su mayoria por personas de clase media, consagrandose de esta forma desde hace muchisimos años como el unico evento gratuito y masivo de esa clase social (exeptuando el futbol, obviamente). Anímese y dése una vuelta por alguno de los corsos mas tradicionales de la ciudad (Villa Urquiza-Saavedra-Boedo-Almagro) y se darà cuenta de la importancia que para muchas personas este festejo posee, y de paso, empaparse un poco màs de su centenaria historia al calor de las calles porteñas y a la vez tan castigado, denostado y olvidado por los grandes medios de comunicacion. Venga con su familia y quedese tranquilo que nadie le va a cobrar un peso por divertirlo, conducta bastante rara en los tiempos que corren....a lo sumo algun pequeñin lo podrà mojar con su espuma o su bombita de agua, o bien algun murguero vestido de payaso le harà un chiste.Venga, lo esperamos con los brazos abiertos. Cordialmente. Emiliano Montini.

Eduardo Pelitti dijo...

Alta super poronga los corsos y la incapacidad macrista de poner un cartel 200 metros antes de la calle cortada. Ni hablar del corso instalado en la bajada de General Paz y Balbín, planificado claramente por un ser con mucha maldad.

Saludos.

tiasusana dijo...

Además de la señora que ocupa el atril presidencial, estoy viendo blogs que prácticamente "escupen" a la clase media.
Se me ocurre que los funcionarios han ascendido estrepitosamente de clase, y por eso la desprecian.
El poder no solo marea, sino que hace el milagro de multiplicar los $$$$.......

Anónimo dijo...

http://www.youtube.com/watch?NR=1&feature=endscreen&v=5IA1bS1MRzw

Anónimo dijo...

Una verga insondable esta nota.