sábado, 8 de octubre de 2005

Libros recibidos

Copio apresuradamente de un libro que me regaló un amigo querido (Oscar Wilde. El Padre y el Acólito. Madrid, 1933, "Vertido libremente al castellano" por Estanislao Quiroga y de Abarca, autor además de la "Oración al Arcangel de Reading" incluida en el mismo volumen):

"He aprendido en Horacio que la vida es Amor mientras es vida.

He aprendido en la Vida que la paloma es gracia de blancura.

He aprendido en la Gracia y en la Armonía y en el Blancor que a Aquel Hombre podían nacerle palomas blancas en la blanca mano.

Oscar Wilde. Cisne gentil y luminoso sobre el óvalo negro. Siglo XIX. Genio del mundo.

Siglo XIX. Oscar Wilde. Hombre que encuentra un sentido de altura sobre la altura, de Belleza sobre Cristo y el Arte.

Oscar Wilde. Luz de pábilo que alumbra el cielo de las almas locas. Goce de goces del Señor.

Oscar Wilde. Ritmo patético del espíritu. Candor entrañable.

Oscar Wilde. Catecismo de amores. Oscar Wilde. Y Francisco de Asís.

OSCAR WILDE.

***

Para lo mental, primitivo, en estas civilizaciones, Oscar Wilde es un sodomita que escribe. Para mí El Genio. Para otros, un escritor nacido en Palestina.

Sólo pienso que pueda fecundarse la vida de los cuerpos con el hálito que es la vida en las almas, cuando alma y cuerpo se conjuntan en Algo más que en lo sensible.
En Oscar Wilde no hay conjunción. Además de que yo niego toda inversión en Oscar Wilde.
Acepto, sí, y reclamo para Él, como una gloria, la gracia afeminada del lirio. El don unigénito de las suavidades celestes, de lo dócil y lo apacible: la celeste aurora del Amor.

(...)

1 comentario:

GKS dijo...

hola..nunca he leido a oscar wilde, pero he escuchado criticas..y siempre es lo mimo hay quienes lo aman..y otro lo odia..sin intermedio.
tendre que leerlo..bueno adios