sábado, 2 de febrero de 2013

El último bebé

--> Por Daniel Link para Perfil


A veces uno vuelve de vacaciones más cansado que al partir y con mil preocupaciones por el tiempo perdido. Ya un mes entero del año quedó atrás. Me entretuve con mis trabajos campestres, que una vez al año me reclaman para mantener la casa un año más en pie: un farol en aquel rincón oscuro del parque, una nueva manguera, la ampliación de la casilla del gas ya que hemos perdido toda esperanza de acceder al fluido natural, mil llamados infructuosos a la compañía telefónica para solucionar los problemas de conectividad a internet, la reparación del techo de la leñera, que se vino abajo, la renovación parcial de la plomería.

Hace dos años había comprado una manguera en reemplazo de la anterior, que estaba ya muy dañada y no servía para regar. Cincuenta metros de una pulgada. Entonces me había equivocado y en lugar de comprar la “super-reforzada”, compré la “reforzada” que no duró ni la mitad de los años que la otra nos había tan bien servido.

Esta vez, estaba decidido a “ir por todo” y comprar una manguera que me sirviera para siempre.

Comprobé que la relación de precios entre la reforzada y la super-reforzada no permitía sostener grandes esperanzas: una salía apenas 20 % más que la otra. Pedí más. Me ofrecieron una belleza verde, con un tramado que la hacía parecer escamada, como la piel de una serpiente a punto de lanzar su veneno. El precio de ésta superaba en dos veces y un tercio (2.30) el de la super-reforzada y su durabilidad estaba garantizada por la marca. Me pareció cara pero la mejor opción para acompañarme en mi tercera edad. El pensamiento me arrastró hacia una melancolía leve porque ponía ante mis ojos una “última vez” de las muchas que empezarían a aparecer en mi horizonte.

Cuando surgió el tema en los intervalos de las furiosas partidas de “Mezcladitos” a las que nos entregamos con mis hijos, alcanzando puntajes delirantes mi hija me dijo que había que planificar bien el asunto, porque ella aspiraba a darme un nieto antes de que el alquiler de vientres que mi marido y yo planificábamos diera sus frutos. Planificábamos cuál sería “el último bebé” de mi vida.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

la manguera y la finitud,uauuu

Anónimo dijo...

Alquiler de dientes: Espeluznante.