domingo, 29 de junio de 2014

Dicen que...

Ensayos del yo en Los años 90 de Daniel Link

Mariela Herrero (UNR, herreromariela@gmail.com)
en el III Congreso Internacional Cuestiones Críticas (Rosario: abril de 2013)

La novela de Daniel Link, Los años 90, postula este intento de recuperar una experiencia a partir de una narrativa de ficción que incorpora formas y tentativa por capturar, a través de esa experiencia personal, una experiencia epocal en la que se inserta el individuo, esa misma experiencia se ve mediatizada; esto es, la obra se articula a partir del montaje de testimonios y discursos de “segundo grado” (Sarlo; 2005: 115). Hay una marcada insistencia por exhibir la intimidad, por hacer visible los restos de una presencia que no puede ser completa ni constante. Por ello, el sujeto de la experiencia, que es también el personaje de la novela, se autofigura en el montaje de testimonios externos, y mediante la reconstrucción de formas que remiten de alguna manera al archivo o la memoria, puesto que a ese sujeto desmembrado le es imposible hacer la propia reconstrucción de su subjetividad por la discontinuidad sufrida en la experiencia actual, por la proliferación de tecnologías que rodean al hombre. Es, podríamos decir, un sujeto que se construye en el límite, en la frontera entre algo que está dejando de ser (el espacio de lo íntimo) y lo que ya es inevitable: la exagerada exposición que los dispositivos mediáticos provocan. En ese sentido puede leerse una tensión entre, por un lado, los vestigios de una modernidad que ya es prácticamente anacrónica y los atisbos de una literatura, una escritura por venir; moldeada y permeada por las nuevas percepciones y sensibilidades que emergen en relación con lo tecnológico y sus potencialidades experimentales. Se busca hacer evidente un descentramiento del sujeto o voz enunciativa, a fin de crear una pluralidad de puntos de vista. De ahí que el primer capítulo -que funciona como presentación del personaje- se articule siguiendo una estructura que emula la representación cubista al ofrecer un perfil múltiple del protagonista. Dispuestos a modo de abanico, los mensajes que registra el contestador automático de Manuel, dan una versión variada y fragmentaria de su persona, evitando el punto de vista único y totalitario. Así, la construcción del personaje que, por otro lado, guarda varias similitudes con el autor de la obra, se elabora mediante un proceso de recolección, una interacción de planos que remiten de igual forma a las diferentes facetas de un mismo individuo. Mientras el protagonista permanece ausente en Los años 90, se lo refiere por partesy así empieza a cobrar una forma del personaje que, aunque no acaba de solidificarse nos permite hacernos una idea de algunos datos significativos. Siguiendo la técnica del collage, el primer capítulo de la novela se construye en base a una heteroglosia que reenvía a una pluralidad de registros, jergas, niveles, marcas culturales e identitarias, favoreciendo una imagen perforada y discontinua del yo que opta por esta “autorrepresentación negativa”.

(el texto completo, acá


1 comentario:

federico carugo dijo...

Estimado profesor, una recomendación amistosa: saque el mail de la chica que le llenarán el correo de spam.

Buen artículo, aunque la autora demuestra ser muy franelera...(jijiji)