domingo, 24 de julio de 2016

El mal camino de Netflix

Vean Stranger Things, nos dijeron. Cuatro razones para ver Stranger Things, leí. Tanta unanimidad me habría hecho sospechar en épocas más lúcidas, pero muerto de frío y anestesiado después del dentista, me bajé la temporada completa, producida por Netflix y dirigida por los Duffer Brothers (los primeros episodios, al menos; luego ni eso, y ya se verá por qué).

Strange things suceden en Hollywood: por ejemplo, que estos dos nenes bastante pelotudos hayan sido la esperanza blanca de la Warner, que hayan dirigido y producido algunos capítulos de Wayward Pines, una serie que fue buena mientras M. Night Shyamalan le dio algo de bola. Después se aburrió y se convirtió en el bodrio que todos hemos visto y que nadie quiere volver a ver.
A Nettlix le cayó el encargo de entretener a los mellizos (graduados en 2011) hasta que a alguno de ellos le pase algo interesante en la vida y se decida a contárnoslo. Mientras tanto, tendremos que aguantarles los caprichitos de estudiantes que, en su ignorancia, creen que repetir el cine más trash y más estúpido de la década del ochenta puede tener alguna gracia.
Stranger Things, lo sabe hasta el diario La Nación, es un compendio de cosas ya muy vistas, mezcladas sin ningún criterio y, sobre todo, sin ningun concepto narrativo: el ritmo es lento, las escenas carecen (todas, todas, todas ellas) de fuerza cualquiera, la resolución es previsible y todo es mucho más burocráticamente serio que lo que se puede tolerar de un ejercicio como éste.
No diremos que "el agotamiento" no puede dar grandes películas, y allí está J.J.Abrams para demostrarlo (Super ocho hizo con grandeza y sin grandilocuencia exactamente lo que, ahora, estos hermanitos se propusieron, sin talento, sin imaginación, sin resto alguno).
Como sucede siempre en las producciones propias de Netflix, todo se queda a mitad de camino: narrar como en los ochenta significa (me dice mi marido, cuyo imaginario infantil está atado a esa década estéticamente infamante) prescindir de los flashbacks, que por entonces no se usaban. Los mellizos Duffer (y los reemplazos que les pusieron para resolver los desquicios que hicieron en los primeros capítulos) nos los prodigan hasta el vómito.
¿Qué decir del casting? No alcanza con haber recurrido a la Casa del Teatro norteamericana para rescatar a una Winona cuya suerte jamás, jamás entenderemos. ¿Robarse un guante o una bombacha fue tan terrible para que Tim Burton decidiera prescindir para siempre de sus notables servicios (o es que Tim Burton es un canallita más que rinde pleitesía a la moral de turno)? Nunca sabremos bien qué pasó con Winona. J.J.Abrams, una vez más, se adelantó a los pelotuditos éstos y la puso en un personaje necesariamente grande: la madre humana de Spock. 
Aquí Winona vuelve como una white trash, como si ése fuera su único lugar posible en un universo cinematográfico agobiado por sus propias culpas. 
Del argumento no diré nada, salvo que carece de todo interés. Una niña (que bien podría ser un niño) aparece después de unos experimentos terribles. Un niño (que bien podría ser una niña) desaparece después de un juego de roles. 
Ah, sí: como Spielberg, como J.J, los twins éstos saben dirigir niños. O los niños son tan buenos que pudieron sobreponerse a la dirección de los twins (quién sabe). De todos modos, ninguna de las escenas que los involucran le llega a los talones a cualquiera de E.T. o a cualquiera de Cuenta conmigo. No basta con haber temblado de niño ante una escena para creerse capaz de repetirla.
Vi Stranger Things, fui obediente de la cultura industrial. Mientras tanto, seguí con mi vida: contesté correos, actualicé mi juego de ciudades, putee contra las porquerías que nos obligan a ver y contra una época que no me gustó en su momento y que no tiene por qué gustarme ahora.
Vean Stranger Things, como muestra de lo que no debe hacerse, está muy bien. Y ólvidenla de inmediato. Es una bosta.


10 comentarios:

laura torres dijo...

Radar también sacó esta semana una muy elogiosa crítica de esta serie. pensaba ver algunos capítulos.
Gracias por ahorrarme el trámite!

Laur dijo...

Vi el primer episodio y coincido 100% con su critica. Corrí a rever Star Trek como antídoto.

Fernando Lozano dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Fernando Lozano dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Fernando Lozano dijo...

"Como sucede siempre en las producciones propias de Netflix, todo se queda a mitad de camino: narrar como en los ochenta significa (me dice mi marido, cuyo imaginario infantil está atado a esa década estéticamente infamante) prescindir de los flashbacks, que por entonces no se usaban." De terror esta afirmación, equivocadísima. ¿No hubo flashbacks en First Blood (1982), El Retorno del Jedi (son flashbacks de voz, digamos, 1983), Rocky (en varias de ellas), Érase una vez en América (1984) y, para no citar más ejemplos y porque es la que más va al caso, la querida Cuenta Conmigo (1986)? En la década de 1980 el flashback hacía a las tramas muchísimas veces.
Dígale a su marido que no lo ayude más que en vez de tirarle una soga lo está ahogando.
Tristísima reseña, con respeto.

Linkillo: cosas mías dijo...

Primero: no es una reseña porque para eso debería haber contado mínimamente el argumento y me daba asquito. Es una crítica. No le imprimí el tono de la tristeza (sé hacerlo) sino el de la furia. Que a vos te dé tristeza, puede ser, pero no me puedo hacer cargo de tus estados de ánimo.
Yendo un poco a tus objeciones: no conozco la mayoría de las películas de las que estás hablando (nunca ví Rocky y nunca voy a hacerlo), pero es como traer a cuento La amante del teniente francés: nada que ver con el tipo de cine al que se hace alusión en la execrable serie ésta. ¡Cuenta conmigo es toda ella un relato retrospectivo! En modo alguno se puede decir que incluya flashbacks. "flashback de voz" es un concepto nuevo, lo admito, y por lo tanto interesante. Deberías desarrollarlo.
Por supuesto, hay mil otros detalles desagradables hasta la náusea: ¿niños que pasen el tiempo en juegos de rol, en películas del ochenta? No se conoce un solo caso. ¿Niños que lean El señor de los anillos en películas de los ochenta. Es más raro que chupar un clavo. O sea: es una película que alude a un conjunto de consumos (todos ellos horrorosos) que el presente achata y hace ver como contemporáneos pero que en modo alguno lo fueron.
¿Y qué decir de la narración aburridísima?
A todo el mundo le gusta recordar con cariño su propia infancia (por eso yo soporto con un poco más de paciencia la tematización de los setenta, pero tampoco admito esa tematización sin rigor), pero con eso no se hace una serie buena, ni una película, ni nada.
Mi mayor fastidio no proviene de una estética que dice que no puede ya pensar absolutamente nada nuevo, sino que lo hace impropiamente, a los ponchazos, cayendo en cuanto lugar común exista a mano, y en la masiva algarabía (desde Página712 hasta La Nación en relación con un producto perezoso, hecho para consumidores perezosos (es la gente que en vez de bajarse algo en torrent, prefiere mirarlo en netflix, porque es más fácil).
Y no te digo las cosas que dijo mi marido (que consume chatarra ochentista como si fuera una droga de la eterna juventud) porque a lo mejor malinterpreto sus dichos.
Abrazo

Fernando Lozano dijo...

Realmente este sistema no funciona bien (quise editar, no me dejó, borró comentarios...). Paso a contestar. Lo tomo como reseña porque se cuenta el argumento brevemente (la niña que es niño, el niño que es niña y esas cosas). Los films que nombro son de la misma década, no importa el género, eso critiqué. La afirmación "narrar como en los ochenta significa..." es bastante generalizada. Es como decir "la literatura de la América Latina de 1960 narraba realismo mágico". Simplemente no.
En cuanto a los detalles de los gustos de los chicos, qué sé yo, son estadounidenses. La fiebre de los juegos de rol llegó a Argentina en la década de 1990. Sin embargo, vale destacar algo genial en eso por parte de la serie: son "freaks" estos niños, por lo tanto es semi lógico que se desenvuelvan así.
Soy consumidor de la cultura de la década de 1980 y es bastante variada (desde videojuegos hasta el thrash metal - Metallica, Megadeth, Slayer, etc. - ), y puedo asegurarle que siempre se la defenestró sin razón. Ojo, también acepto que se la vanagloria sin sentido muchas veces. Por eso, su marido tiene que ser menos pasional. Dígaselo de mi parte.
Abrazo a ambos.

Unknown dijo...

Te faltó Martes 13... Pero nada tienen que ver al genero del que hablamos. Cuenta conmigo es un flashback en su totalidad y el resto de historias que aparecen en medio son cuentos y no flashbacks.
Obviamente los flashbacks existieron siempre pero no son marca de la época ni de el tipo de películas que "cita" esta serie.
Besis

Linkillo: cosas mías dijo...

Fernando, ya que estamos tirándonos lugares comunes por la cabeza: mi marido es más bien rubio, y por lo tanto más bien apático. Todo le importa más bien poco. Pero dejémoslo en paz, que está visitando a su tía en el geriátrico.
No estamos discutiendo la cultura del ochenta, ni su música, ni sus imágenes. Estamos discutiendo una serie para mí pedorra y sobrevalorada por la prensa canalla y que a vos, aparentemente, te gustó.
Nada es lógico ni semilógico en una cosa hecha (película, libro, cuadro o serie). Todo debe responder a una cierta consistencia, un tono, una aventurarse en ciertos mundos. Te sale bien o te sale mal. A Netflix (por todo lo que tengo visto hasta el momento) le sale mal.
(pd: muy linda la música que citás, digamos. Ahora bien: explicame Ennia en Stranger Things.... Es para colgarse de un gancho en el paladar (para no decir algo más grosero).
Abrazo


Fernando Lozano dijo...

Por un lado, qué mal lo de su marido... no por el geriátrico, sí por lo de tener una tía. Insoportables.
Por otro lado, claro que no estamos discutiendo la década de 1980 y su cultura. Lo que me sorprendió es que en su crítica haya utilizado, dándole valor, a una afirmación tan general como "narrar como en los ochenta significa...".
Siguiendo su comentario, sí, me gustó Stranger Things. Sin embargo, la critiqué ni bien la finalicé. Mi novia, única testigo de mis comentarios, pude oír de mi boca lo siguiente: "se equivocan al decir que esto es un homenaje a la manera de filmar de la década de 1980 al 100% ya que muchos recursos son actuales, nada que ver con cómo se filmaba en esa época". En eso concordamos, Daniel: se la infló mal, digamos. Eso no quita que tenga rasgos de los recursos. Más allá de todo, es una muy buena intervención en los tiempos que corren (hablo desde el costado del análisis del cine mainstream, que está en las últimas, por eso aplaudo a estas series, dan batalla).
En cuanto a Netflix y que todo lo que hace está mal, bueno, más que Netflix es la lógica de las series: imposible que toda una temporada o una serie completa sea excelente. Ahí la magia del cine: 2 horas geniales o nefastas, sin matices. Sin embargo, la plataforma tiene producciones propias muy buenas, como House of Cards (volvemos a lo de las temporadas: la primera, la segunda y la cuarta), Orange Is The New Black (lo mismo que en HOC) y buenas películas y documentales.
Por último, ¿Ennia qué es? ¿La cantante irlandesa Enya? No recuerdo haber escuchado un tema de ella en la serie. Si es así, no sé, me sorprendería. Hablando de música, el uso del tema de The Clash era muy obvio: should I stay or should I go... Ahí sí estuvieron flojos.
Me voy a escuchar Slayer, abrazo.