sábado, 12 de septiembre de 2020

Formas breves

Por Daniel Link para Perfil

En la nueva temporada audiovisual, pongo todas mis fichas a Raised by Wolves, una historia de Aaron Guzikowski para la productora de Ridley Scott, que dirige los primeros dos episodios, y no tanto a Lovecraft Country, una serie que mezcla el thriller de terror con la protesta contra la discriminación racial, basada en la novela de Matt Ruff para la productora de J.J. Abrams.
Ambas producciones apuestan al relato largo en el que J.J. Abrams nos educó con Lost. Sin embargo, Lovecraft Country carece de la intensidad de su ilustrísima predecesora y tropieza una y otra vez con comentarios de sentido común. Raised by Wolves, por su lado, se lanza a una investigación futurista sobre la Mujer que seguramente cosechará las mismas animadversiones que Thelma y Louise.
Lo más intersante, sin embargo, pasa por otro lado. La narración audiovisual es muy dinámica y más allá de los modelos canónicos se producen cada tanto invenciones de larga proyección sintáctica. El “relato largo” (que después de Lost dio algunas pocas obras memorables: Fringe, Dexter, entre ellas) bien pronto encontró su propio límite tanto en la inteligencia de los guionistas (un bien escasísimo) como en las nuevas plataformas de distribución que, al fomentar el maratonismo, ponen en primer plano las inconsistencias e incoherencias narrativas (vista de corrido en Netflix Lost no tiene ninguna).
Consciente de los riesgos, la plataforma Quibi se lanzó en abril de 2020 a explorar la forma brevérrima. Cada uno de los episodios de las series que Quibi emite (pensadas para celulares) dura entre cuatro y ocho minutos.
Por supuesto, hay mucha porquería (El fugitivo es tan intolerable como las mediocridades de Netflix) pero también algunos aciertos. De las varias producciones, sobresale 50 States of Fright (Sam Raimi), que desarrolla cuentitos de terror en tres capítulos de cinco minutos cada uno. El primero de ellos, protagonizado por Rachel Brosnahan (la extraordinaria Midge Maisel) es una encantadora vuelta de tuerca de Madame Bovary.
Mucho más atractiva es Don't Look Deeper (dirigida por Catherine Hardwicke), un relato de 14 entregas que desarrolla un pensamiento sobre la identidad, la humanidad y la libre elección (el personaje central es un androide) que se cruza con las reinvindicaciones transgénero. “No mires más profundo” significa que todo es un efecto de superficies y de conciencia inmediata de si y de los otrs. Es la única de estas formas breves de la cual se esperan con ansias futuras “temporadas”.
En todo caso, el relato breve audiovisual supone desafíos narrativos hasta ahora desconocidos. No se trata, como se podría pensar a simple vista, de una película dividida en entregas sucesivas, porque cada capítulo debe presentar, al mismo tiempo que la estructura clásica tripartita (tres actos o introducción, nudo y desenlace), el final abierto hacia el próximo capítulo o la siguiente temporada.
Como todo relato, la forma breve requiere, para sostenerse, de aciertos de casting, ritmo narrativo y, sobre todo, manejo de la intriga. Pero, además, supone una particular intensidad de las escenas porque cada capítulo no contendrá más que dos o tres y una hipótesis conceptual al mismo tiempo sofisticada y sencilla, como para poder ser desarrollada en poco más de una hora.
Cuando están bien resueltas, las series brevérrimas producen un efecto paradójico: uno cree haber visto mucho más que una película breve fraccionada, porque la lógica de la “temporada completa” se impone incluso al tiempo.
¿Cuál es la necesidad de contar con estas entregas brevérrimas y a qué intervalos de vida se destinan? Tal vez a los viajes en subterráneo, a las salas de espera, esos momentos que, parece, necesitarían de algo para ser llenados de una cuota de olvido para no ponernos a pensar en los horrores del mundo.
Antes, ese papel era cubierto por un libro cualquiera, y bien podía tratarse de una novela larga. A nadie se le ocurrió, hasta la aparición del folletín al menos, que la forma del relato debía adaptarse al tiempo de lectura. Se podría seguir, pero nos falta la inteligencia de Ricardo Piglia para hacerlo.

3 comentarios:

LauraNielsen dijo...

NECFLI salvo algunas excepciones, tiene todo lavado, pasado por una máquina "familiar". Estamos reviendo Vera, el magnífico Morse sueco que fue Beck, viendo el Hamlet de Benedict Cumberbatch, y esperando la serie Engranages.
Así se nos olvida la mediocridá de la tele.

Anónimo dijo...

Que opinas de Fargo en netflix? me encanto..

O las visiones de desastre cercano de Black Mirror ? Que, salvo las ultimas 3 entregas (que parecen haber sido hechas por gente completamente ajena al resto de los capitulos), el resto es genial !!

Linkillo: cosas mías dijo...

No vi Fargo. Black Mirror estaba bien hasta que cayó bajo la esfera de producción de Netflix, que todo lo arruina.