sábado, 11 de junio de 2022

Yo voy en tren, no en avión

Por Daniel Link para Perfil

Si bien todas las canciones de Charly me gustan, “No voy en tren, voy en avión / no necesito a nadie, a nadie alrededor” siempre me produjo un cierto malestar. Yo prefiero, cada vez que puedo, viajar en tren. Serán recuerdos de infancia, no lo sé (hice mil veces el trayecto Córdoba-Buenos Aires en camarote; incluso viví a bordo un descarrilamiento).

Recibo, pues, con algarabía, cada reapertura de un ramal ferroviario. Cuando voy a Mar del Plata en auto me produce mucha curiosidad el ramal a Pinamar, que nunca usé. Veo pasar los trencitos desde la ruta y sonrío. Me prometo alguna vez intentarlo.

Ahora volvió el trenino de Valle Hermoso a Córdoba-Mitre, lo que permite el viaje hasta Buenos Aires (con combinación en la Docta). Sumado al Tren de las Sierras, y al anuncio de que ahora el tren a Rufino continuará viaje hasta Laboulaye y Vicuña Makenna, en la provincia de Córdoba, y después hasta San Luis, la dicha me transporta.

Después habrá que rezar para que los mantenimientos permitan que esos trayectos puedan realizarse en tiempos más o menos razonables y con la seguridad del caso. Buenos Aires-Mar del Plata en seis horas no es, ciertamente, lo que nuestra memoria guarda como ideal (“cuatro horas y un ratito”, decía la antigua publicidad).

El viaje en tren es más amable no sólo ecológicamente sino también socialmente: uno está rodeado, en efecto, de sociabilidades. Y bien se dice que viajando se conoce gente.

Los aviones están bien para tramos largos y nocturnos, con una pastilla que acompañe el sueño. Pero siempre es preferible ver pasar el mundo desde una ventanilla de tren.

 

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