(Pido perdón por mi parco español, hace mucho que escribo apenas en portugués, brasileño que soy.)
Vi esa película en el cine en la segunda mitad de los 80, creo que en Brasília, en donde vivía. Y me acuerdo del calor que nos dio (supongo que) a todos en el cine. Apenas nos sentáramos y Betty y Zorg ya cogían, la cámara acercándose en lo que el orgasmo se asomaba. Y como olvidarme de Béatrice Dalle y su biotipo barroco salido de un cuadro de Peter Paul Rubens asombrando a todos con su intensa actuación.
Fueron dos las decepciones que guardé. La primera cuando vi la película por primera vez, no me gustó que al fin y al cabo gran parte de la intensidad de Betty como que resultaba de un cuadro psicótico, una "actualización" de la histeria freudiana de fines del siglo XIX. Y la segunda decepción fue cuando volvi a ver la película, creo que en el primer año del siglo XXI, y me percaté que no envejeció muy bien, mejor hubiera guardado el recuerdo de la temperatura en los primeros minutos de la película y no el sonido del saxofón a contraluz en la playa, como un comercial de cigarrillos de los años 80.
Pero lo cierto es que mentí, obviamente. Porque leo este blog hace siglos y nunca tuve el pecho de comentar nada. Así que Betty Blue si dejó sus huellas, y es lo que debo reconocer.
Vigotsky: la huella de Mandelstam
-
"El pensamiento no se *expresa *en la palabra, sino que se *realiza *en la
palabra. Se podría hablar de un proceso el devenir (unidad de ser y no ser)
...
Una estampa de Ana Regina
-
En el nuevo *Golosina Caníbal presenta...*, fanzine que viene circulando
desde 2020 y que va por el número 12, aparecen las estampas reunidas de Ana
Regi...
Niños envueltos
-
Querido blog: qué abandonado te he tenido. Un poco porque hemos modificado
nuestros hábitos alimenticios transitoriamente para bajar de peso. O sea:
proteí...
La revuelta del sentido
-
*La revuelta del sentido. El paso (no) literario de León Rozitchner*,
Buenos Aires, La Cebra, 2019.
ISBN: 978-987-3621-56-7
El trabajo filosófico de León ...
Un mal nombre, de Elena Ferrante
-
RESEÑA
Un mal nombre, de Elena Ferrante (Lumen)
Cuando leímos la primera novela de Elena Ferrante (*La amiga estupenda*)
nos referimos a la “literatura v...
Una intimidad inofensiva
-
Tamara Kamenszain - Foto: Sebastián FreireEl jueves pasado: Cecilia
Palmeiro, Daniel Link y Tálata Rodríguez en la presentación presentación de *Una
intim...
Click On Over To The New JMG!
-
The new JMG is live right now so you can click right over and create a
bookmark for JoeMyGod.com. But keep the old bookmark for a bit as we're
going to ke...
ARTISTAS PROFESIONALES Y ARTISTAS TRABAJADORES.
-
*Estabilizaciones y burocratizaciones varias.*
*El arte es más destrucción de sentido que construcción de sentido.*
*T.W.Adorno*
Me gustaría discutir un p...
Según uno de los contadores de visitas que instalé en el blog, mucho más nuevo que el de shinystat, hemos sobrepasado, gracias a la fidelidad de los lectores, hoy viernes santo, 1001242 visitas. Como no recuerdo cuándo lo instale (aparentemente hacia junio de 2011, disconforme con el conteo del anterior) la cifra no sirve para demasiado. El de shinystat lo instalé el 23/12/04 y ya está por alcanzar los 3.000.000 de visitas. Nada, comparado con las cifras que en las TMA (Tecnologías del Mal Absoluto: facebook y twitter) se manejan. Pero acá somos buenos sin claudicación.
Gracias a los 535 participantes suscriptos a este sitio y a los 220 que me tienen en sus círculos.
1 comentario:
(Pido perdón por mi parco español, hace mucho que escribo apenas en portugués, brasileño que soy.)
Vi esa película en el cine en la segunda mitad de los 80, creo que en Brasília, en donde vivía. Y me acuerdo del calor que nos dio (supongo que) a todos en el cine. Apenas nos sentáramos y Betty y Zorg ya cogían, la cámara acercándose en lo que el orgasmo se asomaba. Y como olvidarme de Béatrice Dalle y su biotipo barroco salido de un cuadro de Peter Paul Rubens asombrando a todos con su intensa actuación.
Fueron dos las decepciones que guardé. La primera cuando vi la película por primera vez, no me gustó que al fin y al cabo gran parte de la intensidad de Betty como que resultaba de un cuadro psicótico, una "actualización" de la histeria freudiana de fines del siglo XIX. Y la segunda decepción fue cuando volvi a ver la película, creo que en el primer año del siglo XXI, y me percaté que no envejeció muy bien, mejor hubiera guardado el recuerdo de la temperatura en los primeros minutos de la película y no el sonido del saxofón a contraluz en la playa, como un comercial de cigarrillos de los años 80.
Pero lo cierto es que mentí, obviamente. Porque leo este blog hace siglos y nunca tuve el pecho de comentar nada. Así que Betty Blue si dejó sus huellas, y es lo que debo reconocer.
Publicar un comentario