En Europa ya no existen los Estados nacionales, pero sus habitantes parecen no notarlo. Los antiguos mapas escolares que pintaban con un color diferente a cada Estado nación son hoy sólo cosa del pasado y bien podrían ser otros los países (por ejemplo: el país Vasco, Cataluña, Bohemia, Renania del Norte, Alsacia) y, de todos modos, las decisiones seguirían tomándose en Bruselas. Los sardos se quejan de que la Unión Europea les prohibe cultivar vides y fabricar vinos. Otro tanto hacen los españoles de Rioja, que han visto limitada últimamente la cantidad de hectáreas destinadas a la producción vitivinícola.
Seguramente por eso, los europeos, atónitos, resisten (imaginariamente) a la inexistencia de las naciones en las que, vaya uno a saber por qué, tanto apostaron, y lo hacen mediante complicadas operaciones imaginarias que los revelan un poco más tontos de lo que a simple vista parecen.
Por ejemplo, la resistencia al euro. En España se realizan operaciones inmobiliarias en pesetas ("vendí el piso de Chueca en setenta millones de pesetas", se escucha), en Francia, los pasajes de tren indican, bajo el importe en euros, la equivalencia en francos. En Alemania, los profesores universitarios calculan en marcos el precio de un vaso de cerveza. Si uno se ríe de ellos por semejante dispendio de esfuerzos matemáticos, se justifican diciendo que sólo de ese modo pueden saber si algo es caro o barato. ¿Cómo? Sí, dicen, porque la moneda nacional sigue siendo la referencia. ¿Qué moneda nacional, si hace como cinco años que ya no existen monedas nacionales? Es que, precisamente, con el euro hubo inflación y ahora todo está mucho más caro. Bueno, pero una vez hecha esa constatación, no vale ya la pena seguir insistiendo en cálculos abstractos: todo el mundo gana en euros. Más valdría calcular en partes del propio salario para saber si uno puede comprar algo o no. O, llegado el caso, comparar precios entre diferentes ciudades: en Berlín todo es mucho más barato que en París, e incluso que en Cagliari (Cerdeña). Pero no, ellos insisten en referirlo todo a un pasado ya mítico.
Ante las objeciones del migrante, sacan a relucir sus galas eurocéntricas: es que ustedes están acostumbrados al cambio de moneda, a las devaluaciones, a pensar en términos de dólares, etc. ¡Precisamente! Porque tenemos experiencia en cambios de moneda es que sabemos que las conversiones respecto de las monedas anteriores no sirven para nada. ¿De qué me serviría a mi saber que una cerveza vale tantos australes (para no hablar de patacones)? Pero ellos insisten en sus cálculos sin sentido. Expresan, de ese modo, una resistencia a la Unión Europea y una nostalgia de un pasado que ya no volverá.
Como las poblaciones avejentadas son lo que dominan la escena urbana europea (al menos en las ciudades del norte), es difícil que el hábito de la conversión a monedas muertas desaparezca (aún cuando esas monedas muertas, y por eso mismo, sean incapaces de dar cuenta de la inflación: a un módico cálculo de un dos por ciento anual, aquellas monedas nacionales estarían hoy depreciadas en un diez por ciento, lo que las vuelve ridículamente inútiles como punto de referencia).
Por supuesto, tercos, eurocéntricos (es decir: provincianos) y limitados en su imaginación como son los europeos, no entienden el razonamiento.
Las tres gracias
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Mientras preparo un taller sobre el paso (siguiendo algunos motivos) de los
cuentos tradicionales, desde las lejanas cortes europeas a los libros que
hay...
Hace 2 semanas.
5 comentarios:
¡Qué poca tolerancia para los defectos ajenos!
La referencia al pasado es algo intrínseco del ser humano (más aún del ser humano anciano).
Si en el mundo físico la base y el sustento a donde se dirigen todas las fuerzas materiales es el suelo (gracias a la fuerza de gravedad del planeta) en el mundo abstracto esa misma base son las ideas más afianzadas (del pasado) que ejercen su fuerza de gravedad y su sustento en la psicología humana.
En la Argentina los ancianos también debían convertir los precios a la moneda anterior durante varios años antes de acostumbrarse a la nueva.
Pero siempre es más fácil decir que son unos viejos chotos, que no deja de ser verda, ¿no?
¡No es lo mismo! Además de que en Argentina no hay moneda que haya durado "varios años", como para justificar una transición tan larga..., estamos hablando de gente con todas sus facultades intactas (al menos en apariencia).
Yo no puedo decir con certeza que mi madre tiene sus facultades intactas (soy su hija, he ahí una imposibilidad de principio), pero sí es cierto que de forma constante dice que las cosas no están taaaan caras después de calcular cuántos DÓLARES sale. ¿Por qué cuenta en dólares? En Argentina desde 2002 toda suma en dólares es catastrófica, y evidentemente nadie cobra su sueldo en dólares. Lo que es peor: si convertimos nuestros sueldos a dólares terminamos por parecernos a esos titulares de la ONU: "El hombre promedio en XXXX(llénese con cualquier país tercermundista) vive con dos dólares diarios".
Me resulta del todo inexplicable esta obsesión por el dólar, aunque debo confesar que si bien me provoca políticamente es de las cosas que menos angustia me provoca de mi absurda Madre.
Floja tu tesis. Basada solo en el hecho (cierto, claro) de que los europeos siguen refiriéndose a sus viejas monedas.
Primero: confirmo lo que ya alguien te respondio: los argentos también, ante cada cambio de moneda (y yo vivi unos cuantos) pasaban un largo tiempo refiriendo los nuevos precios a los antiguos. Como veras, nada de "nacional" en ello, solo un recurso al contexto conocido para reposicionarse en la nueva realidad.
Segundo: el rechazo a la Europa es mucho menos un rechazo a la Europa que al neoliberalismo camuflado en ella. Los europeos, como cualquier pueblo, son tontos, pero mucho menos tontos que algunos otros pueblos (pienso especialmente en uno, al que perteneci hasta hace unos anios, alla por el conio sur). En esas latitudes (y es solo un ejemplo que buen entendedor entendera) el maiz transgénico es la realidad, no se discute, no se ataca y hasta casi que... no existe! Claro, si es el unico, entonces no es maiz transgénico: es el maiz a secas.
En fin, me parecio tan flojo tu razonamiento que tuve ganas de responderte. Disculpa los errores de ortografia. El teclado extranjero en el que tipeo esto no me permite escribir como se debe.
Chau
Me olvidé de decirtelo en mi primera respuesta: ademas, con el cambio de moneda, al menos aca en Francia, los precios aumentaron vertiginosamente. Razon de mas para buscar alguna referencia clarificadora, no te parece?
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