domingo, 22 de enero de 2012

La posilbilidad de una isla

Veníamos mal con los consumos televisivos: todo aburrido (incluido Once Upon a Time, que ya casi ni miro -es decir, lo dejo de fondo mientras estoy haciendo otra cosa) o suspendido hasta nuevo aviso (las comedias, Fringe) o temporadas finalizadas (Dexter, American Horror Story). Podríamos habernos inclinado a volver a ver Six Feet Under, que ha sido relanzada, precisamente por la malaria generalizada, pero no atinábamos a abandonar nuestra esperanza y además no sé si la televisión se puede "ver de nuevo" (es puro presente).
Entre las pocas cosas que encontramos como para recomendar, dos son producciones de la BBC. La primera, una especie de experimento de tres capítulos unitarios de muy desparejo interés, Black Mirror.
Se trata, como en el caso de Kant, de tres críticas sucesivas (o de tres declinaciones de la misma crítica, quién sabe). En el primer episodio, alguien ha secuestrado a la princesa de Inglaterra (la heredera del trono) y el rescato que ha pedido es perturbador: que el Primer Ministro se coja, en televisión nacional y en cadena, a un cerdo (chancho, pig, no recuerdo si el género es importante). Todo parece un gran chiste, salvo los vaivenes de la opinión púbica. En el segundo episodio, el más aburrido, la humanidad (o los ciudadanos que se nos muestran, todo es un poco ambigüo y, por cierto, metafórico) está obligada a pedalear indefinidamente para acumular los créditos necesarios para a) sobrevivir, b) consumir, c) participar de una competencia de talentos (llegado el caso). En el tercer episodio, las personas tienen la chance de grabar todo lo que ven y han visto y reproducirlo ya sea en sus propias pupilas o en pantallas exteriores. Fatalmente, un hombre comenzará as ospechar que la mujer que ama (y con la que ha tenido un hio, o hija, no recuerdo si el género es importante) lo ha engañado sistemáticamente y recurre a esos archivos espantosos para sacarse la duda. 
En realidad, ahora que lo pienso, se trata, en los tres casos, de una crítica de las imágenes: la imagen política, la imagen política, el recuerdo amoroso, lo que explica, claro, el título del conjunto. De las tres entregas, la última es sobrecogedora. Es la única en la cual el recurso a la ciencia ficción todavía sirve para decir algo interesante.
La otra producción es la segunda temporada de Sherlock, que en circunstancias menos hostiles con los televidentes, ni siquiera mencionaría, pero.... El mejor capítulo de los tres es, sin duda, el que recrea El sabueso de los Baskerville (ninguno de los episodios originales de Conan Doyle es meramente actualizado, sino totalmente recreado a partir de algunos pocos elementos).
Por suerte Fringe ya volvió por todo lo alto (las Olivias siguen multiplicándose, al igual que las líneas temporales y las realidades alternativas, de modo que es bien poco lo que sirve de lo que uno recuerda haber visto previamente. Creo que habíamos abandonado la serie en el trance en que Olivia era drogada (sin su consentimiento, y sin saberlo) por la atroz Nina (una Nina que parecía bondadosa con ella, casi como una madre postiza....). Pero la temporada retoma otros asuntos, no menos graves, no menos encantadores.
Y, naturalmente, llegó Alcatraz (dos episodios completos, deliciosos). Podría decirse que Alcatraz combina lo mejor de Lost (la musicalización, la intensidad de las escenas) con la lógica narrativa de Fringe (la conspiración, el pliegue témporo-espacial, el experimento biológico...). 
Ya le dedicaré algunas líneas, en cuanto tenga más clara la dirección que los guionistas quieren imponerle. Pero Hay Que Verla, de eso no cabe duda alguna. Neela Rasgotra, o como se llame la actriz que desempeñaba ese papel en E.R., esa abominación, es aquí casi protagonista. No es poco.



1 comentario:

federico carugo dijo...

¿Qué pasó con Monroe, la serie inglesa que habías recomendado? Le perdí el rastro...