Un smoking para una Flor
por Camila Sosa Villada para Soy
Por
la escueta alfombra roja permitida a la transexualidad camina Flor de
la V y cada paso que da recibe un aplauso y un insulto. ¿A quién le
habla? ¿Qué mensajes trae? ¿Cómo es la vida de una travesti que va y
viene dentro del universo súper y recontrasuper hetersoexual?
Comienza el Bailando 2019 y parece que el
ciclo lectivo por fin se iniciará. Ahora sí los programas de televisión
tendrán su gasolina. Este año es el aniversario número 30 del chow y
comenzaron los festejos a todo culo. Para la tapa de Gente posaron
Tinelli, jurades y concursantes, sin que falten intrigas, miradas de
reojo y viejos rencores. Pero, además, sucedió que Flor de la V y su
pareja en la pista, Gabo Usandivaras dieron que hablar con sus
elegantísimos ropajes. Flor de smoking, entalladísimo y glamoroso y Gabo
con corsé y falda tan amplia, que bien podía esconder a toda la fauna
del Bailando debajo de ella. Los halagos, las críticas y los comentarios
de mierda, no se hicieron esperar.
En su cuenta de Instagram, Flor subía algunas fotografías, orgullosísima de su look y el de su compañero y titulaba: “La ropa no nos define somos personas más allá de lo que tengamos puesto”. Y aunque la frase suene remanida y poco creíble, puesto que ya sabemos cuánto nos define la ropa, me puso a pensar en el asunto y aquí voy:
¿Dónde repercute el mensaje de Flor? Ella habla desde hace muchos años, a un público muy paki. Una se pone a investigar en youtube sus primeras apariciones en televisión y ve el maltrato al que se fue sometida una y otra vez, el precio que tuvo que pagar para ser la mediática rutilante que es hoy. Periodistas imbéciles tratándola de la peor manera, preguntándole estupideces para humillarla por ser travesti. Y ella, con más o menos aciertos, respondiendo con educación y hasta con ternura. Yo por muchísimo menos, me hubiera agarrado de las mechas con más de uno, pero ella, con un estilo que recuerda a la querida Cris Miró, respira hondo y continúa. Habrá tenido sus motivos, pero no es asunto mío indagar en ellos, pero sí en su participación constante. Fue de esa manera que produjo una fuga, al mejor estilo Deleuziano. Explicó lo mejor que pudo al gran pueblo argentino salud, qué era ese misterio de ser travesti en épocas donde el código de contravenciones habilitaba a llevar detenida a las trans, sólo por existir. Eran años muy negros para nosotras y ella salía a la luz y hablaba, se hacía visible. Almorzaba con Mirtha Legrand, coqueteaba con David Copperfield, se atrevía a aparecer como varón en el legendario unitario Verdad/Consecuencia, protagonizaba Los Roldan, era tapa de la Rolling Stone, se casaba de blanco like a virgin y demostraba, junto a su compañero, que también las travestis podemos ser amadas. En los círculos del infierno donde ella se movía, estaba sola. Cris Miró había muerto y era la única que hablaba a las masas transfodiantes. Fue una de las primeras travestis en obtener su documento de identidad que acreditaba que era de sexo femenino y fue mucho más lejos cuando decidió ser madre de dos precioses hijes. Todo esto y como dice la querida Violeta Alegre, con templanza trans. Rara vez perdió los estribos. Me hubiera gustado verla poner una piña en algún idiota que la maltrató, confieso.
Las travas que no tenemos su popularidad, a menudo discutimos sobre su rol en la lucha travesti y siempre salen a la luz reclamos de militancia, que si bautiza a sus hijes o no, que si se aburguesó o no, que si es solidaria con nosotras o no lo es.
Una vez escuché a Naty Menstrual, decir que ser travesti es una militancia solitaria y entendí que a Flor no se le puede pedir más que estos gestos que cada tanto da y cuelan nuestra identidad en asuntos tan masivos como el Bailando, al igual que Lizy Tagliani. Hay que tener una paciencia infinita para hacer lo que ella hace. Nosotras le hablamos a personas que tienen una inquietud, hablamos entre nosotras, a la comunidad lgtb, a les progresistas, les aliades y deconstruides. Pero ella, junto con Lizy, se exponen a la crueldad de las masas, muy solas a veces intentando derribar algunos pilares del odio. Me gusta pensar que son infiltradas en el pakitalismo, aunque peque de ingenua. Ambas luchas son importantes, aunque para nosotres, tan bien pensantes, tan sororas, lo que haga Flor no merezca nuestra atención.
Los nostálgicos del silencio, el biologicismo, el calabozo y el closet, que tanto nos odian, tienen que convivir con esta noticia. Una mina muy mediática, empresaria de sí misma, llena de valor, que se viste de varón, qué atrevimiento una travesti que vuelve al smoking.
¡Pero flirteaba políticamente con Larreta! dirán algunes. Ya quisiera yo ver sus prontuarios. Somos complejas y estamos llenas de contradicciones. Por eso Lohana Berkins hubo una sola.
Ponemos el cuerpo en todos los campos de batalla. Aprendemos en el camino, revisamos nuestros privilegios respecto a las más vulnerables, seguimos diciendo, preguntando, respondiendo y habilitando. Y aunque nuestras diferencias sean radicales y nos duelan algunos comportamientos, creo que por estos gestos, Flor, como todas nosotras, merece descansar de tanto odio y persecución.
Y con esto me retiro: todas las singularidades son atendibles, al contrario de esta mierda de sistema que aglutina y masifica, nosotras debemos poder atender a nuestras singularidades. Y poder alcanzar un vaso de agua a las que resisten en Pakilandia, ese desierto heteronormado que tanto nos mata. Bien vale recordar que si tocan a una, nos tocan a todas.
En su cuenta de Instagram, Flor subía algunas fotografías, orgullosísima de su look y el de su compañero y titulaba: “La ropa no nos define somos personas más allá de lo que tengamos puesto”. Y aunque la frase suene remanida y poco creíble, puesto que ya sabemos cuánto nos define la ropa, me puso a pensar en el asunto y aquí voy:
¿Dónde repercute el mensaje de Flor? Ella habla desde hace muchos años, a un público muy paki. Una se pone a investigar en youtube sus primeras apariciones en televisión y ve el maltrato al que se fue sometida una y otra vez, el precio que tuvo que pagar para ser la mediática rutilante que es hoy. Periodistas imbéciles tratándola de la peor manera, preguntándole estupideces para humillarla por ser travesti. Y ella, con más o menos aciertos, respondiendo con educación y hasta con ternura. Yo por muchísimo menos, me hubiera agarrado de las mechas con más de uno, pero ella, con un estilo que recuerda a la querida Cris Miró, respira hondo y continúa. Habrá tenido sus motivos, pero no es asunto mío indagar en ellos, pero sí en su participación constante. Fue de esa manera que produjo una fuga, al mejor estilo Deleuziano. Explicó lo mejor que pudo al gran pueblo argentino salud, qué era ese misterio de ser travesti en épocas donde el código de contravenciones habilitaba a llevar detenida a las trans, sólo por existir. Eran años muy negros para nosotras y ella salía a la luz y hablaba, se hacía visible. Almorzaba con Mirtha Legrand, coqueteaba con David Copperfield, se atrevía a aparecer como varón en el legendario unitario Verdad/Consecuencia, protagonizaba Los Roldan, era tapa de la Rolling Stone, se casaba de blanco like a virgin y demostraba, junto a su compañero, que también las travestis podemos ser amadas. En los círculos del infierno donde ella se movía, estaba sola. Cris Miró había muerto y era la única que hablaba a las masas transfodiantes. Fue una de las primeras travestis en obtener su documento de identidad que acreditaba que era de sexo femenino y fue mucho más lejos cuando decidió ser madre de dos precioses hijes. Todo esto y como dice la querida Violeta Alegre, con templanza trans. Rara vez perdió los estribos. Me hubiera gustado verla poner una piña en algún idiota que la maltrató, confieso.
Las travas que no tenemos su popularidad, a menudo discutimos sobre su rol en la lucha travesti y siempre salen a la luz reclamos de militancia, que si bautiza a sus hijes o no, que si se aburguesó o no, que si es solidaria con nosotras o no lo es.
Una vez escuché a Naty Menstrual, decir que ser travesti es una militancia solitaria y entendí que a Flor no se le puede pedir más que estos gestos que cada tanto da y cuelan nuestra identidad en asuntos tan masivos como el Bailando, al igual que Lizy Tagliani. Hay que tener una paciencia infinita para hacer lo que ella hace. Nosotras le hablamos a personas que tienen una inquietud, hablamos entre nosotras, a la comunidad lgtb, a les progresistas, les aliades y deconstruides. Pero ella, junto con Lizy, se exponen a la crueldad de las masas, muy solas a veces intentando derribar algunos pilares del odio. Me gusta pensar que son infiltradas en el pakitalismo, aunque peque de ingenua. Ambas luchas son importantes, aunque para nosotres, tan bien pensantes, tan sororas, lo que haga Flor no merezca nuestra atención.
Los nostálgicos del silencio, el biologicismo, el calabozo y el closet, que tanto nos odian, tienen que convivir con esta noticia. Una mina muy mediática, empresaria de sí misma, llena de valor, que se viste de varón, qué atrevimiento una travesti que vuelve al smoking.
¡Pero flirteaba políticamente con Larreta! dirán algunes. Ya quisiera yo ver sus prontuarios. Somos complejas y estamos llenas de contradicciones. Por eso Lohana Berkins hubo una sola.
Ponemos el cuerpo en todos los campos de batalla. Aprendemos en el camino, revisamos nuestros privilegios respecto a las más vulnerables, seguimos diciendo, preguntando, respondiendo y habilitando. Y aunque nuestras diferencias sean radicales y nos duelan algunos comportamientos, creo que por estos gestos, Flor, como todas nosotras, merece descansar de tanto odio y persecución.
Y con esto me retiro: todas las singularidades son atendibles, al contrario de esta mierda de sistema que aglutina y masifica, nosotras debemos poder atender a nuestras singularidades. Y poder alcanzar un vaso de agua a las que resisten en Pakilandia, ese desierto heteronormado que tanto nos mata. Bien vale recordar que si tocan a una, nos tocan a todas.
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