Por Daniel Link para Perfil
Qué deprimente pensar en la política que vendrá en un contexto donde demencia y pelotudez se mezclan en cantidades tóxicas. Ya empiezan a aparecer esos avisos vacíos de contenido del tipo “Basta de grieta”, por los cuales se pagan sumas siderales a esas lacras que son las agencias de publicidad. ¿Y las encuestas? ¿Otra vez la ronda de desaciertos por parte de consultoras que después ni siquiera se disculpan por haberse equivocado tanto?
¿Habrá que discutir si Milei sí o no? ¿Realmente? Y quienes piensan en aliarse con Milei, ¿en qué piensan?
Por otra parte, más allá de la inflación y el dólar, que son tan esotéricos que impactan más bien poco en la imaginación del ciudadano corriente, ¿alguien escuchó alguna idea sobre educación, salud, cultura, minorías, regímenes previsionales?
En las universidades hay una avalancha de pedidos de jubilación. Un poco por la posibilidad del cambio de edad de retiro (los fuegos callejeros de Francia ya no nos iluminan) y otro poco por la amenaza en relación con el régimen diferencial al cual los docentes hemos aportado regularmente. ¿De verdad piensan quitarnos ese régimen?
Ottmar Ette, uno de los grandes pensadores alemanes actuales nos enseñó que no debemos abandonar la gestión de lo viviente a las ciencias biológicas o, como en este caso, a los economistas. Insistió (ahora está en viaje a China) en que las humanidades deben participar de esos espacios de decisión donde se deciden la con-vivencia y la super-vivencia.
En contra de eso, aquí se tacha todo lo que exceda la discusión pedorrísima sobre qué cosa conviene más, si achicar el estado o agrandarlo, sin que se midan las consecuencias humanas de una u otra posición.
Ah, no, es verdad: también se discute la idoneidad del Poder Judicial, como si fuera el único poder corrupto de la república. Los tres poderes de gobierno están podridos hasta el tuétano, pero lo están sobre todo por la ignorancia llevada al nivel de jactancia.
¿Ha leído Patricia Bullrich alguna vez una ley entera o un convenio vinculante? ¿En qué funda su capacidad para gobernar un país? ¿En que no se arredra (buscalo, che) ante una discusión acalorada?
¿Tendremos que decidir entre Bullrich o Scioli? ¿En serio? ¿A eso nos condenan?
Una amiga peronista contestó esta pregunta diciendo que siempre hay que votar a alguien del partido, porque sirve de contención y control. El argumento es entre estalinista y fascista. Como la quiero, no se lo dije. Pero sólo votaría a alguien que tuviera diez propuestas convincentes. Y, si no, en blanco.
1 comentario:
Anunciar un voto en blanco es de valientes. Como casi siempre estoy con usted. Saludos.
Publicar un comentario