21 de octubre. Hoy es el cumpleaños de mi hija (veinte años). Llegamos a Bellagio. La villa Serbelloni debe de ser uno de los lugares más lindos que yo haya visto nunca. De noche, por momentos me recuerda a la Lagoa de Río de Janeiro, que es uno de mis lugares más amados (el espejo del agua, las luces a lo lejos). De día, la identificación se pierde y parece más un lago del sur, o tal vez de Córdoba. No, imposible confundirse: esto es Europa. En Bellagio, postal del siglo XIX, está el hotel donde murió Marinetti. Y hay "otro hotel, en ruinas, donde tiene lugar una bellísima escena de
Rocco y sus hermanos" (debo estos señalamientos a Guillermo Piro). Nuestros compañeros de estancia: Susan Sarandon, Chewbacca, Manyulla (son todos nicks, pero muy adecuados). Podemos invitar amigos cuántas veces querramos a recorrer los jardines, que son muy impresionantes, con sus fuentes, grutas, caminitos, la cancha de tenis (pienso que B. adoraría este sitio). Veo un ferry cruzando lentamente el lago desde mi ventana. Y, más rápido, el que viene de Como y que para en otro muelle. Las iglesias, como siempre en Italia, marcan las horas. Y las horas pasan lentamente. Y todo es tan amable que dan ganas de gritar. Mi estudio se llama Santa Caterina (otra coincidencia con Brasil), pero recién se desocupa el viernes. Hasta entonces, tendré que trabajar en el cuarto, lo que no me molesta para nada. En estos días, invitaciones formales a los amigos que viven cerca para que vengan a visitarnos. A nadie de los aquí presentes les interesa mi novela. Por suerte. Quisieron convencerme anoche para que leyera algo, pero me negué rotundamente. Li bros para leer y releer:
La montaña mágica,
El resplandor, epistolarios y diarios íntimos (Flaubert, Tolstoi, Gide). Películas para mirar en la pc: cuarenta.
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