por Daniel Link para Perfil
Hace algunos años (tantos que prefiero no hacer las cuentas), Lalo Mir patrocinaba por la radio el proyecto de alambrar Buenos Aires. Creo que también sugería puestos fronterizos y el cobro de peajes. Se trataba, naturalmente, de una humorada: ¿quién podía seriamente suscribir un proyecto semejante? ¿quién hubiera podido firmar sin que se le cayera la cara de vergüenza una solicitud en tal sentido?
Los años pasaron, uno tras otro. Buenos Aires no fue perimetralmente alambrada, pero los cercos comenzaron a erigirse alrededor de cada plaza y cada espacio verde, uno tras otro.
Las plazas pueden usarse sólo de día, en horario bancario o en horas de oficina. De noche, ningún romántico o enamorado podrá sentarse a mirar cómo el viento mueve las ramas de los árboles. Razones se adujeron: es porque la gente va a las plazas a drogarse, es porque los pobres, los descalificados y los que no tienen nada que perder porque se les ha quitado hasta el derecho de usar la res publica, se instalan a dormir, hacen campamento.
Los cercos y los cepos fueron cayendo sobre nosotros como mazazos de autoritarismo y de vileza, uno tras otro, como percutores amartillados en nuestros paladares.
Ahora, el intendente de San Isidro, Gustavo Posse (miembro del clan que viene gobernando San Isidro desde hace casi treinta años) ha dispuesto que se levante un muro de tres metros que separe a los vecinos de La Horqueta (donde se instalaron los nuevos ricos de la plata dulce setentista) de los sanfernandinos de Villa Jardín.
La infamia de los políticos que son capaces de arriesgarlo todo, incluso su futuro, para complacer los fantasmas más siniestros de los votantes que, ellos creen, los sostienen, no puede preocuparnos. La Historia se encargará de sellar a fuego el pozo de inmundicia en el que se están hundiendo. Más grave es que haya ciudadanos, personas con derecho a voto, capaces de sostener el ghetto, la prohibición de tránsito, la segregación, el odio y el terror.
Uno tras otro deben ser expuestos en la plaza pública para que podamos saber qué cara tiene el Mal, bajo qué máscara banal se esconde y para que podamos escupir el suelo que han pisado.
G. A . C. G: una literatura sobreviviente
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"Conversación con Césare Gárboli. Eneas, aquel que ha sobrevivido a sí
mismo, que comienza su historia cuando ésta ya ha terminado, como personaje
emb...
Hace 1 día.
10 comentarios:
Mezclás mal cuestiones bien diferentes.
Las plazas fueron enrejadas para que no las rompan. Lo lamentable es que se haya tenido que llegar a semejante medida. Ahora con las rejas las plazas lucen la belleza bajo la que fueron planeadas para toda la comunidad.
También es lamentable que los defensores retóricos de "lo público" jamás levaten sus voces para defender el espacio público del deterioro que sufren a causa de los particulares. Sí, el Estado (lo público) también puede ser dañado por particulares.
El muro de San Isidro responde a otra lógica. Crear una frontera entre dos espacios urbanos. Nada que ver con cuidar lo que es de todos a la vez que no es de nadie.
muy bien linkillo
¿Donde esta el candado de la jaula?
La puta madre...
link te banco, no sólo porque estoy de acuerdo sino porque doy fe (dado que somos vecinos) de que bancas con el culo lo que afirmas con la lengua viviendo donde vivís.
saludos
Me parece que la atrofia ideológica, la tradición, el pasado a veces mal buscado nos hacen poner un poco ostensivos. Yo lo pensé más fácil. Puesto que nadie, absolutamente nadie, hace nada frente a la "simple sensación" de inseguridad de la gente (al punto de que mi papá, no hace mucho, me comentó: Lo mismo pasaba en los setentas. Se decía que la gente desaparecía, y muchos pensaban que era cuento, que eran macanas, que no podía ser cierto). La inseguridad es un problema real y concreto, causada por todas las calamidades que quieran, pero real y concreto. Frente a ese problema nadie hace absolutamente nada, y la gente muere y muere y muere. Y es real que muere: no es cuento. Las voces, indignadas, se levantan cuando acontecen cosas como estas del muro. Ahora bien, ¿por qué no se levantan en el sentido contrario? No sé. Cuando el Estado secularizado no invierte esfuerzos para retardar la llegada del Anticristo..., cuando su legitimidad no esboza, si quiera, un Mal como Enemigo... lo que acontece ya se sabe. Hay que ser realistas, en ocasiones, excepcionales, y dejarse de gritar la indignidad a los cuatro vientos.
Vino muy justo.......Hoy estuve en el festival "El Camino del Santo" ausiciado por esta horrenda persona, y el hijo de puta tuvo la cara de sentarse ahi adelante. Tuvo la cara de escuchar a Inchausti tocando la integral de las sonatas de Ysaÿe.....Que hijo de puta, no se sostiene en lo mas minimo.......
...el Muro es otra excusa, lo importante es seguir siendo políticamente correcto, esa es la cuestión. Cuando matan a miles y miles de ciudadanos nadie sale a quejarse; cuando (como horrenda medida) levantan un muro, salen todos a hablar.
Ocurre que este muchacho no tuvo mejor idea parece que resolverlo o intentar hacerlo con una pared, si hubiese hecho otra cosa, quizá no hubiera habido crítica.
Miren ustedes qué mal que andamos que en 2009 para resolver algunas cuestiones se levantan muros y para acabar con el tema de la seguridad seguimos hablando de si es cierta o no. Qué desastre!!
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Se viene: Murray contra los fantasmas
(en La Nación de hoy)
"cuando camines por la calle" fijate si ves la Cazacarcacha. Y da el grito de alarma, porfa!!
inseguridad es el capital: para el medio ambiente, para la sociedad, para los individuos, la misma inseguridad encarnada en nuestros modos de vida -q a su vez reproducimos-
la producción del miedo es la nueva cifra gubernamental del capital
Siempre quise encontrar esa cortina. Me hacía reir mucho.
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