por Daniel Link para Perfil
Dos corporaciones se arrogan el derecho de opinar sobre la sexualidad humana y los derechos inalienables de las minorías sexuales, orientando las decisiones de los incompetentes y malintencionados representantes senatoriales: los cristólogos y los científicos, y uno no sabe si es más penosa la asepsia de quienes localizan el deseo sexual en malformaciones de las circunvalaciones cerebrales o en déficits hormonales, o el olor a azufre e incienso que se despide de las polleritas de los cardenales y pastores protestantes.
Afortunadamente YouTube nos trae consideraciones menos deprimentes, la de los poetas (es decir los sabios). En un tramo del documental Comizi d'amore (1964), Pier Paolo Pasolini encuentra al gigante Giuseppe Ungaretti en la playa y le pregunta si existen “la normalidad y la anormalidad sexual”. Ungaretti, que no se toma a la ligera la pregunta, contesta que “todo hombre ha sido hecho de manera diferente..., digo, en su estructura física, pero también en su combinación espiritual. Todos los hombres son, a su modo, anormales. Todos los hombres están, en cierto sentido, en contraste con la naturaleza. Y esto desde el primer momento...., el acto de civilidad, que es un acto de prepotencia humana sobre la naturaleza, es un acto contra natura”.
El poeta civil se excusa por la indiscreción, pero se atreve a preguntarle a Ungaretti sobre su propia experiencia íntima y personal en lo que se refiere a “la norma” y a la “transgresión de la norma”. Y el alejandrino le contesta: “Yo, personalmente, soy un hombre, soy un poeta, o sea que desde el comienzo transgredo todas las leyes haciendo poesía. Ahora soy viejo, y no respeto más que las leyes de la vejez que son, también, las leyes de la muerte”.
Más cerca de nosotros, Manuel Puig también sostuvo que el matrimonio heterosexista era la primera escuela de la explotación (sexual), que luego continuaba en el universo del trabajo.
Pero los carcamanes y señoras frígidas del Senado de la Nación se obstinan en ignorar las voces de los sabios y consideran dueños de la verdad humana sólo a los sectores más comprometidos con las fantasías de exterminio (todas ellas).
(gracias, Diego B.)
Las tres gracias
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Mientras preparo un taller sobre el paso (siguiendo algunos motivos) de los
cuentos tradicionales desde las lejanas cortes europeas a los libros que
hay ...
Hace 21 horas.
5 comentarios:
Lo de que "todos somos anormales" me hizo acordar a Canguilhem. Él decía que hay que distinguir entre normalidad/anormalidad y anomalía. Lo primero se refiere a la capacidad de los seres vivientes de darse normas a sí mismos que les permitan relacionarse e interactuar con su medio (tanto natural como social). La normalidad es, desde ese punto de vista, la movilidad del organismo -independientemente de qué normas particulares se dé- mientras que la anormalidad tiene que ver con una ausencia de norma, en el sentido de una incapacidad de (re-)crearse y adaptarse que deriva en una disfuncionalidad que, en última instancia, impide la expansión del organismo (por ejemplo, llega el invierno y mueren los colibrís). Por otro lado, la anomalía (que etimológicamente no referiría a la ley sino a la textura, a lo rugoso, lo no-liso) haría referencia a las diferencias constitutivas individuales de cada organismo, que permiten que cada individuo sea infinitamente distinto de cada (cualquier/radicalmente) otro.
Cachemos el cubilete y batamos: entre los términos que se debaten hoy respecto de las diferencias sexoculturales y su exclusión arbitraria de instancias cívicas irrenunciables, se trata la cuestión de las familias distintas, y la potencial afectación a sus integrantes niños y niñas.
Arrojemos: ¿No es momento de exponer en toda su complejidad el periplo existencial que supone para los niños anómalos la imbécil crueldad que los segrega desde siempre? Niños esos que ponen radicalmente en entredicho el desmán planetario de los sexoduristas ("gays" incluidos) y sus regímenes ecopolíticos reproduccionistas terminales.
De ese exterminio todavía no se habla, es condición que se enfoque sólo a los sobrevivientes federados, afortunadamente ex víctimas, pero la crueldad máxima se ejerce (ahorita mismo) sobre la niñez -ese colectivo potencial.
Si el matrimonio heterosexista -rostreo fascicular- es natural, el amor es ecológico en cada faz.
Para denunciar: La Nación ha puesto en marcha un mecanismo por el cual los lectores que quieren participar en sus "encuestas" y expresan opiniones favorables al matrimonio universal no pueden acceder a la contabilidad de su voto: el código de letras y números que es necesario componer, aun compuesto correctamente, no es aceptado y se repite el pedido de componerlo. Esto sólo ocurre cuando el votante quiere expresar su adhesión al matrimonio universal.
«la de los poetas (es decir los sabios)»
Me sirvo de la expresividad de los signos interrogativos: ¿¿¿???
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