viernes, 16 de julio de 2010

Informe para una academia: Congreso de Formas de Vida

por Daniel Link para Soy

No voy a decir, como muchos de los integrantes de la Cámara Alta aclararon, que yo tengo un amigo homosexual. Tampoco, como solía decirse hasta hace unos años, que tengo un amigo judío. Diré algo más radical: yo tengo un amigo fascista.
Este amigo, naturalmente, negará su fascismo diciendo que es anarquista y que su rabiosa oposición al matrimonio universal se basa en una repugnancia total y definitiva a cualquier forma de estatización de las relaciones humanas. Esa forma radical de pensamiento (que en momentos de excesos alcohólicos cualquiera podría suscribir) es lo que en filosofía política se reconoce como anarco-capitalismo, una de las máscaras que el fascismo tiene, con su desprecio a la juridicidad, las instituciones, las burocracias parlamentarias y todo lo que no tenga que ver con el decisionismo.
Según su criterio, habría que prohibir totalmente el matrimonio, y no ampliar su alcance. No discuto con él (¿quién puede o quiere discutir con un fascista?), pero sé que se equivoca en varios puntos, pero sobre todo en uno: el nivel de análisis.
Cualquiera puede poner a trabajar las hipótesis de Engels en El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado y declarar que allí está el Mal. Claude Lévi-Strauss se dejó llevar por la misma ilusión metodológica y en un texto memorable, la “Lección de escritura” incluida en Tristes trópicos, declaró que escribir volvía a las personas esclavas de la Ley y las sometía a un ritual de poder. La historia de la escritura, en su perspectiva, coincide con la historia de la dominación.
Por supuesto,
Lévi-Strauss tiene razón en un nivel de análisis, pero en otro no. En países como la Argentina, con índices endémicos de analfabetismo, una hipótesis así carece de todo fundamento liberador. Sólo desde la “grandeur de la France”, con su probada eficacia escolar, podría sostenerse una versión tan pesimista de la alfabetización.
Con el matrimonio universal pasa lo mismo: podemos señalar las miserias del “instituto matrimonial”, pero sólo a partir de su
universalización, es decir, de la transformación de un privilegio en derecho. Ya podremos reírnos de la épica pequeñoburguesa de las locas y tortas casamenteras (como del voto obligatorio), pero lo primero es la causa de los universales (y después, su crítica).
Todo esto como introducción al comentario crítico del debate senatorial a propósito de la ley universal de matrimonio, que duró mil horas y que, como todo congreso académico, abundó en estupideces y poquísimos memorables momentos de claridad y brillantez.

Además, como lo que se debatía era la regulación legal de una forma de vida (porque las formas de vida, correlativas de actos de discurso, son instituciones propiamente jurídicas), los senadores y senadoras se entregaron a un rápido repaso de la historia de la sexualidad, las etimologías, los sistemas de parentesco, la institución griega de la pederastía, los chamanes y su relación dinástica con los hombres-mujeres, la determinación de la economía sobre la cultura, la psicología y los procesos de identificación, las relaciones entre cuerpo y género, en fin: un congreso de ciencias sociales o, más precisamente, sobre formas-de-vida, es decir: sobre la guerra civil que las define y las constituye (supongo que muchos académicos, becarios y estudiantes habrán estado en estos días redactando los discursos senatoriales, porque ya sabemos cuan brutos son nuestros políticos como para poder suponer que, de pronto, aparezcan citando a Gide, el
Retrato de Dorian Gray, Virginia Woolf, Sor Juana Inés de la Cruz, Juana de Arco (que de psicótica belicosa pasó a ser torta asesina, en una apresurada operación de interpretación cultural) o Habermas, y estableciendo deliciosas diferencias entre el pater y el genitor.
Las posiciones eran, por cierto, dos (dejo de lado las abstenciones, que fueron pocas y cobardes): a favor del matrimonio universal y en contra. El debate, como era bizantino (porque el matrimonio entre personas del mismo sexo ya existe, porque las familias homoparentales ya existen, porque el mundo ya es el mundo), abundó en delicias retóricas.

Los argumentos de quienes estaban en contra eran de una estupidez y de una ignorancia que no merece comentario alguno. Baste señalar el modo en que el odio se filtraba en las hipócritas posiciones que partían del reconocimiento de la aceptación de la homosexualidad como realidad (“yo tengo amigos homosexuales” o incluso, como se animó a decir la siempre perfecta Hilda de Duhalde, “familiares homosexuales”) y la insoportable cantinela: “yo no discrimino”, como si la discriminación fuera un verbo que pudiera declinarse en primera persona. No, señores y señoras de derecha: “discriminar” (como “asesinar”) es un verbo defectivo y sólo se conjuga en segunda o tercera persona:
usted discrimina, ellos discriminan. Y el que es capaz de pronunciar un juicio semejante nunca es uno, sino el objeto de discriminación. “Yo no discrimino, pero ustedes son distintos”, ellos decían.
La siniestra informante señora Negre de Alonso no cesó de aclarar que ella no discriminaba, aún cuando se escandalizaba ante la mera hipótesis de tener que enseñarle a los niños, ahora, que además de hombre y mujer (“como se nace”), la sexualidad es construida y hay homosexuales, bisexuales y trans. Y defendió a los objetores de conciencia (tuvo que contestarle Norma Morandini). Señora Negre, usted se tiñe el pelo y es probable que el agua oxigenada haya destruido su masa encefálica: nada tiene que ver una ley de matrimonio universal como la que se discutía con la educación sobre determinadas variedades de lo viviente, lo que usted piense sobre lo normal y lo desviado no le importa ni a las Carmelitas que se cartean con Bergoglio, y a ninguno de nosotros nos interesa que tal o cual portero tribunalicio quiera o no casarnos. Para eso hay muchos empleados en el Estado.

Muchos de los objetores del proyecto con media sanción en Diputados (luego de insistir en su respeto a los derechos de las minorías sexuales) seguían machacando con los fundamentos “naturales” de la familia (como si a uno pudiera importarle el modo en que las cucarachas, las hormigas o las garrapatas viven para decidir su forma de vida). Las más lamentables eran una senadoras de provincia (yo soy provinciano y odio a los porteños, de modo que puedo pronunciar sin mala conciencia un juicio semejante), medio empastilladas y temerosas del juicio de Dios.

El más sólido de los representantes de la derecha fue Luis Naidenoff de la UCR. Esgrimió argumentos leguleyos con gran solvencia que si uno, si fuera idiota, habría aceptado sin dudar. Y la más astuta, la ya citada Chiche, que dijo el único argumento que podría haber frenado la iniciativa parlamentaria: el tema no es prioritario en un país donde hay miseria, hambre y los jubilados no cobran el 82% móvil.

Como la derecha, además de vil, es torpe, hizo caso omiso de tal argumento y se lanzó locamente a discutir lo natural, lo cultural, la infancia, la moral, la ética, las relaciones entre formas de vida y actos (jurídicos) de discurso, en fin: los temas de la filosofía más actual y más italiana, pero sin mayores respaldos argumentativos. Ahora, que se jodan.

Muchos repitieron argumentos eclesiásticos:
los homosexuales tienen más de quinientas parejas. Es como si dijeran: “¿Pero cómo? ¿Además de coger mucho, quieren casarse?”. Y sí, señores, disentimos del heterosexismo por aburrimiento, y volvemos al instituto familiar por agotamiento. Ustedes, además de coger mal y poco, son malos padres. ¿Vieron qué paradoja?
Un médico neuquino, que se oponía al matrimonio universal, dijo o insinuo que ya hemos avanzado bastante, y que como ya nadie apedrea a los homosexuales (en fin, digamos), deberían contentarse con eso.
Una señora inverosímil se alarmaba porque, de acuerdo con el proyecto de ley, los hombres podrían pedir licencia por maternidad. Y otra, que a todas luces hacía mucho tiempo no le veía la cara a Dios, levantó su dedo admonitorio alertándonos de que la Argentina será proveedora de niños para los países donde hay parejas homosexuales reconocidas por la ley. Y otra, con voz de pito, denunció que se violaron los fueros porque dos senadoras fueron puestas en el avión presidencial, “como antes se encarcelaba a los disidentes”. Y agregó, perdida en unas nubes de Úbeda: “Yo tengo mucho proyecto de aborto” (ella misma parecía uno).
Entre los que estuvieron a favor de la ley se destacaron el insoportable Daniel Filmus, el cordobés Juez (genial: una precisa y deliciosa combinación de humorista, sabio de vereda y filósofo cínico), la chaqueña Corregido, calma y brillante al mismo tiempo, Blanca Osuna, Samuel Cabanchik, Oscar Castillo (que hizo una historia del amor deliciosa y puntuada de ironía, con menciones a las manducaciones por las que Julio César fue tan querido entre su tropa, y a la amistad mítica de Aquiles y Patroclo. Giustiniani, del Frente Cívico, citó a Jürgen Habermas. Pichetto, como siempre, bruto como un arado, desagradable y molesto.
Pero más allá de los retazos de ciencias sociales, hubo mucho clasicismo, mucha cosa griega y romana, y mucho humanismo. Fue como un Renacimiento por TV (que conste: TN transmitió los discursos casi sin interrupción y cortaba los discursos más salvajemente reaccionarios; Canal 7 no puso casi nada al aire).
María Eugenia Estenssoro de la Coalición Cívica, finísima como siempre, señaló que las mujeres pueden identificarse “con esta situación (discriminatoria) que venimos a resolver”. Confesó que le gusta decir que “soy casada, divorciada, madre soltera y concubina”, y que eso demuestra la evolución de la familia. Sobre el proyecto alternativo de unión civil señaló que es “super-precario, lamentable, escandaloso”, y lo probó sobradamente. Habló de sistemas de parentesco y destacó que los homosexuales quieren “relaciones sanas, dignas, dignificadas”. Y tiene razón. Puede quedarse tranquila la derecha: de estas uniones que el Senado ajustadamente ha garantizado no sale un niño puto ni una niña torta ni por casualidad. Esperemos que la Iglesia y la Televisión, que tanto han hecho por la proliferación del goce, sigan proveyendo.

20 comentarios:

Ana dijo...

Me parece que confundís el anarquismo y lo identificás con el anarcocapitalismo por antonomasia.

El anarcocapitalismo consiste en la defensa de la "libertad individual" a ultranza. Libertad, que en última instancia, coincide con los principios fundamentales de la doctrina liberal.

Ahora bien, por qué criticar la institución matrimonial es fascista? En todo caso, aquellxs que pensamos así preferimos luchar por la abolición de esquemas patriarcales con mediadores de las relaciones humanas. Lo cual no implica que estemos en contra del matrimonio para todxs, sino simplemente que no lo consideramos un paso "radical" hacia una sociedad más igualitaria. Acaso pensás que le sociedad va dejar de ser homofóbica por que exista esta ley?

Diego dijo...

Sí, Linkillo, fascismo es un extremo del Estado. Entederlo como otra cosa que acepta desprenderse e incluso oponerse de modo total a la figura del Estado es regalarle esa palabra a teorías que seguro son más discutibles que la realidad sensible de lo que nos mostró el Estado moderno en la primera mitad del siglo XX cuando la palabra en cuestión apareció con fuerza. La palabra quedaría significada a esta altura del siglo XXI por las herencias de las interpretaciones críticas que tuvo la parte teórico-política del significado original y muy alejado de lo sensible. De última, fascismo sería capitalismo, no horror estatal. ¿Quién consiguió esto? Por el momento sabemos que es alguien que ha logrado ganar una discusión bajando el ancho de espadas contra eso a lo que hoy se le llama "anarco capitalismo" y que en la realidad no es más que un conjunto de teorías que recorren sin demasiado éxito las fotocopiadoras de algunas facultades, pero que en la realidad no ha existido nunca y no apostaría una cena a que me veré obligado a nadar entre sus aguas alguna vez. Alguien ganó la batalla simbólica en éste estado en el que entre otras tantas cosas se publica este blog, el mío, se aprueban leyes, Tinelli y Ricardo Fort son famosos, etc., adueñándose de la palabra fascista y recubriéndola de estos tonos. Qué feo. Qué feo leerte decir que el universalismo del otro día está sometido a no sé qué hegelianismo economicista, porque eso es lo del 82% móvil. Qué no se puede pagar, salvo que les bajen los sueldos a los trabajadores.


Si tenés un amigo fascista, te faltan las pruebas.

Saludos

Carolina dijo...

Perdón, pero creo que el tema es que, más allá de lo que uno piense "en general" sobre la instituciòn del matrimonio, estos no son momentos de hacer estos planteos; en todo caso, quien quiera casarse se casará y quien no quiera hacerlo no lo hará.
Creo, además, que nos falta muuuuuuchoooooo para pensar en otras formas sociales de relación, en donde lo jurídico no sea tan importante. Y además, creo que desde la heterosexualidad (yo te lo digo, justamente, porque soy hetero) es fácil hablar de ciertas cosas: hay cosas que nosotros/as podemos hacer sin estar casadas/os si somos simplemente concubinos/as, cosa que en general no se permite a gays, lesbianas, etc. Por supuesto, tampoco podemos compartir la patria potestad de hijas/os que adoptemos si no nos casamos, por eso muchxs de nosotrxs lo hacemos, pues por ahora es lo que hay.
Insisto: ya cambiaremos la sociedad y haremos que haya otras formas de relaciòn (según ciertos razonamientos que critican que se pida el matrimonio universal, también debe criticarse la monogamia...), pero creo que ahora lo que hay que hacer es apoyar este emprendimiento y ponerse contentxs e ir a los casamientos de nuestras/os amigas/os y dejarnos de jorobar.
Por otro lado, creo que una institución como el matrimonio puede resignificarse: si yo, que tengo una relación de compormiso profundo con mi compañero de vida, decido casarme porque, por ejemplo, queremos adoptar niñxs, no voy a sentirme atada a nada pues simplemente será un lazo legal con alguien a quien amo profundamente y con quien no necesito tener papeles para amar y cuidar toda la vida, simplemente hará que podamos ser padres felices y que nuestrxs hijxs adoptadxs puedan ser "nuestrxs" y no de una u otro. Por supuesto que la sociedad no va a dejar de ser homofóbica por una ley, las leyes no cambian la cabeza de la gente, pero creo que hay famiilias que ya existen y que deben ser amparadas por la ley. Y todas las que vengan.
Perdón por lo extenso, pero creo que ciertas visiiones del anarquismo son un poco adolescentes, y en este momento hay fundamentalismos que pueden ser contraproducentes.
Abrazos para todas las locas y tortas que decidan casarse, y también para aquellxs que decidan no hacerlo. El tema es poder elegir.

Xtian dijo...

Ana, te pregunto sin ninguna mala intención. Vos sos gay o de alguna de las minorías sexuales a las que se les impedía casarse? Yo sí, y entonces dejame que te conteste. Sería idiota pretender que la sanción de esta ley termina con la discriminación, pero sí es un avance radical. Muy muy importante. Yo sé que yo y muchos amigos, en algún momento, gradualmente e inconcientemente nos asumimos gays, y como parte de eso hicimos un duelo sutil, ese que decía que asumir eso era también asumir la pérdida quizás de nuestra familia actual (nuestros padres podían echarnos de casa) y quizás de una futura (porque no veíamos padres, hijos, relaciones expansivas, socialmente aceptadas). Vimos después proyectos de relaciones en el largo plazo, empezamos a ver diversidad, y después sí estas familias que pretendían ser reconocidas como tales. Esa herida es una herida que tenemos que cicatrizar. Me asumo en esa tarea. Te dejo otra anécdota: un amigo mío muy mujer se enteró que unos amigos míos yanquis habían tenido mellizos por inseminación artificial. Salió con un discurso tremendo diciendo que esos chicos iban a salir defectuosos, que cómo se podía hacer tal cosa, bla blá. Mi amigo tiene un gigantesco deseo de ser padre. Él no lo dice, quizás no lo sepa, pero se le nota. Es de los que ve un bebé en un carrito en la calle y se queda mirando, se agacha junto al carrito, etc, dice bubububu tatatata a chicos en colectivos, etc. Ese amigo mío me dijo unos días después de esa discusión que tuvimos: "Yo nunca voy a ser padre, pero si vos lo sos algún día, sería un honor ser el padrino".

Eso, y mucho más. Este avance empieza a roer la crueldad, no sólo de la homofobia externa, sino de la internalizada. Yo y mucha gente que conozco seremos medio limitaditos y cuadrados, pero yo reconozco lo importante que es una ley un reconocimiento legal en el momento de pensar conceptos como familia. Ahí hoy se produjo un avance muy difícil de medir. Y por eso este es uno de los momentos más felices de mi vida. Y más cruciales para muchos de nosotros. Y la creación de una simetría, el frío mortal y el vértigo que sentimos cuando tuvimos que salir del ropero, lo sentimos ahora en sentido contrario, abrazados y acompañados por mucha, mucha gente heterosexual que por primera vez nos vio e hizo algo para que dejar claro que nos quieren como iguales (hasta ahora esos apoyos eran fiacas y ambiguos).

Hace 25 años mi vieja me dijo que yo era un enfermo y que nunca lo iba a aceptar. Ese día, en la plaza, a las 4 de la mañana, recibí un mensaje de texto de mi vieja. Decía: "Siiiiiiiiiiiii!".

Permitime el misticismo. Pocas veces uno siente en la vida que se reconfigura, que el eje de sus átomos chirría y se tuerce. Eso pasó ese día para muchos de nosotros.

Tengo muchas ganas y mucha curiosidad por lo que viene. Y eso para mí es radical.

Ana dijo...

Pero Xtian, a la sociedad no se la cambia desde arriba. Esta ley que se acaba de sancionar representa una igualdad jurídica, pero no social. Es decir, salir del closet va a seguir siendo dificil para miles de homosexuales. Así como los hombres y las mujeres tienen los mismos derechos y eso no significa que la sociedad no sea machista. No veo que tiene de adolescente mi postura (como señala Carolina), sí me parece por el contrario que lo del matrimonio ha monopolizado las ambiciones del activismo LGTB, lo cual me resulta un estancamiento. Ojalá la reciente sanción de la ley sirva para que puedan buscarse nuevos horizontes.

federico carugo dijo...

Disculpe Daniel pero:
"Juana de Arco (que de psicótica belicosa pasó a ser torta asesina, en una apresurada operación de interpretación cultural)"

1-Es un groso error. No se deje llevar por la película, es tan sólo una interpretación del director...
http://www.imdb.com/title/tt0151137/

2-En vez de "informe para una academia..." no debería llamarse "Ciencias Morales"? humm... ahora que lo pienso dudo que Kafka lo denuncie por plagio y quiera un rédito económico, Kohan es capaz...:D

3-Que a un político no se le caiga una idea no significa que sea bruto...Significa que no le cae una idea.

Qué raro que profesionales de psicología y psiquiatría, que intelectuales y filósofos no expusieran, aconsejaran o trazaran un línea posible de conducta. Ahora los "dinosaurios" de las religiones si opinaron con fuerza, ¿Qué raro no?

Cebra dijo...

Hacía mucho que no me despertaba con un buena noticia como esta. L señora Negre de Alonso tiene razón , ahora vamos a tener que enseñarle a los niños que además de hombre y mujer hay homosexuales, bisexuales y trans y que la sexualidad, como todo, es una construcción..Claro que lo que a la señora la escandaliza a nosotros nos alegra y nos compromete con el futuro. Ahora vamos por la legalización del aborto.

Anónimo dijo...

Daniel: buenísima tu nota, escribís cada día mejor. El debate fue buenísimo solo me queda objetar la falta de referencia a los indios: ¿qué pasa con los onas, los tehuelches, los ranqueles? ¿O sólo nos quedamos con Julio César y Sócrates? Ahí fallaron los escribas. El matrimonio homosexual, sin ius, ya existía acá antes del Bicentenario!

Julia dijo...

La nota de Daniel me había encantado apenas la leí ayer, pero como no tenía mucho para agregar más que decir eso, no comenté nada (temo a veces sobrecargar los comentarios con simples apreciaciones de gusto o asentimiento). Pero luego de leer el comentario, relato y explicación de Xtian, sí siento la necesidad de decirle cuánto me emocionó y cuánto me gustó. Fue un placer leerte, Xtian, y más placer aún sentir ese merecido alivio y poder compartir esta enorme alegría.

Xtian dijo...

Ana, seguís equivocada. Esta ley influye muchísimo en la homofobia, incluyendo la salida del ropero. Era MUCHO más difícil salir del ropero cuando la homosexualidad era considerada por todas las asociaciones psiquiátricas del mundo una enfermedad. Y lo fue después cuando no éramos iguales ante la ley. Me parece que no leíste mi post. Uno de los problemas de salir del ropero era que los padres pensaban que "nunca vas a tener familia y te vas a morir solo". Eso era una preocupación natural de los padres. Y eso está cambiando y cambia radicalmente con esta ley. Eso es en cuanto a los efectos obvios de la ley. Pero además esta ley produjo otras cosas, para empezar, mayor visibilidad, mayor transversalidad y una solidaridad de la gente hetero hacia nosotros. Los que somos "visibles" lo sentimos en el último mes. Amigos heteros que se sumaron a la marcha, y decenas de emails y apoyo, honesto apoyo. Esto no pasó en los 90s con el HIV, si comparás esta respuesta con lo que pasó en ese momento, vas a notar un avance difícil de calcular.

Incluso ahora va a ser más fácil pasar una ley de género, porque por primera vez nos consideraron y nos escucharon. Incluso legalmente esto es un precedente básico de igualdad. Ahora podés argumentar que la ley no discrimina, antes no.

Y es cierto que esto monopolizó la fuerza de la Federación. Pero también es cierto que en otros países esto no se logra en décadas (Estados Unidos). Esto se logró con esfuerzo de unos pocos años acá. Somos unos privilegiados. Y esto ayuda a que más gente se movilice. Yo no puedo criticarle nada a la Federación, tienen muy poca guita y hacen todo a pulmón. Y lo que hicieron fue un ejemplo de militancia y laburo.

Obvio que hay que seguir luchando para que un pibe de 15 años pueda ir a un cumpleaños de 15 con su novio y no lo caguen a palos. Obvio que falta un montón, pero es difícil lograr más cosas si no tenés derechos básicos.

Xtian dijo...

Gracias Julia. Hoy celebramos en todos lados. Abrazos para tuti.

Cristian Borsetti dijo...

Si Macri decide implementar el voto calificado yo, que soy un verdadero revolucionario como Ana, no voy a luchar contra ello. Si total, el hecho de votar no cambia nada, ¿no?

Niñera queer no se busca dijo...

¡Cortenlán con tirarse en contra de esta conquista parx txdxs sobre la fuerzas de la naturaleza, que "los Furios" son una legítima fuente de ingresos y el padre de Vera Fó. (oh, también cineasta) se autorresponderá inquietudes maceradas en aridez respecto de la necesariedad (sic) de las áreas de estudios dedicadas a lxs mismxs!

Ana dijo...

Cristian, si leés mi post nunca dije que esta ley "no cambiara nada", así que me parece que tu chicana no se aplica a lo que yo sostengo. En todo caso dice más sobre vos que sobre mí. Igual es curioso que hables sobre el voto calificado, porque en las últimas elecciones (2009), así como en muchas otras, en la provincia de Formosa (en la que solo se presentan a elecciones dos partidos: el kirchnerismo y el radicalismo) trascendió que matones del PJ golpeaban a miembros de la comunidad wichi y los obligaban a votar por ellos bajo amenaza de quitarles no solo el documento sino las tierras.
Supongo que vos habrás salido a protestar por eso, tanto que me chicaneás a mí con ese tema, defensor de la democracia.

Xtian, no creo estar equivocada simplemente por no atribuirle a esta ley la trascendencia que vos le das. Los cientos de miles de personas que se movilizaron en contra (y los tantos otros que también se oponen pero no salieron a la calle) van a seguir estando en contra. Los que la apoyaron ya lo estaban de antes. Me parece que los cambios sociales no se miden por un voto más o un voto menos en el senado. Obvio que la ley sirve para regularizar la situación de muchas parejas, pero de ahí a decir que es una "batalla cultural ganada" me parece que hay una diferencia enorme. Saludos.

pentimento dijo...

Genial la nota de Daniel, hoy volvi a leerla y sigo disfrutando el dia historico que vivimos.
Xtian como siempre un placer leerte, orgullo extremo ser amigo tuyo.Besotes.Jorge Russo

Anónimo dijo...

Defendamos el derecho de Fogwill a estar gagá.

Anónimo dijo...

Ana:
No sé por qué Carolina usó la palabra adolescente pero pienso que plantear "Acaso pensás que le sociedad va dejar de ser homofóbica por que exista esta ley?" lo es
¿Realmente se te ocurre que D L puede pensar eso?
¿Por qué tratar a los demás de pelotudos?
¿Quién puede considerar esto un paso radical hacia una sociedad más igualitaria?
Si eso no es retórica teen ¿qué es?

Alba.

Ana dijo...

Alba: En ningún momento traté a la gente de pelotuda, en todo caso estarás viendo ataques donde solo hay disenso. Cuando uno lee cosas como "se ganó una batalla cultural" realmente comienza a preguntarse si hay gente que realmente piensa que con la sanción de la ley de matrimonio se acabó la homofobia.

No veo lo "teen" de mi retórica, aunque sí me parece infantil la victimización, como acusarme de tratar de idiotas a los demás cuando nunca lo hice.

Xtian dijo...

Ana, te aclaro algo, para mí esto es una batalla cultural ganada, y al mismo tiempo creo que no se acabó mágicamente la homofobia. Te sugiero como lectura el Crack up de Fitzgerald, en el que dice que un rasgo de inteligencia es poder mantener dos conceptos distintos en la mente al mismo tiempo. Lo que yo digo y menciono como batalla cultural ganada es esto. NADIE, ni siquiera la gente que estaba opuesta fervorosamente al matrimonio igualitario, se animó a decir "no quiero que tengan ningún derecho". NADIE. Ni un sólo diputado. Todos se atajaban diciendo que las parejas del mismo sexo merecían derechos, casi todos, y sólo se oponían con fervor a igualar o a dar el derecho de adopción. ¿Hemos perdido tanto la perspectiva en este tema que no podemos decir que eso es una batalla cultural ganada, cuando hace pocos años, las mismas organizaciones gays consideraban que era muy improbable que incluso la unión civil nacional se discutiera en el Congreso?

La batalla cultural que se ganó es que hoy no podés decir esa gente es enferma, ni decir no merecen ningún derecho, ni nada de eso, sin pagar un alto costo. La batalla cultural ganada es que muchísima gente NO GAY tomó este tema como propio, demostrando un apoyo, que a mí me resulto conmovedor. Esto NO había pasado en otros temas. Suena a prehistoria, pero cuando el tema HIV / SIDA arreció, la mayoría de la gente heterosexual se encogió de hombros mientras la gente gay caía como moscas, hasta que políticamente se empezó a imponer que "el SIDA es de todos" y que hasta las amas de casa podían infectarse. El avance producido desde los 90s hasta hoy, y que se aceleró bruscamente en los últimos 3 años y más todavía en los últimos meses para mí sí implica una batalla cultural ganada. Esa batalla cultural es la que hizo que la Iglesia, que siempre usó alguna variante del discurso discriminatorio, ahora precipitó su caída al apretar el acelerador. Mucha, mucha gente los dejó solos. Se conquistó un 25% de la población que antes se oponía, se sumó a gente indiferente, y quedó simplemente el porcentaje recalcitrante, que quedó aislado. Hoy mismo, a una semana de la ley, estoy seguro de que si encuestás miles de personas pasaro a apoyar el matrimonio igualitario.

A eso me refiero con batalla cultural ganada. No a que todos los problemas se terminaron, sino que la balanza se torció definitivamente para un lado. A partir de ahora, como pasó con temas como esclavitud, derechos de la mujer, el que sostenga posiciones contrarias a esto paga un precio alto políticamente.

Esa es la batalla cultural que no se ganó en Estados Unidos, donde Bush torció varias elecciones al revés, por el tema de oponerse al matrimonio gay.

Creo que tenemos que celebrar que en muchos casos la gente acá es un poco más sensata, que el nivel de debate fue bastante más alto que en otros temas y en otros países, y que mucha, mucha gente, tomó esto como un decir no a una crueldad ya insostenible. ¿Tanto pero tanto cuesta ver esto como un gran triunfo y un gran avance? Podemos verlo así, y seguir peleando con fuerza contra la homofobia y contra tantas otras cosas.

Por lo menos esa es mi postura. Y no voy a fingir un cinismo que no tengo, o una distancia emocional sobre uno de los momentos en los que como ciudadano y como persona gay y como argentino me sentí feliz y orgulloso.

groncha dijo...

no tengo cinismo pero entendiendo perfecto la postura de "Ana"
si mañana se presenta un proyecto de ley en el que igualitariamente todos tengamos la posibilidad de ser esclavos también voy a criticarlo

no soy cínica, ni en pedo me caso, ergo no tengo un joraca que festejar