Por Daniel Link para Perfil
Después de un malhadado viaje y una
internación campestre, volvemos a Buenos Aires después de casi un
mes de ausencia para cumplir con las últimas obligaciones laborales
del año. La ciudad parece asediada: en muchas esquinas veo rastros
de fogatas, señal indiscutible de que hubo allí piquetes de
protesta por la falta de suministro eléctrico por parte de las
empresas socias del gobierno (que tiene representantes en sus
directorios desde hace años). No hay bancos, y la administración
pública fue despachada.
Lo que más me sorprende es que, desde
que ejecutó la Danza de la Muerte, nada se sabe de la Sra.
Fernández, y temo que nadie nos esté diciendo la verdad: que ha
habido un golpe destituyente (¿no nos habían sostenido en vilo con
esa amenaza durante la “década ganada”?) y que el peronismo
opositor impuso a un primer ministro como cabezota de gobierno (el
mismo que había utilizado el Sr. Duhalde en su paso fugaz por Casa
Rosada) y el exilio interior a la Sra. Fernández.
¿Quién ejerce la presidencia, en
estos días aciagos? Tal vez nadie, como tantas otras veces, lo que
demuestra la entereza del pueblo argentino para seguir existiendo en
el límite de la inteligibilidad. O tal vez no se trate de eso, sino
de algo mucho más perturbador por sus alcances: el triunfo del “¡ma sí!”, que vuelve fútil toda forma de acción, de resistencia, de
imaginación política. El “ma-sísmo” que domina el horizonte
de este gobierno: para sostener un modelo de desarrollo ligado al
consumo enloquecido (un modelo aberrante de desarrollo), se
subsidiaron las tarifas de los servicios públicos, entre otras
cosas. Por eso hoy es difícil discutir con quien dice a media voz
“¡ma sí!, yo enchufo el aire”, el mismo que, previamente, lo
estimularon a comprar en comodísimas cuotas que iban a parar a una
ensambladora berreta en Tierra del Fuego y, por esa vía, a no sé
qué arcas patagónicas. ¡Ma si! Me vuelvo al campo...
3 comentarios:
Hay que eliminar los tachos de basura con ruedas. Son subversivos.
Comentario bastante flojo. La academia tiene estos personajes. Mejor, que viajen porque cuando hablan dan pavura.
Esta en la nota más boluda que leí en mi vida.
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