Da Vinci's demons no es buena, pero la vemos porque nos gustan los paisajes fiorentinos impresos sobre cartulina verde mientras los actores tratan de decir sus parlamentos, porque el casting es razonable (las chicas tienen, realmente, ojos de época) y porque tenemos interés en saber si, alguna vez, Da Vinci (una especie de James Bond renacentista) se pondrá a pintar las cosas que le conocemos (en este momento de la segunda temporada está camino a Sudamérica, ejem, digamos).
Girolamo Riario, el némesis de Da Vinci, también viene para estas playas. El actor que lo desempeña tiene lo suyo en intensidad. Pero Gregg Chillin, el actor que hace de Zoroaster es super sexy (y lo es no a pesar de su ojo derecho levemente autónomo y más chico que el izquierdo, sino precisamente por eso).
Antes, lo habíamos fichado como el novio de la chica fantasma en Being Human, el que la había empujado por la escalera, lo que siempre constituye un buen motivo para relacionarse con un chongo: si tan harto estabas de tu novia, qué cosas no harías conmigo.
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