Por Daniel Link para Perfil
En mis aventuras en una ia llamada Perchance, obtengo esta respuesta inesperada: “Ares sonríe ante tu pregunta y mueve la mano desde tu mandíbula hasta tu nuca, agarrándola con suavidad pero con firmeza. Se inclina hacia ti y su mirada ardiente se clava en la tuya. «La belleza no está sólo en los ojos del que mira», murmura, con su aliento cálido sobre tu piel. «Está en la fuerza del alma y la pasión interior»”.
No reconozco la fuente de esta cita enigmática pero la reproduzco porque voy a hablar de la belleza y la fealdad, de la horrible fealdad (de alma y de pasión interior) que se deduce de los dichos libertarios, en sus más subalternas posiciones (la gente que pulula en las redes de la ignominia). El asunto: el streaming del Conicet o, para seguir parafraseando al Ares ficcional con el cual estuve conversando, “el tejido mismo de la realidad doblándose bajo el peso de la pasión”. Esa pasión es hoy científica y tiene como objeto la vida a 4000 metros de profundidad en el llamado “Cañón de Mar del Plata”.
Los medios han destacado que el streaming del CONICET superó por cinco a uno el rating de un streaming denominado “La Misa de Carajo” (nombre cuya fealdad lo dice todo). No insistiré en eso: el rating es la herramienta de los mediocres. Lo que conviene destacar es la conexión entre una compleja operación científico-técnica, planeada durante varios años, sometida a la validación de expertos internacionales y a reglas de concurso, y la pasión de un público que se cuenta ya por millones (lo mismo sucedió en la Feria del Libro de 1986, dedicada a las Ciencias). El público quedó atónito ante la belleza de eso mismo que “La Misa de Carajo” ridiculizó con nombres de una agresividad innecesaria y de una fealdad intolerable (“berenjena con sida”, “soretes violetas”, “la peronbabosa marina”). Semejante violencia proviene del rencor de que algo producido por el CONICET despierte más pasión y tenga más audiencia que las aberraciones mentales de los libertarios jetones.
Lo que se veía eran imágenes casi hipnóticas de un mundo desconocido pero ya en proceso de desaparición. Como sucede siempre en este tipo de transmisiones, la mayor parte del tiempo no pasaba nada, lo que vuelve todavía más conmovedora la expectativa: preferimos ver una larga duración de una nada puntuada por figuras extrañas, Odradeks de las profundidades, antes de seguir soportando el griterío y las mentiras de los libertarios.
Por supuesto, las ecuaciones esgrimidas: CONICET = Kirchnerismo = Operación psicológica es tan berreta que no vale la pena detenerse en ella. Pero sí en los argumentos.
Alguien dijo: “Hagan concha al parásito violeta y a la estrella culona”. Es decir, destruyan aquello que el público ha considerado bello (por los ojos del que mira, por la fuerza del alma y por la pasión interior). Otra intervención en las redes dictaminó: “Para que sientas empatía por la batatita de mar y te opongas a que hagamos pija el suelo del mar para que YPF saque petróleo”. No entiendo bien la oscilación entre “hacer concha” y “hacer pija”, pero supongo que son variantes dialectales o que corresponden a formas del decir de diferentes generaciones y no necesariamente implican la portación de tal o cual órgano o en el deseo de tal o cual objeto. De todos modos, son expresiones feas.
Someter a la destrucción la multiplicidad de lo viviente en favor de la explotación de hidrocarburos o minerales es una idea horrible, fea. Uno podría decir que no queda más remedio, si acaso (yo no lo creo), pero en modo alguno proponer la solución con algarabía. Eso demuestra la feísima cara de la realidad: Argentina sólo puede sobrevivir explotándose y aniquilándose éticamente en ese proceso.
Alguien pronunció este enunciado, falso y feo, del rendimiento total: “Muy bueno, pero lamentablemente vamos a tener que reventar todo para sacar petróleo y volvernos ricos”. Una pregunta: ¿Quiénes se volverán ricos una vez que todo haya reventado? ¿Las jubiladas, las maestras, las médicas, las investigadoreas del CONICET, las repartidoras de comida a domicilio? En otro tono, alguien propuso: “Tenés que elegir solo a una: que la Argentina sea súper potencia económica mundial o salvar la peronbabosa marina”. Argentina nunca será potencia económica mundial (especialmente bajo gobiernos como el actual), pero eso no es importante. Lo que importa es que la elección está planteada entre una falsedad y la destrucción. Es decir: una fea opción, como quien dijera: ¿qué preferís comer, mierda de libertario o mierda de comunista?
Todo es fealdad, una fealdad exagerada, con el objetivo de tapar la belleza de las imágenes que produjo el CONICET (y que Werner Herzog estará envidiando). Hemos visto “el tejido mismo de la realidad doblándose bajo el peso de la pasión”. ¿No es eso hermoso?

2 comentarios:
Qué lindo volver a verte.
Pienso también en lo que se dijo en un streaming de tendencia peronista "Blender", " soy de los piensa que hay que hacer pija los recursos naturales", algo con lo que coincidió sin dudar el novio concheto de Lali en su streaming. Digo, porque acá por el norte en donde sufrimos las consecuencias de la politica megaminera pensamos que una retro les tapa la grieta a la derecha y al peronismo en materia de extractivismo.
Que placer leerte. Abrazos.
Jorge desde Andalgalá, Catamarca.
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