sábado, 25 de agosto de 2012

Soberanía para todos


Por Daniel Link para Perfil

Antes se decía “el rey está desnudo” en relación con una parábola sobre la soberanía que quería decir que todos, salvo el soberano, veían la estupidez del rey. O sea: cegado por su propia estupidez, el rey ya no puede ver lo que los demás perciben.
Ahora, en cambio, se dice “el príncipe está desnudo” para aludir a fotos que muestran a los herederos del trono soberano (ayer Guillermo, hoy Enrique) en pelotas y en las circunstancias menos regias: ¡en un hotel de las Vegas, jugando al "strip-billard"!
¿A qué colegios fueron estos chicos? ¿Pensará la reina que la culpa toda la tiene esa plebeya mitológica que les arruinó las rancias tradiciones para siempre?
En todo caso, antes o después, la desnudez regia despierta el escándalo porque la soberanía se reconoce por lo que se viste: la misma noción de “investidura” remite a esa articulación entre la carne y el traje (Marx se preocupó sólo por la relación entre la tela y el traje, porque no podía estar en todo).
En Eva Perón, Copi hace decir a Evita, como primer parlamento: “Mierda. ¿Dónde está mi vestido presidencial?” La madre, que la aguanta en esa escena intolerable, le contesta: “¿Qué vestido presidencial, querida? Todos tus vestidos son vestidos presidenciales”.
Pero no es así, y Evita lo sabe: la investidura presidencial no es cualquier cosa que el cuerpo soberano (incluso, como en este caso, un cuerpo que no ocupa el lugar presidencial) se ponga encima, sino el accesorio decisivo que transforma un cuerpo cualquiera en sede de la soberanía. Desnudos, los reyes o los príncipes abandonan (sin abandonar del todo, porque ésa es la paradoja del soberano) la lógica de la soberanía.
En esto, los argentinos somos tan expertos como las monarquías más antiguas de Europa (seguramente, porque nuestra sociedad ha aceptado con algarabía el perfil de monarca de la villa que tanto cultivan nuestros gobernantes). Ahora bien, experticia no equivale a inmunidad, y en tiempos de tanta cacareada soberanía (hidrocarburífera, libresca, monetaria), convendría cuidarse del dictum “el rey está desnudo” que, una vez pronunciado, ya no puede borrarse.



1 comentario:

Pablo Makovsky dijo...

magnífico comentario. me recordó (e inspiró el trabajo de transcribirlo) un párrafo de las memorias de jamandreu: http://pifiada.blogspot.com.ar/2012/08/paco-jamandreu-y-la-falda-de-alcaucil.html