por Daniel Link para Perfil
No quisiera que se entendieran las siguientes líneas como una defensa
de la Srta. Xipolitakis, a quien no contrataría ni para que limpiara mi
inodoro. Su miserabilidad y su vileza, al difundir un video que
comprometía el trabajo de dos personas, ha quedado suficientemente
demostrada.
Todas las “celebridades”, ahora lo sabemos, son invitadas a la
cabina. Yo mismo, cuando era un niño, fui invitado varias veces a
visitar a los pilotos. Ahora, esas gentilezas comprometen la “seguridad”
y el periodismo televisivo se rasga las vestiduras ante la gravedad de
la intromisión de la Srta. Vicky en un ambiente supuestamente “estéril”.
Se me dirá que no hay que pecar de bovarismo, pero en las películas de
avión, siempre termina aterrizando el aparato una azafata descerebrada y
valiente. Quiero decir: hay cosas más importantes de las cuales
preocuparse en relación con los aviones.
El tratamiento que recibe cualquier pasajero de cualquier aerolínea
en cualquier parte del mundo muestra que vivimos una situación
propiamente concentracionaria: los aeropuertos y los aviones son
espacios en los que somos despojados de todos nuestros derechos
ciudadanos y somos tratados como terroristas enloquecidos, culpables
antes de cualquier consideración: botellitas de agua no se pueden subir a
los aviones, los desodorantes son incautados, así como los encendedores
(yo siempre llevo dos, porque he comprobado que cuando descubren uno,
ya se quedan tranquilos). Hay que sacarse los zapatos y someterse a
escaneos con dispositivos cancerígenos. Hay que pasar todos los
controles con una sonrisa y evitar toda protesta porque eso podría
costarnos el vuelo y, todavía más, una prohibición a largo plazo.
Ya en el cielo, hay que soportar estoicamente el suplicio de espacios
cada vez más reducidos, la escasez de mantas y de almohadas, la
impertinencia del personal de a bordo. Como si viajáramos en trenes de
la muerte.
Las tres gracias
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Mientras preparo un taller sobre el paso (siguiendo algunos motivos) de los
cuentos tradicionales, desde las lejanas cortes europeas a los libros que
hay...
Hace 3 semanas.
1 comentario:
En Francia existe la expresión "raclure de bidet" (raspado de bidé).
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