por Daniel Link para Perfil
No sé si he subrayado lo suficiente la
calidad extraordinaria de la serie Penny Dreadful (el título
refiere a las ficciones baratas de terror que, hacia finales del
siglo XIX, circulaban en Londres). Acaba de comenzar la tercera
temporada y el suceso de las dos anteriores me da un poco de miedo.
Ya sabemos cuán esclava es la televisión del éxito: si no lo
tiene, los proyectos se discontinúan: si lo tiene, probablemente los
desvirtúe.
La producción fue, desde un comienzo,
británico-estadounidense. Pero esta tercera temporada ha amplificado
esa desagradabe característica y me hace temer lo peor.
Por lo pronto, los personajes andan
desperdigados a los dos lados del Atlántico.
En Londres, Vanessa Ives (una cada vez
más extraordinaria Eva Green) anda paseando con Mr. Sweet (que es,
en verdad, Drácula). Cada tanto va a un consultorio a someter sus
neurosis a un tratamiento psicológico. El secretario de la analista
(que en la temporada pasada fue una bruja) es Renfield, quien le
cuenta sus secretitos a Mr. Sweet.
Por otro lado, andan juntos el Dr.
Frankenstein y el Dr. Henry Jekyll, compañeros de estudios,
potenciando sus experimentos. Y, finalmente, Dorian Gray anda del
bracete de Lili, “la novia de Frankenstein”, convertida en
feminista radical, con deseos de conquistar el mundo (asesinando de
paso varones que explotan a las mujeres).
Del otro lado del Atlántico están
Ethan (el lobo de Dios), acompañado de una bruja. Los persiguen,
además de las fuerzas de la Ley, Mr. Murray y el padre apache de
Ethan, para salvarlo de no se sabe bien qué peligro y para, en
última instancia, salvar al mundo.
La trama norteamericana carece de la
intensidad de la trama londinense (ah: el monstruo de Frankenstein
vuelve después de un raro periplo a la ciudad, con recuerdos frescos
de su vida pasada).
El revoltijo de nombres y figuras
clásicas del gótico británico no significa demasiado porque la
historia, originalísima, teje con ellos una intriga nueva. Miss Ives
es el centro de la trama (todas las fuerzas del mal, en las sucesivas
temporadas, tienen el propósito de aniquilarla). Ella, que se ha
entrenado en las artes oscuras de la brujería y que es además
vidente, sufre casi sin interrupción desde el primer capítulo, hace
tres años.
El primer capítulo de esta temporada
fue extraordinario: situó el relato el día que murió Alfred
Tennyson (el 6 de octubre de 1892) lo que, de paso, sirvió como
índice de las fuentes de inspiración de John Logan para escribir
sus extraordinarios diálogos.
La producción es impecable, los
escenarios quitan el aliento y la cinematografía de la serie
sostiene con perspicacia los claroscuros de una trama en la que
oscuras potencias (ni siquiera el Bien es agradable, porque está
teñido de positivismo) van produciendo, uno a uno, los monstruos de
nuestra modernidad.
1 comentario:
Profesor, le iba a enviar un mensaje porque todavía no había dicho nada sobre esta genialidad! Cada vez se pone mejor! Gracias por los apuntes!
Saludos
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