Ah, los
espejos, esas misteriosas superficies que nos devuelven una imagen
imposible de nosotros, porque somos eso que vemos allí donde no
estamos.
El
kirchnerismo gusta de mirarse en el espejo petista y relaciona la
suerte de la Sra. Cristina Fernández con la de Dilma Rousseff,
aunque nada tenga que ver un caso con el otro. Se podrá simpatizar o
no con el ronroneo administrativista de la actual gestión argentina,
pero lo cierto es que la coalición gobernante alcanzó el poder
legítimamente. Lo de Brasil es muy diferente. No soy capaz de
pronunciarme en relación con la maniobra legislativa que otorgó la
presidencia al Sr. Temer, porque desconozco los pormenores de la
legislación brasileña, pero independiente de la legalidad del
asunto, queda claro que se trató de un atropello con todas las
letras, incluidas las de Margareth Thatcher, a quien acaba de citar
como su fuente de inspiración para defender la enmienda
constitucional (PEC 241, aprobada por los diputados federales) para
crear un techo de gasto público ¡durante los próximos veinte años!
Es
verdad que el Sr. Temer y el Sr. Macri se sienten a gusto uno con el
otro, pero no es el espejo del Pro el que estamos viendo, sino el del
kirchnerismo, cuya situación nada tiene que ver con la del PT.
Más le
convendría al kirchnerismo mirarse en el espejo sandinista para
entender en qué podría haberse convertido. Luego de haber derrocado
al dictador Anastasio Somoza, la cúpula dirigente del sandinismo
aprobó, al término del primer gobierno de Daniel Ortega, leyes que
les permitieron quedarse con los patrimonios que, en todo caso,
pertenecían al pueblo que por ellos había luchado. “La piñata”
es el nombre de aquella repartija que supuso una ruptura sin
precedentes de la ética pública.
La victoria de Violeta
Chamorro en 1990 (opositora), lejos de debilitar al FSLN lo
fortaleció y le permitió incorporarse como fuerza democrática que,
en los hechos, pactó con la derecha para garantizar la impunidad de
todos. Desde 2007, los Ortega (Daniel y su esposa) gobiernan un país
que, gracias a la concentración del capital y de la tierra, tiene
210 multimillonarios, una cifra que supera a Panamá, paraíso del
lavado de dinero. El embajador de Nicaragua en Uruguay es el italiano
Maurizio Gelli, hijo de Lucio Gelli, fundador y gran maestro de la
logia Propaganda Dos. Mañana hay elecciones en la República de
Nicaragua. “Espejito, espejito...”
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