Por Daniel Link para Perfil
Volvimos de la 31º Marcha del Orgullo, agotadas de cansancio y un poco ofuscadas con la COMO por la deficiencia en la organización. Hubo una cantidad de gente como nunca se vio en Plaza Mayo en los últimos tiempos: la plaza llena, multitudes por Diagonal Norte hasta el Obelisco, y por Diagonal Sur hasta el monumento a Roca, donde estaba la carroza Loca (o mejor: la carroza Cheta) y Avenida de Mayo totalmente cubierta de gente prácitamente hasta Esmeralda. La COMO hablaba de más de 1.000.000 de personas, y esa cifra era verosímil. En el peor de los casos, superaban el medio millón de personas.
En Plaza Mayo había un escenario frente al cual la gente se amontonaba desde el mediodía. Alrededor de la plaza se había instalado el mercadillo, lo que generó problemas de circulación: no se podía salir de la plaza sino por el centro, enfrente de Avenida de Mayo. En algún momento a alguien se le ocurrió decir que la Marcha había comenzado (y no era cierto) por lo que decenas de miles de personas se abalanzaron sobre la única salida disponible, donde se produjeron sofocos y apretujones que podrían haberse evitado sencillamente poniendo el mercadillo contra las fachadas que rodean la plaza.
Ya en casa, prendimos la televisión a ver cómo lo habían cubierto los canales. En los diarios hablaban (hay que ser cretinos) de 50.000 personas. La televisión también se conformaban con “miles de personas”. Señoras y señores: fueron cientos de miles de personas las que se congregaron para pedir ciertas cosas, pero sobre todo para festejar que la vida continúa, pese a todas las fantasías de exterminio, la transfobia, la homofobia y la lesbofobia.
Habíamos visto drones filmando la marcha desde todos los ángulos. Ningún canal se dignó a pasar esas imágenes impresionantes que después pudimos ver en redes, porque hubieran tenido que acompañarlas de alguna explicación.
Alguien me entrevistó por la remera que yo estrené en la Marcha: la máscara de Darth Vader y la leyenda “No soy tu padre”. “¿Qué quería decir?” Es una negación del patriarcado: la ascendencia y los mandatos no te definen. “¿Es un mensaje para alguien que esté en la marcha?” Sí, claro: que no he venido en calidad de padre. Soy una más en el millón.
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