miércoles, 12 de marzo de 2025

Alegoría de la política

por Giorgio Agamben para Quodlibet

Todos estamos en el infierno, pero algunas personas parecen pensar que no hay nada más que hacer aquí que estudiar y describir minuciosamente a los demonios, su horrible aspecto, su feroz comportamiento, sus traicioneras tramas. Tal vez se engañan de este modo pensando que pueden escapar del infierno y no se dan cuenta de que lo que les ocupa por completo no es sino el peor de los castigos que los demonios han ideado para atormentarles. Como el campesino de la parábola kafkiana, se limitan a contar las pulgas en la solapa del guardián. Ni que decir tiene que tampoco los que están en el infierno pasan su tiempo describiendo a los ángeles del cielo: también éste es un castigo, menos cruel en apariencia, pero no menos odioso que el otro. 

La verdadera política se encuentra entre estos dos castigos. Comienza por saber dónde estamos y que no podemos escapar tan fácilmente de la máquina infernal que nos rodea. De demonios y ángeles sabemos todo lo que hay que saber, pero también sabemos que es con una imaginación falaz del paraíso como se construyó el infierno y que a cada consolidación de los muros del Edén corresponde una profundización del abismo de la Gehenna. Del bien sabemos poco y no es un tema en el que podamos profundizar; del mal sólo sabemos que nosotros mismos hemos construido la máquina infernal con la que nos atormentamos. Tal vez nunca haya existido una ciencia del bien y del mal y, en cualquier caso, aquí y ahora no nos interesa. El verdadero conocimiento no es una ciencia, es más bien una salida. Y es posible que esto coincida hoy con una resistencia tenaz, lúcida y rápida en el acto.

8 de marzo de 2025

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