jueves, 20 de noviembre de 2003

Nunca nunca quisiera volver a casa

Salimos de Bellagio a la 1 del mediodía del martes. Llegamos a Buenos Aires a las 11 del miércoles. Fueron 26 horas de viaje, a saber: el ferry hasta Varenna. Esperar el tren. El tren hasta Milano C.le. Esperar el bus. El bus hasta Malpensa. Esperar el avión. El avión hasta San Pablo. Esperar la conexión. El avión hasta Buenos Aires. Primera impresión: mientras todos los demás aeropuertos (incluido el de San Pablo, claro) estaban atestados de aviones, en Ezeiza había sólo cuatro. Como si se tratara de un aeropuerto provincial. La primavera, y los jacarandaes en flor, sin embargo, compensaron la impresión de culo del mundo. En Bellagio nos saludaron afectuosamente y nos esperan de vuelta. Habrá que ver si se puede y si vale la pena.
He perdido los reflejos para conseguir asientos en el tren y me fastidian mucho las manías locales. En cambio, el vértigo y el multiculturalismo de Buenos Aires me hacen sentir bien. Si no fuera por la vida pobre...

domingo, 16 de noviembre de 2003

Giro

El viernes nos fuimos a Bérgamo, una ciudad amurallada de provincias, tan encantadora como cuando la descubrí hace unos años. Salimos muy temprano, de modo que los trenes que tomamos estaban llenos de adolescentes que iban al colegio. No en vano el Liceo italiano es una de las mejores escuelas de Europa: los niños tienen 6 días de clase. La consecuencia nefasta de tal política educativa es que la noche "crazy" de los fines de semana se reduce a los sábados (nadie sale los viernes). Es decir: los sábados las ciudades están atestadas y es imposible conseguir lugar en ninguna parte si uno no ha hecho previamente una "prenotazione" (una de las más sólidas instituciones italianas, casi tan incomprensible como la misa). Recorrimos Bérgamo en una sola mañana demencial y después nos trepamos a los trenes rumbo a Brescia, donde me tomé una foto en honor a Kafka y a ese texto tan amado "Los aeroplanos de Brescia". Luego, Verona, ay, que me gustó. Mucho, me gustó. Con la farsa de Julieta y los restos de Roma por todas partes (incluido el sótano de la FNAC, que apiló unas cuantos mármoles gastados con fines, pienso, puramente impositivos). Es probable que Verona sea un parque temático, pero en todo caso es un parque temático encantador. Pasamos dos noches ahí. La mañana del sábado la gastamos (cosas que se me pegan de hablar en inglés) en Mantova, la cuna de Virgilio, a quien sin embargo no se recuerda en su justa medida. El lugar, también, donde vivió Andrea Mantegna, tan querido por mí, y donde Alberti hizo sus mejores obras: San Andrés, tan bella que da escalofríos, y San Sebastiano, tan exacta que parece justificar la sospecha de mi mamá de que todo lo que está bien hecho en el mundo es obra de los extraterrestres.
En Verona regatee con un negro que vendía falsas carteras de Prada. ¡Y fui feliz porque lo hice bien! Hoy, domingo a la noche, volvimos a Naboo, donde (debo decirlo) se extraña la belleza y la elegancia un poco sobreactuada de los italianos. Pero cumplí. Me porté bien y les dijimos Salve! Ya habrá otra oportunidad para decirles Ci vediamo.
Mañana, día de lavarropas y empaque. Como dicen allende el Atlántico (donde todo es, ay, un poco mejor), "ya está bien con esta vaina".

jueves, 13 de noviembre de 2003

Problemas en Uganda

Parece que la banana es la base de la alimentación en Uganda. Y entonces se les ocurrió (a los genetistas y mejoradores de plantas) multiplicar la producción de bananas por planta. Resultado: los bananos se caen porque no aguantan el peso de tanta fruta. Y los ugandeses se ven obligados a apuntalarlos con palos. Pero hete aquí que se les acabaron los palos. Y ya no hay cómo apuntalar los bananos. Entonces los genetistas y mejoradores de plantas estuvieron discutiendo modificar genéticamente una vez más para fortificar los troncos de las palmeras. En fin... Insisto en que no me parece que por ese lado se llegue a solucionar el hambre de los pueblos. Ni hablar del "yellow rice", que parece que es otro problema complicado, que no alcanzo siquiera a comprender porque afecta a los etíopes (Bill Cosby resultó ser un etíope, y no un norteamericano como pensábamos).
No dije nada de Liv Ulman. Liv Ulman, pero en la película de Lita Stantic, Un muro de silencio, doblada por Bárbara Mujica. Porque Liv Ulman (en realidad se llama Susana) vivió tres años y medio en Montevideo y habla perfecto rioplatense. Muy impresionante y muy refrescante. Nos hicimos amiguísimos y le regalé mis libros. Lamenté que no hubiera coincidido con Luis y Selby. Se habrían llevado bien.
También tuve ocasión de conversar con "Sandra Bullock-representando-el papel-de Barbara Streisand-joven" (con nariz postiza, claro, como Nicole Kidman). También me cayó bien, pero no le regalé nada porque no entiende una palabra de castellano.
Le sacamos fotos a Vittorio, el jefe de camareros. Falta la foto de Francesco y la de Helena (que nos pidió que se la hiciéramos el lunes, así venía bien peinada: ah, le donne!)
Ahora, siendo las 9.44, me voy a dormir, como Dios manda.

miércoles, 12 de noviembre de 2003

Otro blog

www.indij.blogspot.com

Complot

Anoche nos presentaron a los de la conferencia de biotecnología. El encuentro reunía a expertos en manipulación genética y expertos en cultivos en países en desarrollo. O sea: se reunieron para planear el modo en que van a cambiar el mundo. Y yo fui testigo. A la hora del café, le dije a la presidenta de la conferencia que me parecía un tema un poco difícil. Ellos insisten en que de ese modo alimentan al mundo. Yo intenté que entendiera que el hambre del mundo nunca fue un problema de la genética. Y me quejé, desde ya, de los tomates. ¿Acaso no es absolutamente cierto que hemos perdido para siempre el sabor de los tomates? Se rió de mi ejemplo pero le pareció muy atinado. Y me explicó las pruebas que hacen con los tomates para comprobar su grado de manipulación. Es sencillo: reventar un tomate maduro contra el suelo. Los más manipulados prácticamente no explotan. Con medir el radio de la mancha se sabe algo del tomate.
Lo curioso es que Alice, nuestra anfitriona, fue quien me presentó a la clonadora. Ah, usted es el poeta argentino, me dijo. Y parecía que mi punto de vista podía tener alguna importancia para ella. Hablé de la soja, naturalmente, que es la obsesión argentina en la materia.
En fin... Si tuviera que haber un asesinato lo pondría después de esta conferencia. El grupo de becarios ha quedado reducido a su mínima expresión (y no la más favorable), de modo que es muy posible imaginar odios irresueltos. No me explico cómo van a hacer para sobrevivir los que se queden después del martes próximo, cuando nos vamos seis más.
Mañana jueves es prácticamente nuestro último día. El viernes a la mañana (en realidad, antes incluso de que salga el sol, "oscuri, sola sub nocte, per umbras") nos vamos a Bérgamo, Verona, Mantova. Como para decir Ciao! a Italia y Salve! a los italianos.


lunes, 10 de noviembre de 2003

Wow!

Illustrious company at Bellagio

By Alfred A. Yuson
The Philippine STAR 11/03/2003


Rarefied and remarkably stimulating has been the company I’ve been enjoying at Rockefeller Foundation’s Bellagio Center. From my first day onwards, it’s been nothing less than dizzying cycles of striking up friendships and, sadly, bidding farewells to predecessors who had completed their four-week terms.

In any international company, of course I’d hit it off instantly with a Scotsman. And this idyllic sojourn at Villa Serbelloni has not been an exception.

Nicholas Wade, professor of visual psychology at the University of Dundee in Scotland (my favorite country next to my own), and Professor Hiroshi Ono of York University in Toronto are working together on a fascinating study titled "Direction and Distance: Defining the Historical Dimensions."

When I first asked Nick about his area of expertise, the reply had simply been: "Visual allusions." I was to learn that he has authored at least two books on the subject: Visual Allusions: Pictures of Perception and Psychologists in Word and Image.

He and Hiro have been working together for years. They’d usually come for lunch, an informal affair, in T-shirts they had designed and printed themselves, with chest imagery of the subjects of their research and study, such as Magritte’s famous pipe image, or Jung’s face super-imposed on the yin-yang symbol. For dinner Nick would wear the occasionally required tie, but his was one-of-a-kind, with an image he had constructed and printed himself.

They have also written several papers, a couple of which I found on the long table in the villa’s library, where all of us were expected to display our books and other produce. From Leonardo da Vinci’s Struggles with Representations of Reality, which they co-wrote with Linda Lillakas, here’s a quote:

"Virtual reality is concerned with creating an imitation of the visual world. The term is an oxymoron considered to be a modern engineering enterprise, made possible by the power of computers. The issues at the center of virtual reality, however, are not new, as they address some ancient questions of visual perceptions. One of these is the contrast between binocular and monocular vision, which the great scientist/engineer/artist Leonardo da Vinci (1452-1519) struggled with in his numerous notebooks."

The paper goes on to say that Da Vinci himself realized that "the perception of depth is incomplete in a painting, unlike that for a scene viewed with two eyes."

In their 45-minute presentation before the rest of the assembly, Hiro Ono showed slides and asked us to move our heads from side to side to prove a scientific point. This soon became a favorite injunction when we got mired in any point of contention. All the other fellow had to do was "move your head from side to side."

For his part, Nick projected a video of a waterfall in Scotland, and showed how arresting the action would cause the human eye to perceive the waters as flowing upwards, albeit momentarily.

Another subject of interest for Nick was the work of painter Patrick Hughes, whose use of reverse perspective on 3-D canvas constructs produced stunning visual conundrums of trompe l’oeil carried to a higher level.

Absolutely fascinating, at least for myself, was the professional engagement of this pair. Their company proved even more enlightening when we discovered a common interest. But naturally, our conversation over my first dinner drifted to single malt whisky, to my mind Scotland’s greatest contribution to the rest of the planet after Bell’s telephone, macadamized roads and Scotch tape.

It turned out that Nick and Hiro were members of a special international whisky club called Scotch Perspectives. Since I had brought along a 12-year-old Old Course Clubhouse single malt – something like a commemorative special to honor St. Andrews Links – which I had picked up at the NAIA Duty Free shop pre-departure, I was told I should be inducted in no time.

None of us had ever tasted from such a bottle. It was with rising anticipation then that we resolved to hold the induction that very night. Club rules stipulated that at least three members be present. Nick’s wife Christine, another member, was leaving the next day. It became imperative for me to join a club whose principles other than the pursuit of single malt whisky included an obsession with the absurd, as manifested by the way an inductee, other than offering a fresh new bottle after which he or she would then be telegraphically named, also had to declare an area of incompetence.

I offered to sing My Way. But musical deficiency had already been claimed by a predecessor. Okay, many other things I can’t do well, I acknowledged, or cannot to do at all. Such as? Well, such as, er, hmm, yes, making it to the ladies’ loo. Perfect, Nick proclaimed, a la Sean Connery in early Bond movies, or, say, "The League of Extraordinary Gentlemen."

"Your club name would then be ‘Old’ — after Old Course, of course — and we are marking you down, to acknowledge your area of incompetence, as Ladies’ Toilet Attendant."

Tears nearly flowed down my cheeks as I accepted the honor. We broke the bottle, with full Digicam documentation carried out by Hiro’s life partner Karen. I made a little speech, claiming exemption from Groucho Marx’s life principle declining membership in "any group that would have me." We toasted one another. And I knew my stay at the Bellagio Center was off to a splendid start.

Over lunch on my second day, I met a pleasantly droll magus, Charles Perrow, emeritus professor of sociology at Yale University, who was working on a manuscript, "Organizations and Disasters." Learning that I came from Manila, he let on that he had taken part in the US Army’s liberation effort in 1945, involving a march from Lingayen to Tarlac, thence the Open City where I was born. Present at my creation then was this fine gentleman, whom one wouldn’t think was a septuagenarian, so spry is he still, with a shock of gray curly locks that make him look like a senior version of Eliot Gould.

"Chick" Perrow’s presentation, as much as I could gather, was on the rise of the disaster index in America, thanks to increasing reliance on power grids and expanding bureaucracies. He advocated decentralization, citing terrorist groups as an effective organization because of their size and autonomy. He also held up the example of the Internet’s efficiency owing to the global multiplicity of service providers, and warned against possible mergers and monopolistic practices a la Bill Gates.

The questions posed during and after a presentation often led to more engrossing contours of thought, or details of concrete dissimulation. Chick Perrow, who would often challenge everyone to a game of tennis on the villa’s rubberized court, rattled off such impressive rational constructs when queried, so that I resolved to look up his books on the long table: Normal Accidents: Living With High-Risk Technologies and Organizing America: Wealth, Power, and the Origins of Corporate Capitalism.

We joked over how Chick was an expert on disasters; his lovely wife Barbara confessed that this was what must have gotten them together, since she had been an organizational disaster before meeting him.

When no one else was listening, I suggested to Chick that he ought to visit Manila again sometime, as it was the capital of the most disaster-prone country in the contemporary world, per a respected global report. "Is that right?" he drawled. "Then perhaps I should."

The rest of the company proved no less engaging throughout my first week. This included, and here we seemed to be doubly blessed, at least for a weekend, the Rockefeller Foundation President, Gordon Conway, the first Brit to occupy the post.

Then there were the Ella Walker Distinguished Fellows who get to stay in the villa for as long as three months (oh, broken by trips everywhere): Alice Stone Ilchman, director of the Jeanette K. Watson Fellowships of the Thomas J. Watson Foundation based in New York, who is working on "Editing and Revising the Papers and Discussion from 2002 Bellagio Conference on ‘Strengthening Nationally and Internationally Competitive Scholarships’, to be published by Indiana University in 2004 as ‘The Lucky Few and the Worthy Many’"; and her husband Warren Ilchman, director of the Paul and Daisy Soros Fellowship for New Americans, who’s working on "A study of origins, missions and evaluation of non-university-based centers for encouragement of scholarship and discussion, about issues of importance to disciplines, interdisciplinary fields and public affairs."

Paul Soros is the brother of the once-controversial George Soros, the genial Warren acknowledged over dinner. I brought up the matter of Malaysian PM Mahathir Mohammad’s public indictment of George Soros’ stock trading activities, among others. I can’t quite paraphrase the reply, but suffice it to say that Warren offered a satisfactory and witty explanation.

Warren turned 70 at Villa Serbelloni, for which milestone their brood also came to visit briefly. The family stayed at The Bristol, an independent two-story building that marked the start of the pedestrian walkway leading down to town.

Luis Camnitzer, professor emeritus at the Visual Arts College at Oldwestbury (SUNY), an Argentine artist based in New York, accompanied by his life partner Selby Hickey, was working on a manuscript, "Conceptualization and Resistance: Conceptualism in Latin American Art."

William Coble, lecturer at the University of Chicago, accompanied by his four-month-old wife Jenny, was working on music composition for piano, chamber orchestra and computer.

Katherine Fennelly, professor of the Humphrey Institute of Public Affairs at University of Minnesota, was working on a manuscript, "Immigration, Race Relations and Turkey Production in the Rural Midwest."

Andrei Babenko, professor of Tomsk State University in Siberia, Russia, was working on a study, "Lifestyle of Indigenous People in Siberia: Social and Ecological Problems."

Jessie Christine Gruman, president, Center for the Advancement of Health based in Washington DC, was working on a manuscript, "Capturing the Value of Health Research," while her husband, Richard Sloane, professor of behavioral medicine at Columbia University, was working on a study, "Blind Faith: Evidence, Anecdote and Advocacy." His presentation was held before my arrival, but I understood that it was critical of the use of religious practices in the conduct of healing.

Cecilia Vicuña, a Chilean poet/artist based in New York, was working together with her life partner Cesar Paternosto, an artist, on a book of poetry and painting, Kelllccani Sitowa.

I also missed out on Cecilia’s and Cesar’s presentation, as well as those delivered by Independent Artist Gina Ferrari (on a video work on the Contadina or peasants of Northern Italy), and fiction writer Dael Orlandersmith of New York, who was working on a novel, Lone Dancer Underground.

The pleasure of interaction with these fellow residents, at least for a week, may not have been enough to appreciate their work better, so that it was with a certain pang of regret that we said goodbyes as another batch came to take their places at Villa Serbelloni.

With this batch came my own spouse, who arrived to join me after a week. There went my own novel-in-progress, at least for the first few days, when I had to introduce her to the innumerable paths and walks around the villa. These all seemed to lead uphill to the Castle’s Keep, the ruins of a fortress-lookout on the highest vantage point of the promontory that is Bellagio, established by the Celts long before the Christian era. It soon became my life partner’s favorite spot for sketching, whether in splendorous sun or the occasional steady drizzles that kept me indoors, at work.

But there was market day in Como on the first Saturday we were together, and Butch and Beng Dalisay had alerted us on the positive aspects of this tiangge. True enough, we came away with three large bags of purchases. And there was Varenna just across the lake, a 15-minute ferryboat ride, as well as other equally picturesque villages that could be done on a day trip. Beyond these loomed the rugged mountains of the Italian pre-Alps, now snow-capped to signal the imminent end of autumn.

Those who came to join us on Week 2 included Jamil Mahuad, former President of Ecuador, who would work on two writing projects: "Adventures in Fixing the World" and "Resolving an Ancient Conflict: Peru and Ecuador." He quickly recounted how he had met former President FVR at Harvard, where he currently enjoys a fellowship.

A young chap is Daniel Link, professor and writer from Buenos Aires, Argentina, working on a writing project: La Anxiedad, Novela Trash (Anxiety: Trash Novel). Daniel is also a poet. With him is life partner Sebastian Freire, a photographer, who would be pursuing his own project, "San Sebastiano: An Iconography."

Then there’s Louis Hock, professor of the Visual Arts Department of the UCal in San Diego, who would be working on a conceptual video installation billed as "Sicily." He’s a former colleague of Vince Rafael at the La Jolla campus, before Vince moved over to UWash in Seattle. Louis gave an engrossing presentation involving video and slides that detailed personal statements on the trans-border relations between the USA and Mexico.

Nights after dinner when we made our way to the Music Room for grappa, brandy or amaretto (or upon my spouse’s arrival, reinforcement in the form of a single-malt bottle of Laphroaig, so that she herself was inducted into Nick’s, Hiro’s and my club, as "Lap"), Louis and I would step out into a balcony to share my pack of Camels unfiltered. At times the winds would force us to take quick drags and cut our conversation short. We’d hurry back to join the company of Extraordinary Ladies and Gentlemen enjoying the post-prandial drinks.

On the eve of Halloween we were joined by a score of conferees on a five-day discussion on "The Influence of Cooperative Bacteria on Animal Host Biology." We quickly learned in their company that good bacteria outnumbered bad bacteria at roughly nine to one, but that the minority, as in certain global situations, often proved persnickety and troublesome.

But then someone from Latin America brought in a guitar, so that the room soon rang with songs led by Cielito Lindo — A ya yay! — and it was another happy night for the villa savants. By the by, as of this writing we’re anticipating another ritual on the morrow, when Halloween would be celebrated with the staging of what looks to be a psycho-drama billed as "Murder in the Villa."

Whether we get out of that alive should be no capital matter. We have lived, and continue to live, a most fulfilling experience thus far at Villa Serbelloni.

As Alice Ilchman remarked in a post-dinner speech, most everyone who comes to Bellagio does so with keen expectations, having been briefed by friends, travel books or tourist brochures. But that we all soon find out that "It’s better than what you heard."


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Hoy...

día extraordinario, tomamos el café después del almuerzo en la terraza. Y después bajamos al lago, con nuestros trajes de baño. Y nos tomamos fotos veraniegas. Y todo fue dulce como el ámbar y la ambrosía. Recién, desde el balcón, vi salir a Vittorio, el jefe de los camareros, que me saludó afablemente, como siempre. Escribo antes de la cena, esta vez, temprano, porque esta noche tendremos que despedir a seis amigos, entre ellos algunos muy queridos, que abandonan Naboo mañana, en las primeras naves.
Para compensar tanta pesadumbre, hay muchos biotecnólogos en la casa.
Si todo sale como lo planeamos, el próximo sábado estaremos en Mantova, poniendo flores en el monumento a Virgilio y admirando las proporciones de la iglesia que Alberti construyó en honor de San Sebastiano.
Ahora, me voy a lavar la ropa.

domingo, 9 de noviembre de 2003

Orgullo argentino

El viernes a la noche, comida con los de la conferencia de Derechos Humanos y "Comisiones de verdad". Gente de África, Sudamérica y los Estados Unidos. Muy buena gente. En el discurso de presentación de la conferencia, se cita repetidamente a Argentina como modelo en relación con procesos de juicio y castigo a culpables de crímenes de lesa humanidad. Por una vez, el orgullo de ser argentinos. En el balcón de fumadores, después del café un senegalés (o ganhés, no lo recuerdo) insiste en la importancia que tuvo para ellos la visita de un prohombre de los derechos humanos de Argentina, que los visitó hace unos años. No se acuerda del nombre. No era Pérez Esquivel. Con una paraguaya muy simpática nos burlamos un poco de nuestra condición de sudacas. Brindamos por el Mercosur. Ayer sábado, finalmente no fuimos a Bérgamo porque llovió desde la madrugada. Será el próximo fin de semana, el último en Naboo. Milagro: en un cine de Milano dan Matrix en versión original con subtítulos. Tal vez mi protesta encontró algún alma sensible en los programadores locales. ¿Valdrá la pena la excursión? Veremos. Anoche, comida opulenta y después película mala (pero muuuy mala) en el cuarto. A punto de terminar La montaña mágica y a punto de terminar también La ansiedad (en rigor, ya está listo, pero dilato el momento de abandonarla porque no termina de convencerme aunque me tiene harto). Mañana empieza otra conferencia, ésta sobre biotecnología y desarrollo alternativo. Naboo da para todo.

viernes, 7 de noviembre de 2003

El tiempo vuela

¿Qué es el tiempo? Un misterio sin realidad propia y omnipotente. Es una condición del mundo de los fenómenos, un movimiento mezclado y unido a la existencia de los cuerpos en el espacio y a su movimiento. Pero ¿habría tiempo si no hubiese movimiento? ¿Habría movimiento si no hubiese tiempo? ¡Es inútil preguntar! ¿Es el tiempo función del espacio? ¿O es lo contrario? ¿Son ambos una misma cosa? ¡Es inútil continuar preguntando!

(M.M. pág. 481)

Más sobre la enfermedad

El doctor Behrens instruyó personalmente al novicio acerca del modo cómo debía sentarse y mantenerse.
--¡Abrace la plancha! --dijo--. ¡Si quiere ilusionarse imagine que es otra cosa! Y estréchela bien contra su pecho, como si tuviese sensaciones voluptuosas. Sí, respire. ¡Alto!
Hans Castorp se mantuvo, entornando los ojos, con los pulmones llenos de aire. A su espalda crepitó la tempestad, estalló, y luego fue tranquilizándose. El objetivo había mirado dentro de él.
Se separó, turbado y aturdido, por lo que acababa de sucederle, a pesar de que no se hubiese dado cuenta, en lo más mínimo, de la penetración.

La montaña mágica, 297-298

--(...) Con el cuerpo ocurre lo mismo. Es necesario honrarlo y defenderlo cuando se trata de emancipación y belleza, de la libertad de los sentidos y la felicidad del placer. Es preciso despreciarlo cuando se opone al movimiento hacia la luz como principio de gravedad e inercia, rechazarlo en cuanto representa el principio de la enfermedad y la muerte, tanto más cuanto que su espíritu específico es el espíritu de la perversidad, el espíritu de la descomposición, la voluptuosidad y la vergüenza.
Settembrini había pronunciado estas últimas palabras de pie, muy cerca de Hans Castorp, casi sin acento y muy de prisa para terminar de una vez.

M.M., pág. 345

Todo esto se refería a la patología, a la doctrina de la enfermedad, y era el acento del dolor colocado sobre el cuerpo, pero al mismo tiempo sobre la voluptuosidad. La enfermedad era la forma depravada de la vida. ¿Y la vida? ¿No era quizá también una enfermedad infecciosa de la materia, al igual que lo que podía llamarse el génesis original de la materia no era tal vez más que la enfermedad, el reflejo y la proliferación de lo inmaterial? El primer paso hacia el mal, la voluptuosidad y la muerte había partido sin duda de allí donde, provocada por el cosquilleo de una infiltración desconocida, esa primera condensación del espíritu, esa vegetación patológica y superabundante se había dotado de un tejido, medio por placer, medio por defensa, constituyendo el primer grado de lo sustancial, la transición de lo inmaterial a lo material. Era el pecado original. La segunda generación espontánea, el paso de lo inorgánico a lo orgánico, ya no era más que una peligrosa adquisición de conciencia del cuerpo, lo mismo que la enfermedad del organismo era una exageración embriagada y una acentuación depravada de su naturaleza física. la vida no era ya más que una progresión por el camino aventurero del espíritu impúdico, un reflejo del calor de la materia despierta a la sensibilidad y que se había mostrado sensible a ese llamamiento...

M.M., págs. 392-393

Anoche...

... hicimos el ridículo de una manera dolorosa. Como era el cumpleaños de Luis, el uruguayo, Kathy nos convocó, sub specie "coro latinoamericano", para cantarle las mañanitas después de la cena. No sé cómo no se nos ocurrió que iba a ser un bochorno. Lo hicimos pésimo. Espero que Luis comprenda la grandeza de nuestro gesto y el cariño inmenso que connota.
Para colmo, era la primera noche del nuevo contingente de residentes en Naboo, aquellos que nos sobrevivirán cuando nos vayamos. Deben haber pensado lo peor de nosotros. ¿Quiénes son? Parecen gente encantadora... Está Glenn Close de nuevo, esta vez haciendo el papel de Feminist Woman. Y también llegó Mary Tyler Moore. Pero no conversamos con nadie porque nos sentamos con Margarita, que nos divierte mucho. A propósito, los hispanoparlantes somos la primera minoría, con seis personas en la casa. De ahí la idea de Kathy. Lo que no previmos es que todos cantábamos horrible.
Ayer el aire estuvo turbio todo el día y la luz, lechosa. Hoy amaneció nublado pero, para compensar, con nieve en las montañas circundantes. Ahora el sol se anima a salir un poco. Círculos de luz divina sobre el lago. ¡Construyamos una iglesia!

miércoles, 5 de noviembre de 2003

Últimos senryus

69. Homenaje a Manzoni

Lejos de casa
Todo parece un poco
Más provinciano.

71. Universidad

Una pregunta:
“¿Se entiende lo que digo?”,
y la esperanza.

72. Beatriz me aclara:

No son travestis
La Mariátegui o La Walsh.
¡Son los alumnos!

73. Justicia académica

La Corte dijo:
Florencia Garramuño
Debe marcharse.

74. Intelectuales

Raúl, Beatrice:
Ángeles tutelares
De los que aprendo.

75. Nostalgia

¿Se puede añorar
el arte de vanguardia,
aquella era?

76. Contemporáneos (3)

Pedro en Chile y
Rafael en Colombia
Son mis amigos.

77. Solos y solas

Los que amo: Ariel,
César, Pablo, María,
Gaby y Arturo.

78. Intriga

¿Por qué son pocas
las mujeres que escriben,
en Buenos Aires?

79. Estrella pop

Bejerman antes
Escribía o bailaba.
Ahora canta.

80. Braguetazo cultural

¿Qué es esa cosa
informe, mal escrita,
que llaman Eñe?

81. Nuevo cine argentino

Lúcida y fina,
Lucrecia Martel filma
Como los dioses.

82. Proyectos

Chicas que cantan,
Copi, Clases, La ansiedad,
Links y Leyenda.

83. Mentores

Les debo todo a:
Enrique, Anita, Sylvia,
Beatriz y Elvira.

Naboo

Había allí habituales del solarium, de nacionalidades diferentes, y entre ellos figuras nuevas, aparecidas desde el primero de octubre, que Hans Castorp no hubiese podido nombrar, mezclados con caballeros tipo señor Albin, muchachos de diecisiete años que llevaban monóculo, entre ellos, un joven holandés con lentes, de cara rosada y con una pasión maniática por el canje de estampillas, algunos griegos con gomina y unos ojos de forma de almendra, muy dados a mermar en la mesa los derechos de los demás, y dos pegajosos inseparables a los que llamaban "Max y Moritz", como en los álbumes de Busch, y que pasaban por reincidentes en evasión. El mexicano jorobado, cuya ignorancia de las lenguas allí representadas le daba una expresión de sordo, tomaba sin cesar fotografías, arrastrando con una agilidad cómica, el trípode de un lado a otro de la terraza. El consejero también aparecía, para realizar el truco del cordón de los zapatos. En alguna parte, solitario, se ocultaba el dovoto de Manheimm, y sos ojos, profundamente tristes, seguían, con viva repugnancia de Hans Castorp, ciertos caminos determinados y secretos.

(Thomas Mann. La montaña mágica. pág. 320)

La enfermedad

--Enfermedad y desesperación --dijo Settembrini-- a menudo no son más que formas de extravío.
"¿Y Leopardi --pensó Hans Castorp--, que ha contribuido a la ciencia y al progreso? ¿Y usted mismo, señor pedagogo, no está también enfermo y no ha venido a parar aquí? Me parece que no a Carducci"
Y en voz alta añadió:
--¡Pero bueno! Esa señorita cualquier día puede morder el polvo, ¡y llama usted a eso extravío! Es preciso que se explique con mayor claridad. Si usted dijese: a veces la enfermedad es la consecuencia del extravío, eso ya sería admisible...
--Muy admisible --dijo Settembrini--. Ya veo que le gustaría que me limitase a eso.
--O bien si usted dijese: la enfermedad es, en ciertas ocasiones, pretexto para la licencia, quizá podría admitirlo.
--Grazie tanto!
--Pero, ¿la enfermedad una forma de extravío?, es decir: no nacida del extravío, sino ella misma extravío. ¡Eso es paradójico!

(Thomas Mann. La montaña mágica. pág. 305)

Planes

El sábado, nos vamos a Bérgamo. Si volvemos a cenar o no, Dios lo sabe. Pero es que en la Academia de Bergamo hay un San Sebastiano de Rafaello (uno de mis top ten de todos los tiempos, junto con Leonardo, Warhol, Kafka, Pasolini y Bruneleschi). Arreglamos con Flavia para pasar el día allá. Y después, el domingo, ella se viene apara que le mostremos Naboo. Y así será.

Statement

Quiero hacer un statement contra los italianos, el único que puedo formular, teniendo en cuenta la debilidad enfermiza que siento por los Settembrini de todos los tiempos. No puede ser que no den las películas en idioma original. No puede ser. Una de las razones de mi viaje era poder ver Matrix, Revolutions, antes que nadie en Buenos Aires (la función de preestreno fue "oggi, alle ore 15:00, in contemporanea mondiale, nei migliore cinema della Lombardia"). Por supuesto, me negué a ver a Keanu Reaves doblado al italiano. Entiendo perfectamente la belleza de la frase "Tutto quello che ha un inizio ha una fine", pero me niego a verla pronunciada por Keanu. De modo que no fui al preestreno. Sebastián, pobre santo, fue. Y se encontró, como no podía ser de otra manera, con Rafaella Carrá. El monolingüismo, de cualquiera se trate, me harta.

Discutí con P. D. James

Por supuesto, nunca debí involucrarme en una discusión con P. D. James, pero me parece que ya me estaba acostumbrando a que las sobremesas fueran un libre intercambio de posiciones políticas que nos permitieran saber quién estaba a la derecha o a la izquierda de cada una de las veladas (tarea ciertamente agotadora, teniendo en cuenta el carácter rotativo de la concurrencia). El tópico de la discusión fue, por cierto, el andaluz profesional, que me pareció más falso que un billete de tres dólares (para decirlo en palabras comprensibles para un angloparlante). P. D. James lo defendió calurosamente. Pero yo sé, porque soy argentino, la poca confianza que se puede tener en un español. Sobre todo cuando éste se presenta con una edición especial de El País (edición Extfremadura, precio: gratuito) sobre sí mismo bajo el brazo. P. D. James defendió la autenticidad del sujeto. Terminé diciéndole que si él realmente era amigo de los Reyes de España, como hacían pensar las fotos trucadas de ese regalo de sus tres ex-esposas, entonces la cosa era todavía peor. Las chicas más jóvenes (y, por lo tanto, más inteligentes) presentes en el debate me pidieron explicaciones sobre la expresión "andaluz profesional". Y creo que entendieron mi punto de vista. En todo caso, una semilla que tal vez germine y tal vez no en las cabezas anglopensantes. Igual, no debí involucrarme en una discusión con la iron-woman de la noche. Es que estaba nervioso porque había vuelto a Naboo mi camarero predilecto (¡papito!) y porque la tontería del Hugh Grant sueco se me había vuelto intolerable. Casi una ofensa personal. En fin, lo dicho: después de dos semanas, empieza el período difícil. Abandonar Naboo y volver a Buenos Aires, a los premios literarios y los concursos docentes. Mañana cumple años Luis, el uruguayo, nuestro ídolo. Algo haremos para homenajearlo. Conseguí una edición de las Lettere de Pasolini muy hermosa y a muy buen precio. Es mentira que Europa sea cara, es otro estándar. Bona notte, sono felice.

martes, 4 de noviembre de 2003

¡Nuevos personajes!

Piensan en todo, che. En todo. Como la melancolía por la partida de ocho becarios iba a ser mucha, justo comenzó una conferencia sobre derechos humanos (especialmente referida a personas con HIV). Encanto de personas: están Phil Collins, Pérez Esquivel, el Hugh Grant sueco, la mismísima P. D. James (con veinte años menos) como jefa del grupo, el Andaluz Profesional...
El dia glorioso, con 18 grados y una luz imposible de describir, para mí al menos (que soy tan bestia con las descripciones). Brillante, la velada y, sobre todo, la sobremesa. Cada día más enamorado estoy, como no podía ser de otra manera, de los uruguayos. Trabajo: acabo de terminar Campo intelectual y otros poemas y mañana espero poder empezar a terminar Leyenda, sobre historias de la literatura. En fin... todo según lo planeado. Ahora, me merezco La guerra de las galaxias. Naboo, Naboo. Y todo lo demás, es literatura.

lunes, 3 de noviembre de 2003

Mañana

comienza la tercera semana de residencia en Naboo. Es verdad que se vuelve cuesta arriba. Hasta ahora todo anduvo de maravillas. Me doy plazo hasta el viernes para terminar definitivamente (para abandonar)La ansiedad. Hoy, en Lecco, tras las pistas de Alessandro Manzoni, un héroe del romanticismo, y un prócer de provincias. De Buenos Aires, llegan buenas y malas noticias. Las malas, mejor olvidarlas. Las buenas: el premio Herralde para la novela de Alan. En Naboo, el grupo se transforma: algunos se van, otros llegan. ¿Valdrá la pena el cambio? Uno empieza a extrañar a los personajes que ya no están: el Hombre-de-la-Crisis-de-Nervios y Bárbara, su esposa.
Veremos qué nos depara la noche...

domingo, 2 de noviembre de 2003

Habladurías

Nuestra amiga Kathy sigue las páginas de este diario. A ella, y sólo a ella, tendré que dedicarle la novelita policial que resulte de todo esto.

Actualización de senryus

62. Nueva dramaturgia
Con tanta plata,
Rafael no les paga
A sus actores.

63. Bienale
Caso terminal:
La Agonía del arte
Se ve en Venecia.

64. Corrupción
¿Los profesores
que cobramos los bonos,
somos honestos?

65. Preocupación
La Nación dice
Que en Filosofía hay
Persecuciones.

66. El eterno retorno
Los Montoneros
Se juntan de noche en
Michelangelo.

67. Nadie es profeta en su tierra
Jacoby es tema
De tesis en Bellagio.
¿Y en Argentina?

68. Fastidio
Posmodernismo y
Posestructuralismo,
¡no son lo mismo!

El Bellagio que no miramos

Las casas donde la gente vive. El barrio que está detrás de la zona turística. La scuola elementale (un edificio majestuoso), el sporting club, los motoqueros que vienen desde Milano en motos carísimas (BMW 1500) acompañados de sus novias, y cruzan el lago en el Ferry. Chicos ricos que necesitan sentirse cool, las bandas de hard rock y punk melódico de Lombardía (todas listadas en Internet). Especialmente http://show.supereva.it/garadro.freeweb/index.htm?p, que hacen Tarantella-core! ¡Wow!
Links, links, links.

sábado, 1 de noviembre de 2003

Músicas imaginarias y otras yerbas

Bien, pues... lo acepto, soy un aficionado a la música, lo que no significa que la estime particularmente, como estimo y amo por ejemplo la palabra, el vehículo del espíritu, el instrumento, el arado resplandeciente del progreso... La música es lo informulado, lo equívoco, lo irresponsable, lo indiferente. Tal vez quieran objetar que puede ser clara, pero la naturaleza también puede serlo al igual que un simple arroyuelo, ¿y de qué nos sirve eso? No es la claridad verdadera, es una claridad engañosa que no significa nada y no compromete a nada, una claridad sin consecuencias y, por tanto, peligrosa, puesto que nos lleva a contentarnos... Dejad tomar a la música una actitud magnánima. Bien..., así inflamará nuestros sentimientos. ¡Pero se trata de inflamar nuestra razón! La música parece ser el movimiento mismo, pero a pesar de eso, sospecho en ella un atisbo de estatismo. Déjeme llevar mi tesis hasta el extremo. Tengo contra la música una antipatía de orden político.

Thomas Mann. La montaña mágica (pág. 160)

--¿Bajo qué forma y qué máscara aparece el amor no admitido y reprimido? --preguntó el doctor Krokovski, y miró a lo largo de las filas del público como si esperase seriamente una respuesta de sus oyentes. Pero era una pregunta dirigida a sí mismo, como ya antes a sí mismo se había dicho tantas cosas. Nadie, excepto él, lo sabía; se le notaba en su expresión. Con sus ojos ardientes, su palidez de cera, su barba negra y sus sandalias de monje sobre calcetines grises, parecía simbolizar en su persona el combate entre la castidad y la pasíon, de que había hablado. Al menos´ésta era la impresión de Hans Castorp mientras que, como todo el mundo, esperaba con la mayor impaciencia enterarse bajo qué forma el amor reprimido reaparecía. Las mujeres apenas respiraban. El procurador Paravant meneó de nuevo su oreja para que, en el instante decisivo, estuviese abierta y dispuesta a recoger la respuesta.
Luego el doctor Krokovski dijo:
--Bajo la forma de la enfermedad. --El síntoma de la enfermedad era una actividad amorosa desvirtuada y toda enfermedad era el amor metamorfoseado.

La montaña mágica, págs. 179-180

Anoche...

...en medio de la peor tormenta de noviembre (que recién empieza), llegó Edgardo. Noche de Halloween. Comimos en el Gran Hotel Villa Serbelloni, mientras una petit orquesta tocaba temas melódicos, desde Titanic hasta Marie (esa canción que cantaba Marlene Dietrich). Edgardo, extasiado ante tanta decadencia. Les pasa a los recién llegados...