Una mujer joven, inteligente y hermosa no sabe qué hacer de su vida. Siente que se le van los días en un trabajo que no la enriquece (ni siquiera monetariamente, ahora que ha tomado nota de que hasta sus proyectos de "ahorrar" chocan contra su epicureísmo impenitente). Quisiera estudiar, pero no sabe qué. Una carrera, le parece, es por un lado un conjunto de contenidos y por el otro un perfil profesional. A veces le interesa un perfil profesional pero no los contenidos que la carrera asociada implica. A veces le sucede lo contrario. Le gustaría poder elegir (saber elegir), pero se le escurren los meses entre los dedos sin que pueda salir de su estupor. Se irrita con el mundo y con las personas que le insinúan que ha decidido no decidir y que deja que la vida la arrastre como a una hoja el viento. Desdeña la ética protestante del sacrificio asociado a la elección. Lo que la paraliza, cree, es el sedentarismo, los días idénticos, la rutina. Casi podría decirse: la misma juventud que antes-de-ayer era la combustión que ponía a andar cualquier máquina deseante.
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Las tres gracias
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Mientras preparo un taller sobre el paso (siguiendo algunos motivos) de los
cuentos tradicionales, desde las lejanas cortes europeas a los libros que
hay...
Hace 2 semanas.
2 comentarios:
Eugenia está enojada.
Lo estuve, pero luego entendí. Y ahora, aunque obviamente siga dudando, encontré un rumbo.
Gracias por lo de inteligente y hermosa, aunque ya no sé si puedo adueñarme tanto del "joven".
Decímelo más seguido!
Beso.-
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