domingo, 3 de julio de 2005

Un día de paseo en Santa Fe

Un dia de paseo en Santa Fe
no le hace mal a nadie, ya lo sé.
De pantalones anchos y de vincha,
de cámisa bordada color té.

Industria Nacional

Cantábamos precisamente eso, porque estábamos en Santa Fe, participando de un encuentro literario organizado conjuntamente por la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Universidad del Litoral y la Secretaría de Cultura. Y cantábamos para olvidar un poco los 30 grados de calor que se habían abatido sobre nosotros, en pleno invierno y en una ciudad que, a la hora de la siesta, parecía víctima de algún encantamiento. Como en todo encantamiento, siempre hay un momento de condensación del ilusionismo. Lo que uno siente se proyecta en palabras que vienen de cualquier parte, de todas partes.
El jueves 30 de junio fuimos invitados a comer a orillas de la bellísima laguna Setubal, en El quincho de Chiquito, un comedor que homenajea la memoria de Carlos Monzón con fotografías (la más siniestra lo muestra saludándose con Jorge Rafael Videla), memorabilia diversa (guantes de box, estatuas monumentales) y, sobre todo, un clima tan cercano al espíritu de La asesina de Lady Di, que no pudimos sino sucumbir en masa a la euforia del pop de provincias que a mí, en lo personal, me conmueve hasta el tuétano.
Mientras comíamos una democrática y popular secuencia de preparaciones a base de surubí y otros pescados de río (para mi desdicha, esa noche no había pacú), se desarrollaba en el mismo comedor en el que estábamos una "conferencia de prensa" con motivo del cincuentenario del Club de Caza y Pesca El Halcón (y no "Alarcón", como insistía el poeta Arturo Carrera: la acústica era malísima) que, en ese acto, presentaba la gran Fiesta del Amarillo (que no es lo mismo, como señaló un conocido novelista cuyo nombre callaremos por pudor, que la "Fiesta del marrón"), orgullo de los habitantes de Helvecia, presentes chez Chiquito junto a las autoridades de Fesanpyl, de Prefectura Naval Argentina, y legisladores departamentales.
El conductor del acto presentó a una cantante que gritó sucesivamente al micrófono un chamamé y una chacarera y, después, al duo Sambra (se presentarán el próximo viernes 8 en Helvecia durante los "tres días de júbilo" que duren el certamen y la fiesta), que vociferó menos y entretuvo mejor a los adictos al surubí (entre los que, desde aquella noche memorable, me cuento).
No todo fue júbilo, naturalmente, y si bien acompañamos con palmas los momentos musicales (estratégicamente colocados entre las bolitas de surubí frito y la boga a la parrilla, de la que "caranchearon" al unísono Alan Pauls, Daniel Divinsky, Miguel Russo y Guillermo Saccomanno), también nos llamamos a la reflexión cuando el conductor se refirió al estado deplorable del medio ambiente e insistió en señalar hasta qué punto "la contaminación pone en riesgo la vida del planeta" y, en consecuencia, la pesca deportiva.
Hacia el final de la noche (embriagadora para todos nosotros), los convocados por el Argentino de Literatura pretendían que me acercara a los micrófonos para sumarme "al anecdótico regocijo de la ciudad de Helvecia" y a presentar mis respetos en nombre de todos, cosa que habría hecho de buen grado si no fuera yo tan tímido y tan poco capaz de hablar y de pensar al mismo tiempo. Propuse que fueran Angélica Gorodischer o Adriana Astutti quienes pronunciaran la solidaridad del mundo de las letras con los entusiastas de la práctica deportiva, pero ellas tampoco quisieron.
Vaya ahora, pues, nuestro agradecimiento a los amigos de Santa Fe, no tanto por una invitación (porque después de todo una invitación sólo se cursa) sino por la hospitalidad, porque la hospitalidad se sostiene y es la base de una política, la mejor política que se puede imaginar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

"Un dia de paseo en Santa Fe
no le hace mal a nadie, ya lo sé.
De pantalones anchos y de vincha,
de cámisa bordada color té"

ey muy lindo blog, por las dudas sabes el nombre de esta cancion?? saludosss