La Nación, diario terrorista

Por "bajar" música de Internet
Crucial sentencia contra la piratería
Una mujer, en Minnesota, EE. UU., deberá pagar en concepto de daños 220.000 dólares por 24 canciones

La industria discográfica obtuvo anteayer una victoria crucial en un caso de obtención ilegal de música cuando un jurado federal declaró culpable a una mujer, radicada en Minnesota, que había compartido música con derecho de copiado en Internet y por ello la obligó a pagar 220.000 dólares en concepto de daños.
La historia comenzó -según un cable de la agencia AP, datado en Doluth, Minnesota- en 2003, cuando las empresas de grabación, reunidas en la Asociación de la Industria de la Grabación de Estados Unidos (RIAA, por su sigla en inglés), presentaron unas 26.000 demandas para tratar de frenar este tipo de actividades que consisten en compartir archivos, pues afectan muy fuertemente la venta de discos ya que el sistema permite que los interesados accedan a la música sin comprar los discos.
Mientras que la mayoría de los denunciados se avino a un acuerdo fuera de la Corte y a pagar unos cuantos miles de dólares (algunas versiones indicaron que el promedio fue de unos 4000 dólares por demanda), la señora Jammie Thomas, de 30 años, madre de dos hijos, se opuso al arreglo extrajudicial y optó por el camino de la Justicia*.

*Habría que decirlo de otro modo:

Alevoso ataque a la libertad
Una pobre mujer, en Minnesota, EEUU, deberá pagar en concepto de "daños" 220.000 dólares por 24 canciones.

Los siniestros capitanes la industria discográfica, sus abogados y agentes de prensa (personas que, como es sabido, no se dedican precisamente a hacer el bien ni luchan por un mundo más justo) obtuvieron anteayer una victoria sobre los derechos ciudadanos, al inducir a un jurado federal a que declarara culpable a una pobre mujer, radicada en Minnesota, por compartir gratuitamente sus canciones favoritas...

Pero, claro, eso habría obligado al diario La Nación a rescindir sus compromisos publicitarios con los monopolios de la comunicación y a declararse en favor de los usuarios de internet y en contra de las especies más inmundas de "profesionales", las mismas que no habrían titubeado en organizar campañas en favor del esclavismo y en defender los derechos de las grandes compañías que se dedicaban al tráfico de esclavos o que no hubieran titubeado en exigir el estricto cumplimiento de las leyes de eugenesia y ciudadanía del Tercer Reich. La Nación hace terrorismo discursivo porque lo único que le interesa es sembrar el terror necesario para que la ciudadanía no reaccione en contra de arbitrariedades como ésta. La Nación es un diario terrorista. Sabido es que El 90 % de lo que distribuyen las compañías discográficas es basura (cultura industrial), pero ellos pretenden que la gente pague por la basura que producen, en nombre del arte y asquerosidades semejantes. La industria cultural, paranoica y fascista, tarde o temprano, tendrá que caer. La digitalización, así lo quiere. Jammie Thomas, víctima del mal.