CaSerolazo publicado en Radar el domingo 20 de enero de 2002, pág. 3*
por Daniel Link Hoy, miércoles, día de cierre de Radar, veo por la televisión los efectos y los testimonios de la "pueblada de Casilda" (así dice la televisión) del día anterior. Antes, las calles de Jujuy ardían de protestas y demandas populares. Después, imágenes en directo desde La Plata, donde miles de drogadictos protagonizaron un cacerolazo en reclamo de la supervivencia (en el nuevo esquema de "gasto" de la Provincia de Buenos Aires) del Instituto de Rehabilitación donde realizan sus curas.
En el fondo, no es sorprendente. Después de todo, la Argentina siempre fue un país (política y culturalmente) experimental. No hace falta remontarse a los tiempos de los sucesos de Mayo -esa revolución jacobina que, por obra y gracia de cuarenta años de intensa agitación política local, terminó adoptando una Constitución Nacional copiada de la Norteamericana. Tampoco hace falta recordar el peronismo, esa categoría que puso y sigue poniendo en jaque todas las sociologías urdidas por los europeos y que ha incorporado palabras a la lengua cotidiana de todas las naciones ("Evita" es una palabra que aparece repetidamente en las series que transmite Sony al mundo entero).
En lo que sí conviene detenerse es en el papel que Argentina está jugando en el contexto de las noticias del mundo globalizado. "¡Qué se creían los afganos!", exclama orondo el argentino de los chistes que circulan por el mundo, "¿Que nos iban a quitar protagonismo histórico o, lo que es lo mismo, figuración en tapa?". Después de todo, Argentina (país experimental como pocos dentro de ese vasto territorio experimental que se llama América Latina) fue, durante la década del noventa, el gran experimento del mundo globalizado: "Experimentemos allí", deben haber pensado los estrategas norteamericanos y los europeos cuando, durante la década del noventa, entablaron una guerra económica en la cual cada proceso de privatización funcionó como una batalla (y ya conocemos los resultados de esas batallas, y las víctimas locales de cada contienda), "dado que ellos están acostumbrados al carácter experimental de la historia". Es lógico que hoy se preocupen por el resultado de ese experimento.
O detenerse, por ejemplo, en el nombre de la discoteca situada en las afueras del pueblito de San Javier, en la provincia de Córdoba: "La evolución permanente". Hay cierta sabiduría en ese bello nombre decimonónico y contradictorio en sus términos: si la evolución funciona, como sabemos, de a saltos, la persistencia de su lógica obliga a un nuevo salto evolutivo. ¿Cuál salto estaremos dando los argentinos, en estos días de Casilda, corrales y cacerolazos de drogadictos?
Los argentinos más pesimistas utilizan la metáfora de la bomba de tiempo o del abismo. Estamos saltando hacia el abismo, sólo nos espera la catástrofe, en esas concepciones trágicas de la historia. Los argentinos más clasistas interpretan las demandas de los sectores medios de la ciudad de Buenos Aires como un movimiento de olas en las aguas heladas del cálculo egoísta. Los argentinos más historicistas interpretaron los sucesos posteriores al derrumbe delarruísta como el retroceso a los "pactos preexistentes" entre las provincias (digamos: un país pre-Caseros).
Pero lo cierto es que las últimas intervenciones en el espacio público -precisamente porque son en el espacio público, donde se dan todas las negociaciones, todas las identificaciones y todos los intercambios- funcionan como líneas de fuga: "La evolución permanente". Un nuevo salto histórico. Ante un salto semejante, es lógico que los espíritus prudentes se inclinen por las imaginaciones más pesimistas o melancólicas.
Un famoso columnista alemán de los diarios progresistas del siglo XIX ya había advertido (en los análisis de la actualidad europea que publicaba en la prensa) que la historia se repite dos veces, una vez como tragedia y una vez como farsa. Por los episodios que cita para abonar esa tesis sobre la evolución histórica, parecería que Karl Marx piensa que la vez "buena" de la historia (y la primera en la serie) es la tragedia y que la vez "mala" de la historia (y la segunda de la serie) es la farsa. Pero a lo mejor eso no es necesariamente así. Que nos parezca que el siglo XX, que para los argentinos empieza en 1910, bien mirado, fue todo un repertorio de experimentos fracasados (sólo un espíritu verdaderamente maligno podría considerar nuestros 30.000 desaparecidos como un experimento exitoso), no nos autoriza a pensar que las recetas decimonónicas son necesariamente las mejores.
Mariano Moreno, a propósito de la Revolución de Mayo, advertía que "es preciso emprender un nuevo camino en que lejos de hallarse alguna senda será necesario practicarla por entre los obstáculos que el despotismo, la venalidad y las preocupaciones han amontonado, después de siglos, ante los progresos de la felicidad de este continente".
A lo mejor ha llegado el momento de ensayar la vez "buena" de la historia argentina, habida cuenta de que el experimento jacobino-norteamericanista que nos funda como nación (algunos dirán sarmientino, otros pensarán en la década del setenta) parece haber llegado a su fin.
No hay que impacientarse. Aunque los ritmos históricos se hayan acelerado, entre 1810 y 1853 pasaron unos cuantos años de "convulsiones" (para citar las palabras de Sarmiento, el mejor prosista argentino del siglo antepasado). Es probable que en estos tiempos de disolución de los pactos preexistentes, de evolución permanente y micro batallas de Caseros (lo que se llama caSerolazo), muchos sigan insistiendo (como seguramente insistían en 1810) con las metáforas del abismo y la bomba de tiempo. Habrá que ponerse a pensar en estrategias para que, esta vez, a los argentinos nos toque el lado "bueno" de la historia (¿tragedia o farsa?). Parece que para el experimento, esta vez salga bien, hay que pensar todo de nuevo.
*Si me atrevo a republicar (otra vez) este ensayito de interpretación nacional, después de seis años, es para demostrar que el paranoico siempre tiene razón. El lenguaje vuelve, como una pesadilla.
Las tres gracias
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Mientras preparo un taller sobre el paso (siguiendo algunos motivos) de los
cuentos tradicionales, desde las lejanas cortes europeas a los libros que
hay...
Hace 2 semanas.
8 comentarios:
Sí.
Vos sabés que I'm all about paranoia.
Casandra o Tiresias te quedan chicos, Link. La otra noche, comiendo en casa de amigos, una señora pronunció términos como derecha e izquierda con respecto a la actualidad... ¿Por qué no usar palabras más adecuadas? El stalinismo bicéfalo que se construye aceleradamente nos hace reir por lo primario (farsa) y nos asusta por lo que prepara (tragedia). ¿Qué te parece si damos vuelta la ecuación de Marx? Espero tus luces en esta tiniebla.
Gracias por tus ideas daniel, como siempre.
Muy de acuerdo con el tema de la argentina como pais experimental.
Eso si, me temo que la experimentacion del 2002 acaba de fracasar con los ultimos eventos y habrà que inventarse una nueva experimentacion.
A mi simmepre me entusiasmo la idea de alcanzar un "aufhebung" en el sentido hegeliano. Es decir la sintesis entre dos concepciones opuestas de la vida nacional.
Pero me surge una duda, ¿no seràn millones las concepciones de la vida nacional? ¿como encontrar la sintesis entre millones de concepciones?
me parece que dentro de este relato de la argentina como experimento el kirchnerismo se merece un lugar tan protagónico como las cacerolas, como mínimo, y pensando en los horizontes de cambio político que pudieron surgir después del 2001
A mi simmepre me entusiasmo la idea de alcanzar un "aufhebung" en el sentido hegeliano. (...)
Pero me surge una duda, ¿no seràn millones las concepciones de la vida nacional?
gracias a dios, césar, gracias a dios...
Es muy lograda esa frase "estalinismo bicéfalo". Llega casi a los confines de la inteligencia. Bueno, más a los confines que a la inteligencia.
En un todo de acuerdo con Velas a Balzac
Pero el pluralismo demanda que me ría bajito.
Daniel: no entiendo porqué hablás de "esa revolución jacobina que, por obra y gracia de SEIS años de intensa agitaci{on política local, terminó adoptando una Constitución Nacional".
A pesar de que tampoco entiendo el porqué de la diferencia entre una y otra, parece más adecuada la versión publicada en Bazar americano que dice "esa revolución ... de CUARENTA años ...".
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