domingo, 17 de abril de 2011

Dicen que...

.. En 1989, respondiendo a una encuesta de la revista Espacios de la UBA sobre la literatura y la crítica en la Argentina, Daniel Link decía que la clase era el lugar de todos los intercambios. Años después invertiría la dirección del mismo razonamiento e insinuaría así una estrategia bidireccional o enrulada, cuando tituló Clases un libro entero de lecciones de crítica literaria y de crítica política de la cultura: ahora el resultado publicado de la “investigación”, y sobre todo el lector de libros de crítica universitaria, eran el laboratorio donde el trabajo de las clases previas era puesto a prueba y a la vez el terreno al que esa práctica vocal, presencial e institucional era enviada por escrito (Link, 2005). En sí mismo el procedimiento no tenía tanto de novedoso, pero la política de la crítica a que se jugaba en el momento en que lo hacía representaba un desafío ‐¿cuánto hacía que, para la crítica más leída, los libros de lecciones eran una antigualla políticamente incorrecta que además casi nadie recordaba?‐. Sobre el asunto, me escribía Link hace unos meses: “Nunca me arrepentí de haber hecho libros escolares porque me parece que en relación con ese sujeto [secundario o medio] se juegan la nobleza y la eficacia de una práctica (al menos en estas latitudes)”.

Miguel Dalmaroni. "La crítica universitaria y el sujeto secundario. Panfleto sobre un modo de intervención subalterno", para El toldo de Astier. Propuestas y estudios sobre enseñanza de la lengua y la literatura, 2: 2 (La Plata: abril de 2011)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Dónde puedo reencontrarme con los LITERATOR? Busco en librerías de usados, pero todo me es inútil.