sábado, 5 de mayo de 2012

El nombre y el número

Por Daniel Link para Perfil

Mi consultorio online de interpretación de sueños se desbarranca aceleradamente. Es que la realidad (mi clave única de interpretación) se ha vuelto ella misma psicótica, y se me vuelve casi imposible atribuir un resto diurno a una imagen cualquiera.
Cierto taxista me comentó su sueño en el que le pegaban muy fuerte. Le recordé la vieja reclame setentista de YPF: “Y Péguele Fuerte, dele con todo”. Pero como le mandé un vínculo de La Nación donde se hablaba de “confiscación” y no de “soberanía hidrocarburífera”, se negó a pagar mis honorarios y me tildó de “gorilink”. Me hice cargo de mi error y le pedí disculpas, porque yo soy partidario del cuidado de nuestros escasos recursos naturales, pero al mismo tiempo le expliqué que la expulsión de la vieja Europa del negocio petrolífero no significa soberanía alguna, sino un mero cambio de explotador. ¡Para qué! Hizo correr la noticia para que nadie, nunca más, me permitiera subir a su taxi.
No fue eso lo peor, sino mi entredicho con las asociaciones de transexuales y travestis, a propósito de la Ley de Género en la que hemos depositado tantas expectativas últimamente. Yo interpreté un sueño de una renombrada travesti en el cual le tatuaban un número indeleble. Me pareció que el sueño aludía a la portabilidad numérica de los números de celulares (ese trámite imposible que casi nadie consigue terminar con éxito) y se me acuso de transfóbico por ignorar la cruda realidad de un sistema jurídico que condena a las identidades flotantes a un mismo nombre y a un género, para siempre. Me ofusqué ante tal acusación: no es mi culpa que en un país, al mismo tiempo, se discuta una ley que volatiliza las identidas y se aplique otra que las fija, numéricamente. Así no se puede trabajar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Córdoba de Profundis...
http://www.lavoz.com.ar/ciudadanos/patrimonio-subterraneo-desconocido-abandonado