por Gabriela Bejerman para la Feria del Libro
Violencia o erotismo
Erótica es la lengua que lasciva lame, infringe y fricciona
el verbo dentífrico. Se estira, tira del frenillo que no logra del todo frenarla,
refrenarla y cortajea sus escamas, sus filamentos ágiles, hilos delgados que
pueden siempre alargarse más, un poco más, un poco más.
Si la lengua no es erótica pero su materia sí, ¡qué
violencia! Esa sí que duele. Porque una lengua seca que habla de lascivia
ejerce a contrapelo su contraste y vuelve su materia carne putrefacta, carne
que no duele, ni lastima, ni siente suerte alguna de placer. Es carne
quirúrgica, cortada con lenguas de tijera. Y sobre un asfalto sin afán está
tendida, sin arder, sin calor, sin moverse.
La lengua podrá cortajearse en su búsqueda violenta de
placer, pero seguirá la senda del goce, si palpa. Sin embargo, un ascético
lenguaje no puede tocar el placer de la carne ni tampoco su dolor. Esa frígida
verborragia que utiliza la materia erótica como un experimento, esa sí que
duele, tan instrumental.
Entre el placer y el dolor, en las aristas, en los bordes,
surfea la lengua ambigua, coqueteando con los lados que se tocan para ser.
Poética y escurridiza, objeto de deseo, pura tentación, huye para que tras ella
corramos deletreando cada sílaba, líquida, cada letra en el papel que se dilata.
Palabra ungüento que fricciona la piel y las heridas, que dibuja cicatrices en
su flameante, en su intrépido viaje por los poros, receptivos y calientes.
Pero una lengua fría que no palpa, que no toca, que analiza
y determina, es violenta, no se atiene a su materia, contra ella acciona, de su
tentación se guarda y es así como lastima. Lastima sin un ápice de amor.
Prefiero el dolor estrellado, prefiero puntas de metal latente
que lentamente hincan sus colmillos en la sangre. Prefiero que frote hasta
arder y no que no toque, que no duela, que no arda entre los dedos del ácido placer.
5 comentarios:
ay los poetas
la piba esa -fridakahloniana- sintetizó, con este poema, toda la charla del panel. supongo que eso es lo que diferencia a los poetas: "Un intelectual es el que dice una cosa simple de un modo complicado; Un artista es el que dice una cosa complicada de un modo simple" (C.B).
Me gusta.
saludos
que definición fea, Melona.. sería más lindo de ser "el que vuelve sensible un pensamiento" (ponela) antes que esa cosa de "simpleza/complejidad", una dialéctica bien tosca
Profesor Link, quiero comentar su nueva joya publicada en Perfil, pero no la subió aún a su blog. Por favor, súbala rápido que se me enfrían los deditos mientras chateo con mi novia taiwanesa.
Saludos, Didí.
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