viernes, 6 de septiembre de 2013

Un millón de amigos


por Daniel Link para Ideas de izquierda, 3


Es habitual que antes de las elecciones los círculos íntimos discutan sus intenciones de voto. Como estuve, en los días previos a las PASO, arrastrado por vientos laborales contradictorios, no hablé demasiado del asunto (mi inclinación electoral por el FIT es ya bastante regular) pero me sorprendió que dos amigas (cuyas simpatías con el poder regente, del que se beneficiaron en los últimos años) intentaran “cambiar” mi voto: “Votá por Zamora”, me dijeron, como si uno, a esta altura del partido, votara nombres y simpatías personales. Me cae bien Luis Zamora, por supuesto, pero desde los tiempos de Izquierda Unida no entiendo lo que hace.
Todavía más sorprendido me sentí cuando algunos miembros de mi familia (cuyos vínculos callaré por temor a represalias laborales) me confesaron, ex post facto, haber votado al FIT.
“Persevera y triunfarás” no suena demasiado a un fragmento de discurso de izquierda (de hecho, ningún uso formulaico del lenguaje debería ser parte del repertorio discursivo de la izquierda) pero en este caso me pareció que se aplicaba bien al “batacazo” del FIT: un trabajo sostenido en las instituciones, un discurso coherente (hasta la monotonía, como sucede con las verdades sencillas: “la Tierra rota sobre sí”) y una sutil política de alianzas permitió una performance electoral que ni los propios integrantes del FIT (para no hablar de los charlatanes que se dedican a las encuestdas) hubieran previsto en voz alta.
¿Por qué votamos al FIT? Naturalmente, porque compartimos algunas de sus premisas, porque suscribimos algunas de sus posiciones, porque (como decía Manuel Puig) nos gusta la izquierda, y porque nos parece que, en una sociedad arrasada por los últimos diez años de ejercicio de un populismo inconsecuente (porque a la vista está que una cosa es proclamar a bocajarro determinadas preocupaciones y otra muy diferente llevarlas a la práctica), el discurso de la izquierda merece un lugar social (parlamentario, pero también en los medios de comunicación, etc.) adecuado a su potencia de transformación.
No se trata de sentarse a festejar el millón de amigos (o casi) acumulado sino de seguir construyendo: políticas de alianza cada vez más inclusivas (sin perder de vista el círculo de tiza que señala qué cosa se corresponde con una esperanza de izquierda y qué es meramente una chapucería o un espejismo), relaciones con los diferentes sectores del electorado cada vez más sólidas, líneas de acción que vayan más allá de los presupuestos teóricos históricamente aceptados de la izquierda (porque no se puede participar de un espacio de izquierda sin revisar permanenentemente los propios presupuestos teóricos).
El ciclo de la bonanza económica parece haber cesado y, con él, vuelven viejos fantasmas -la inflación, la deuda externa (que ha estallado en nuestra cara una vez más, y ya van...), la desigualidad social- a los que se agregan otros nuevos: la depredación de los recursos naturales, el envenamiento de la tierra, el aire y las aguas, y, sobre todo, la sempiterna desilusión que provocan los proyectos populistas cuando se revelan sólo como la máscara más festiva (más carnavalesca, más libidinal) de la desabrida derecha liberal.
Todo eso deberá constituir la agenda de la izquierda en los próximos años y de cómo trate todos y cada uno de esos problemas dependerá su suerte. Como hasta ahora las cosas han venido haciéndose bien, es probable que las simpatías por la izquierda (como debe ser) crezcan, y que permitan imaginar un futuro, mucho más que caracterizar dogmáticamente un pasado -que suele ser lo que más se le critica a los sectores que todavía sostienen un sueño, una esperanza, una espera: el final del ciclo capitalista.


2 comentarios:

Damián Bacalov dijo...

Además de la inflación, la deuda externa y la desigualidad social, lo que han hecho con la educación pública es imperdonable.

Anónimo dijo...

Ojala entrara un diputado del Frente de Izquierda (que no es sólo Altamira, porque entiendo que aplicarán un novedoso método de rotación de bancas) y también Zamora, pero lo cierto es que para ser diputado nacional por CABA se necesita alrededor del 7% de los votos.
Así fue en agosto:
Frente de Izquierda 4,21%
Zamora 3,30%
Lozano-Hagman 2,17%
MST 1,18%
MAS 0,95% (estos dos afuera)
Ojalá que entren los dos diputados... pero al menos uno, no?