sábado, 9 de abril de 2016

En gayola


Por Daniel Link para Perfil

La televisión argentina es extraordinaria, y basta compararla con la muy prolija y producida televisión norteamericana para darse cuenta.
Uno de los sucesos de esta temporada en el gran país del norte es 60 Days in..., un reality show en el que 7 personas comunes (en verdad, hay que estar un poco chapita, pero eso no es el caso) son introducidas en una cárcel de alta seguridad para que experimenten qué implica a estar en gayola y, de paso, permitan a los directivos del penal mejorar asuntos de seguridad mediante la identificación de los dealers de la cárcel y los policías que los apañan.
Está el ama de casa desesperada que considera injusto que delincuentes se beneficien con tres comidas diarias, atención médica y otras delicias por las cuales su marido tiene que deslomarse trabajando. Está el gordito al que hacían bullying cuando iba al colegio y llega acá para... ¡encontrarse con lo mismo! Está el ex-marine que quiere incorporarse a las fuerzas de la DEA y considera que esta experiencia le será utilísima, el policía trans que quiere verificar qué les pasa a las personas que él detiene y un profesor humanista (yo pienso que además se la come) que quiere hacer nuevas amistades y que se toma la estancia como un spa de meditación.
Durante los cinco primeros capítulos no sucede demasiado y muy rápidamente uno sospecha que todo el asunto está amañado (el montaje, sin embargo, produce el suficiente efecto de verosimilitud), pero la idea es tan patológicamente radical (¡Voluntarios a la cárcel!) que, como dicen al otro lado del océano, en The Guardian, uno no puede dejar de mirar el reality esperando, por supuesto, lo peor.
Acá, la televisión levantó la apuesta: no se trata ya de mandar personas comunes a la cárcel (suficiente identificación se ha establecido ya entre la “era del zorro” y los regímenes autoritarios), sino a famosos. 60 Days in... ¡Celebrities! Y las emisiones comenzaron con el casting: Leonardo, Federico, Ricardo, Lázaro, Daniel, Martín... Reprocho severamente dos tendencias defectuosas: que no haya mujeres en el casting de enjaulados y que la mayoría de ellos participen de un proyecto político ya caduco. Esta versión (hablo de un reality, no de la realidad) no se va a sostener sin un Mauricio fugado o una Elisa entre las rejas o, al menos, como Pato, entre las paredes acolchadas de un psiquiátrico. No me conformo con lo mucho de la TV argentina: quiero más.


No hay comentarios.: