sábado, 25 de mayo de 2024

Poeta comprometido

Por Daniel Link para Perfil

Hoy deberían haberse realizado los Pactos de Mayo y nos estaríamos dando un atracón de mersada y estupidez. Como eso no sucedió, me dejo llevar al poema.

Federico García Lorca escribe: “Por las ramas del laurel / vi dos palomas oscuras. / La una era el sol, / la otra la luna. / «Vecinita», les dije, / «¿dónde está mi sepultura?» / «En mi cola», dijo el sol. / «En mi garganta», dijo la luna”. Por supuesto, como a Lorca le han colgado el sambenito de loca trágica, en todos los análisis se subraya: es la muerte.

Como si la única experiencia de Lorca (poeta, dramaturgo, folklorólogo, músico, dibujante, republicano) hubiera sido prepararse para su fusilamiento, como si todo lo que hizo no fuera sino la expresión del desconsuelo y del abatimiento. Curiosamente, los mismos que sostienen eso dicen que Lorca era exhuberante, alegre y que todo el mundo lo quería. Ni Borges fue indiferente a su encanto (que detestó).

Como a Lorca le gustaba ser hermético, es probable que haya recogido los significados de algunos términos (“paloma”, “cola”) en las hablas coloquiales de Cuba y Argentina, que no coinciden con los sentidos que tienen en España en general y, en particular, en Andalucía.

Es deplorable que cualquier experiencia homosexual se relacione, inadvertida o deliberadamente, con muerte y depresión. Es de necios que no se pueda leer la risa en Lorca, el divertimento, la exageración abolerada típica de la loca, que funciona como defensa frente a un mundo que va dando cada vez más muestras de un neofascismo alarmante. Basta con escuchar lo que se dice en Buenos Aires: “vidas dignas de ser vividas”. Mirame la palomita.

 

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