domingo, 19 de junio de 2005

Salir a matar

Entrevista a Ariel Schettini para la revista Cult.

1. Escriba una semblaza de su carrera de escritor (fecha y lugar de nacimiento). Si hay otras actividades, hable sobre ellas.
--Nací en un suburbio de la Ciudad de Buenos Aires, Quilmes en 1966. Escribí dos libros: Estados Unidos en 1998 y La guerra civil en 2001. El año que viene voy a publicar otro. Por ahora se llama Técnica moderna pero mis amigos odian ese título y como soy bastante falto de carácter, es muy probable que lo cambie. Escucho propuestas. Soy periodista cultural y profesor en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Durante años me dediqué a la gestión cultural de la que hace un tiempo me retiré para poder escribir y hacer otras cosas.

2. ¿Qué influencias literarias reconoce en su obra?
--Yo no creo que existan las influencias. Uno roba de modo más o menos salvaje. En la literatura se puede amar u odiar sin necesidad de ser "tolerante". De modo que podría hacer una lista de autores a quienes robé impiadosamente palabras, frases, ideas. Aunque la idea me parece un tanto penosa (cualquiera que lea lo que escribo los encontrará irremediablemente) de modo que lo hago un poco al azar:
Osvaldo Lamborghini

Nestor Perlongher
Robert Lowell
Sylvia Plath
César Aira
Muchos libros de Filosofía: Nietszche, Heidegger, Foucault.
También tengo una lista de "innombrables" (nunca escuché a nadie hablar de esto). Sospecho que a todos los escritores les ocurre: tengo una lista de textos que jamás nombraré y a los que les debo la mayoría de lo que escribo. Puedo decir, sin embargo, por qué no los puedo nombrar: porque me averguenza haberlos leído; porque es tan obvio que les robé todo, que me da miedo que me nombren un plagiario; porque sé que me copié de ellos pero no me gustan o los desprecio; porque me parece una pedantería nombarlos, porque son demasiado contemporáneos (tengo muchísimos motivos más). ¿No es raro que nadie hable de "sus escritores innombrables"?

3. ¿Cómo ve usted la literatura producida en la Argentina por sus contemporáneos?
--Me gusta, la odio, la envidio, la desprecio, me fascina, no me importa, la leo fervorosamente, me da miedo, me repugna, me encanta. Libro a libro.

4. ¿Cómo piensa usted que debe ser la literatura que se produce en la aurora del siglo XXI?
--Como se produce. Por ejemplo, así: eso que Ud. llama ?la literatura en la aurora del siglo XXI? no existe. ¿De qué me está hablando? ¿De lo que publican las grandes editoriales? De los
blogs de internet? ¿De la literatura que se produce en pequeños circuitos? Le doy un ejemplo: si considera a los mejores escritores jovencísimos de la literatura argentina (Gabriela Bejerman, Washigton Cucurto o Pablo Pérez) ellos publicaron sus obras en fotocopias que fueron leídas por circuitos ínfimos de lectura y produccion literaria. ¿Qué sentido tendría comparar su producción con la de quienes producen para vender en las cadenas de supermercados o para las academias? En todos los casos se trata de literatura, sin duda, pero sus puntos de contacto son muy débiles. La totalidad de lo que se produce en todos los circuitos forma un conjunto tan grande que, para mí, es inabarcable. De modo que mucho menos podría ser yo quien designe los modos en los que se debe producir algo, ¿no?

5. ¿Por qué escribir? ¿Qué ideas lo guían, cuáles son sus intenciones al hacer sus libros? --Electricidad. Tensión. Sentir en el cuerpo esa cosa que siento cuando leo frente a un público y miro con cara de "mirá lo que voy a decir". Sobre todas las cosas me anima a escribir la convicción de que no todo está dicho? todavía falta un poquito más.

6. ¿Qué conoce de la literatura brasileña?
--Estudié literatura brasileña en la Facultad, de donde tengo una vaga idea del "canon"; y tengo un amigo en Brasil, Raúl Antelo, que a veces me lleva por sus textos a descubrir cosas. No puedo decir que la conozca, pero tampoco me voy a ir de esta pregunta sin decir dos nombres: Silviano Santiago y Ana Cristina César.

7. ¿Cómo es hacer literatura en la Argentina después de la dictadura militar, del gobierno de Menem y de la fuerte crisis económica?
--No tengo idea. Eso se descubre en la práctica. Igual que en cualquier situación, supongo, con la mano apoyada sobre un teclado. Yo le preguntaría lo contrario ¿cómo fue hacerlo antes de todas esas catástrofes? Visto desde la perspectiva de la literatura, toda desgracia puede o no ser una fiesta.

8. ¿Cómo es discutir la dictadura argentina en su obra sabiendo que usted era joven cuando ocurrió? ¿Cómo crear, escribir sobre hechos históricos con esa falta de experiencia histórica?
--Cuando era muy chico me imaginaba, antes de dormir, que mis padres eran "terroristas" (recuerdo la palabra), que los vendrían a buscar los militares, que se los llevarían y los torturarían y que finalmente los aniquilarían. Entre lágrimas, me recuerdo a mí mismo sufriendo y pensando que finalmente tendría la casa para mí solo, que podría, entonces, hacer fiestas de cumpleaños todos los días del año y que tendría toda la plata que no me daban para comprar los juguetes tan necesarios para mi felicidad. Una felicidad culpable, pero muy plena. Generalmente la fantasía sobrevenía después de una reprimenda o frente a una obligación? Para un chico nada (ni el Gobierno ni Dios) es más fascista que la familia. También tenía, ya un poco más adulto, fantasías eróticas (hardcore) que reunían militares con estrellas de Hollywood. La historia del país afecta a una persona de un modo tan definitivo que es muy difícil medir sus efectos. Según el día y según el grado de autoconmiseración que sienta por mí mismo, a veces me parece, como a Romeo, que "soy un juguete del destino". Otras creo que todo me parece divertido. Y, entonces, escribo un poemita, para salir a matar.

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