Los argentinos no me gustan porque son brutos (medio feotes todos) y los italianos se hacen los lindos y después en la cancha así les va. Me resultan ajenos, aunque me gusta cuando se persignan antes del partido. Me gusta que sean respetuosos, no como el grosero de Maradona que grita desde la tribuna como un drogadicto.
Desde que Máxima es princesa de la casa de Orange no sé por qué pero me siento un súbdito más de los Países Bajos. Es un país limpio y tolerante con las minorías, y además es la patria de Spinoza, aunque era un ferviente enemigo de los Orange-Nassau. Con todo, mi corazón en este mundial es naranja, sobre todo desde que quedó afuera el equipo paraguayo. Ésa, la naranja, es ahora mi selección.
Sólo por ver tristes a mis cuñados, mi segunda opción es Brasil. La tercera: Inglaterra.
Besos
D.
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