miércoles, 24 de enero de 2007

Diario de un televidente

Anoche se fue de la casa de Gran Hermano Mrs. Dennise y su expulsión no sorprendió a nadie (queríamos que quedara nominada desde la primera semana, pero no se puede todo). Lo cierto es que las rubias (naturales o ficticias) fueron las primeras en desaparecer del serpentario argentino, cuyos días (al menos para S. y para mí) están contados: la semana que viene Sony comienza a emitir las nuevas temporadas de Desperate Housewives, American Idol, Medium y no sé qué otras delicias, que se sumarán al esperadísimo regreso de Lost en AXN y nadie, desgraciadamente, tiene tanto tiempo para consumir chatarra.
Volviendo al serpentario, S. (que, como Alan Pauls, ha seguido alguna temporada previa de Gran Hermano) me ha instruido en estrategia elemental: las víboras (Fabi Cantilo, la forra de los ángeles, el apologista del american way of life, Gabriel) se irán de la casa en cuanto estén nominados porque la única manera de sobrevivir no es el meloneo vil al que se entregan inmoderadamente (¡ante las cámaras! ¡ante nuestros ojos!), sino quedar bien con las votantes (y digo "las" porque es ciertamente difícil imaginar a alguien diferente de una adolescente trémula como votante en este bodrio). La rosca interna podrá retrasar la propia nominación pero, ay, cuando ésta llegue, el público será implacable con los hipócritas y los abiertamente hijos de puta: que el sucio hippie y el joven entrepreneur se hayan dejado llevar por las arcadas de maldad, los pone en riesgo. La madre de la sorda, aparentemente, se dio cuenta de que el grupo mafioso iba a condenarla, también a ella, más tarde o más temprano y dijo una verdad incontestable: "si vas a caretear, que nunca se te caiga una ficha". Entiendo aproximadamente esta frase viciada de lenguaje de época como: "hay que sostener el personaje hasta las últimas consecuencias y hasta el último día, cueste lo que cueste".
¿Qué es lo específico del universo Gran Hermano, lo que haría del ciclo "el experimento estético más revolucionario de los últimos tiempos"? Me costó darme cuenta, pero creo que es esto: ellos, los participantes, para quienes no hay afuera de la televisión, que ha moldeado sus sueños de conductores, actores, noteras o vedettes
desde mucho antes de que entraran en la casa, en esta situación límite en la que se convierten en materia prima y total de lo televisable, sin embargo, a diferencia de lo que sucede en las cárceles y en las instituciones psiquiátricas con las que la casa podría compararse, ellos, los únicos sobre la faz de la tierra, no pueden consumir televisión: no hay televisión dentro de la televisión. Sucede, claro, todo el tiempo: creo que muy esporádicamente puede verse un televisor encendido en Desperate Housewives o Medium. Pero lo específico de Gran Hermano es la tensión que se establece entre el todo de imaginación que la televisión representa y su inexistencia cotidiana. Es lógico que, en esa (para ellos, pero también para nosotros) incomprensible desaparición del ser social, las conciencias, más temprano que tarde, comiencen a desmoronarse. ¿Cómo sería, hoy, no tanto un "mundo cerrado" porque cerrado es, por definición, todo mundo, todo mundillo, sino un mundo abierto, un mundo sin televisión? No sobrevive a Gran Hermano quien más sabe de TV (por inmersión), sino el que más indiferente ha sido a ese aparato exhibitivo.
No importa que S. se burle de tu acento, cordobés, y de tu incapacidad para articular una sola frase con sentido. En ese disturbio de lenguaje que significa extranjería radical al medio (como si fueras un montañés que ha llegado de un siglo antepasado, por milagro de la tecnología, hasta nosotros), probablemente, se cifra no sólo la fuerza de tu encanto (la razón por la que los responsables de casting, siempre, siempre, me dicen, incluirán un cordobés en Gran Hermano), sino, tal vez, el secreto de tu supervivencia y, quisiera yo, de tu, por llamarlo de algún modo, "triunfo".

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Vieron como saltó La Loca cuando ganaron el concusillo ese, estúpido, de los baúles?.

Por eso (y más) lo amamos.

Juan

Mariano Massone dijo...

Me parece interesante también la dicotomia que recorre a casi todos los participantes: esto de ser y aparentar. Creo que todas las charlas que se dieron en los últimos días en la casa son sobre quién juega el juego y quién no. Gran problema porque todos lo están jugando. Me acordé de una frase que aparece en la película Velvet Goldmine, en boca de Oscar Wilde: "la vida de un hombre es su imagen".
Creo que no sólo es la falta de televisión. También hay como un deseo limitado por la presencia de las cámaras. Me mata ver cuando van a las piezas y las mujeres se cambian las remeras (Si te fijas bien siempre hacen algo para no mostrar sus tetas). Creo que Melisa se fue porque era la que más reprimía su deseo (que dentro de la casa no pasaba por fornicar a Sergio Denis). Cuando salió, dió un discurso cuasi-paranoico para justificarse frente a lo real, eso que veía en la pantalla. Eso de la "gran familia" parecía de una evangelista o de una profesora de colegio público gorda con bigotes (posiblemente torta reprimida). Pero el cuerpo siempre gana.
En fin... creo que al apologista del american way of life (si te referís a Pablo), no lo van a echar cuando llegué el momento y justamente por algo que vos pusiste: por las "adolescentes trémulas".
Yo apuesto por Sebas o por el tumbero... me mata que Seba sea tan "soy puto y me la banco" y que el tumbero sea tan hijo de putamente tierno.

Juan Pablo dijo...

Muy interesante tu blog. Es la primera vez que lo leo. Pasaré más seguido.

Este post fue tomado para ser publicado en BLOG COMPRIMIDO, la reseña de la blogósfera argentina.

Saludos

Andrés Aloy dijo...

yo tambien escribí algo sobre Gran Hermano.

Linkillo: cosas mías dijo...

Ángel: el apologista del american way of life es la víbora Gabriel, un sobreviviente de las migraciones. Pablo es el masturbador del conurbano bonaerense con cara de rata.
Yo sería cauteloso en interpretar a las personas, como si no se tratara de una producción televisiva, con guionistas, responsables de casting, directores de cámara y responsables de mercadotecnia. Pura ficción que, ahora, sigue funcionando fuera de la casa.

Anónimo dijo...

Pero si está guionado, no son, entonces, los participantes los culpables de la escacez de humor en la casa. Tanta gente y nunca nadie se esta muriendo de la risa... Tanta gente y nadie confieza que se muere por un vaso de cerveza o un porrito, tanta gente y nunca nadie le canto a melisa "quiero amarte y estar un poco loco"...No entiendo, no entiendo porque no hacen ni siquiera chistes pelotudos! Nesecito una explicación! Necesito una explicación!

Mariano Massone dijo...

Gracias por recordame el artificio. Volví a la frase de Wilde y recorde que en la punta de mi tenedor hay otro tenedor y otro tenedor y otro tenedor.....

Marcos dijo...

Habrá sido el casting lo suficientemente inteligente (o morboso) como para incluir terribles cosas que ocurrirán mas adelante?

Digo: un momento de impulsividad brutal del tumbero, un brote psicótico...