viernes, 19 de diciembre de 2008

Poliamida

Las teorías salvajes (Buenos Aires, Entropía, 2008, ISBN 978-987-24797-0-1) podría entenderse como una comedia (y más exactamente: como una comedia isabelina) si no fuera porque, en rigor, es más bien un roman philosophique que encuentra en la razón, la modernidad y el sujeto universal sus temas. Por supuesto, las doctrinas, tal como cualquier persona con paciencia puede aprenderlas en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (“un ecosistema gagá donde se permitía al académico gagá convivir a gusto con el deterioro institucional”), no están ausentes de su discurrir, pero el aspecto que presentan los personajes filosóficos convocados es de tal talante que, ahora sí, parecen héroes de una comedia (pero una comedia disparatada de los años cincuenta).
El lector atento encontrará en
Las teorías salvajes ramalazos de Humbert-Humbert, de Rousseau, de Wittgenstein, incluso de Nippur de Lagash. Es como si la novela (o las novelas que se incluyen unas dentro de otras, como Matrioshkas desquiciadas que además han leído a Proust y saben que todo puede ser leído à clef) quisiera gritar: “¿pero no era que filo-sofía quería decir amor por el saber, no importa dónde se encuentre?”. Desde estas páginas que Pola Oloixarac (pariente empática del barón Jacob von Uexküll, el eminente zóologo) nos regala, alguien le contestaría que no: La filosofía es el playground de Satán”.

Daniel Link


1 comentario:

Tommy Barban dijo...

Nippur de Lagash? Humbert-Humbert? Y las minas? Adónde se metieron las minas que nos prometió Pola!?