martes, 2 de diciembre de 2008

Elementos de egiptología

Lo que hoy se llama Egipto ocupa el área más oriental del Sahara, un desierto justamente célebre por su extensión y su belleza.








El Sahara se extiende desde el Océano Atlántico hasta el Mar Rojo, en el norte de África y coincide, por lo tanto, con el recorrido aparente del sol en el cielo:



Esa piel expuesta y calcinada, compuesta en sus tres cuartas partes por piedra y en una cuarta parte por arena no conoce otro pormenor que el Gran Río, el Nilo, que nace en las tierras altas etíopes y en el lago Victoria de Tanzania (sus dos afluentes principales). La parte del río que llega hasta Aswan es el Nilo medio. Desde allí hasta su desembocadura en el Mediterráneo, el Nilo inferior, que corta el Sahara con sus encantadores pormenores para provocar otro paisaje justamente célebre:







El valle del Nilo es una de las tierras más fértiles del mundo y los primeros visitantes griegos quedaron asombrados ante la riqueza de un suelo que no negaba nada a los hombres que lo habitaban: los mejores panes, las mejores frutas y verduras, el mejor ganado se encuentra a la vera del Nilo, que corta el eje horizontal (Este-Oeste) del recorrido solar y del desierto, con el eje vertical (Sur-Norte) del infinito caudal de aguas azules y su limo providencial que hace de la nada, un todo.

Antes de desmbocar en el Mediterráneo, el Nilo se abre en dos brazos: uno va a parar a Alejandría y el otro a Port Said. Entre los dos, el fabuloso Delta del Nilo.

En el lugar donde el Nilo se abre en dos se situó la primera capital de los faraones, Memphis. Allí mismo, hoy, se localiza una de las ciudades más extraordinarias del mundo, El Cairo.
Para los antiguos habitantes de estas tierras que, tanto ayer como hoy, tienen en la actividad agropecuaria y el turismo sus principales fuentes de riqueza, la conjunción de agua y sol, de los dos ejes de la vida, era el símbolo de la bienaventuranza, de la felicidad en la tierra y en el cielo. Llamaron ank a esa llave que unía nada con todo, a ese umbral de transformación de lo profano en lo sagrado. No habría iconografía egipcia -desde la Dinastía Cero (3050 AC) hasta los faraones griegos, los Ptolomeos, Cleopatra) sin ank.





La cultura faraónica era conservadora y poco apta a las aventuras imperiales. Con razón, jamás se les ocurrió que pudiera haber lugar mejor para vivir o mayor fuente de recursos que no fuera el valle del Nilo. Y jamás se les cruzó por la cabeza que la sucesión de los milenios tuviera que involucrar cambios sustanciales en sus estilos de vida. Teniéndolo todo, de una vez y para siempre, sólo había que honrar a los dioses que les habían regalado el paraíso. El ank también sirve para eso.

Fotos: Sebastián Freire

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