lunes, 8 de diciembre de 2008

¿Qué pasó con Baby Jane?



Cuando nos despedimos en el aeropuerto de Cairo, le pedí a Mohamed (que se había cortado el pelo para la ocasión), con voz temblorosa, sus datos. Escribió en mi libreta su nombre, su celular cairota y una dirección electrónica que comenzaba con "hopeless" y que me arrebató el corazón, de una vez y para siempre.



Pocos días después yo ya estaba en otra parte, gritándole a la gente: "No empujen, no empujen" y quejándome por la estúpida unanimidad de pretender capturar con cámaras pedorras y celulares una experiencia que a todo el mundo, a todas luces, se le escurría entre las manos. ¿Qué hacía yo en el recital de Baby Jane (con sus rizos y su acentuado maquillaje de desequilibrada no pude dejar de pensar en Bette Davis)? Estaba despidiéndome de una forma de consumo que mi cuerpo ya no aguanta más. En Mohamed, pude pensar todavía varias veces, porque los diseñadores de imagen recurrieron a la escritura árabe a lo largo de todo el show. No sabían el daño que me hacían.



El show de Baby Jane fue correcto. Me habían advertido que era medio "pedorro", pero nunca sospeché hasta qué punto la máscara de la cantante iba a darme miedo, ni cuánto podía ella llegar a desafinar en un momento malo de su carrera. Por lo menos, la constatación sirvió para sacarnos de encima el fantasma de que hace playback. Nada de eso: aúlla como una provinciana en las primeras audiciones de American Idol. Justo es decir que, en los momentos punk, Baby Jane puede dar rienda suelta a su deseo y cantar cualquier cosa de cualquier manera (lo que justifica un poco ese manía reciente de la diva).



El show de Baby Jane es precario (no tiene sentido tratar de disimularlo: "Esta parte la hizo Pepito Cibrián", dijo S., cuando vino la "maldición gitana"), no sólo por el canto, no sólo por la debilidad conceptual que lo sustenta, sino (sobre todo) porque su única apuesta está del lado de la tecnología. Oh, sí: las pantallas (que lucirán divinamente en el dvd para el cual los shows son el pretexto) quitaban el aliento y el diseño de imagen silenciaba cualquier otra queja (no el de las chicas del interior que no paraban de protestar porque no veían nada. Nena: decile a tu novio que te lleve a una marcha, no sé, que te saque un poco, así sabés cómo es un tumulto y qué poco disfrutan de él las personas bajas. ¡Pero ya cállate, cállate, que me desesperas!)... Aunque...: ¿qué eran esas ruedas de carreta que el escenógrafo introdujo para mejor ambientar "La isla bonita"?



El show abundó en segmentos "comprometidos". Lo de Obama me pareció simpático, la bandera argentina me dio náuseas, el momento religioso-ecuménico me pareció de cuarta.



(Fotos: D.L. y Sebastián Freire)

Lo peor fue tener que haber escuchado esas canciones horrendas del último disco. Lo mejor, las canciones de Evita: "You must love me" y "Don't cry for me, Argentina", cuando se pudo compartir algo parecido a una emoción. No, lo mejor es haber estado allí con personas queridas.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Linkillo, hace un monton que no entraba al blog.Puta madre, que buenas fotos que vi! Linda manera de ir terminando un año!!!!

El Argentino Medio Pelo dijo...

muy divertida tu crónica de baby jane...
sos el único que dice esto... como soy fóbico a las multitudes me quedé sin verla y, para todos los amigos, soy el que quedó out...
¡una voz disonante para esa replicante monstruosa y posmoderna reina y diosa olímpica del puto de hoy! mirá que la tuve en el altar muchos años, pero basta ya...
no se sabía si ella o ingrid habían estado en la selva!!!
santiago giralt

Anónimo dijo...

a mí el recital me encantó y lo de obama me dio náuseas ¿nos va a salvar de qué el tipo ese? (sumado al golpe bajo de mostrar niños desnutridos en el contexto de gasto mucha guita en luces de colores).
saludos, Laura.

Anónimo dijo...

No aúlla como una provinciana, su voz es como un chillido, y se termina confundiendo con la del pueblo.

Linkillo: cosas mías dijo...

Ojalá así fuera, anónimo último. Pero no hay nada de confusión en la última Madonna, sino el puro cálculo. Ningún devenir menor, sino el devenir "avida dollars". Tenemos una larga historia con Baby Jane, que no vale la pena tirar por la borda. Por eso estamos tristes: por su mirada endurecida, por su desapego, por su ciudadosa chapucería ideológica.

Anónimo dijo...

¿Pero recién ahora te das cuenta de que es "avida dollars"? Lo planteás como si nunca lo hubiera sido y recién ahora se supiera. Lo dijo hace más de una década: "fui a new york por fama y dinero". Me huele a crítica fácil sólo porque ya está quedando vieja, lo de "avida" sólo puede ser una excusa. Salvo que poseas una ingenuidad que claramente no tenés.

saludos.

Anónimo dijo...

que idiota hace este blog?