Como todas las grandes ciudades del mundo, Coronel Pringles tiene cámaras de seguridad en la via pública. A diferencia de la mayoría de ellas, Pringles emite en directo y en loop las capturas de esas cámaras por un canal de cable, que puede verse por el sistema de televisión local. Dos cámaras están en la plaza del Centro Cívico, una cámara da sobre la fachada de la Asociación Española, otra sobre el Banco Nación, otra sobre la vereda del Hotel Pringles. Y cualquiera puede ver desde su casa lo que pasa y quienes pasan frente a esas cámaras.
Una noche, por ejemplo, vueltos de la cena, sintonizamos ese canal, ya adictos a su buchonería. Y vimos que regresaban a su casa de la calle Stegmann, con paso perezoso, Arturo Carrera, Chiquita Gramajo y dos amigos franceses que los visitaban.
Como se daba la circunstancia de que varios artistas de distintas disciplinas y escuelas teatrales estuvieran de visita en la localidad, ideamos una intervención urbana: ante cada cámara sucedería un episodio de sociabilidad urbana: enfrente del Banco Nación, a una anciana le robarían la cartera; en un recoveco de la Asociación Española se entrevería a un hombre mayor practicándole sexo oral a un joven poeta; frente al Hotel Pringles, un hombre tirado en el suelo (¿mendigo, herido, enfermo?) pediría ayuda a los indiferentes paseantes que con él se cruzaran; una joven pareja se pelearía ferozmente frente a la cámara del Palacio Municipal...
La sincronización era un aspecto importante, porque las imágenes no duraban más que diez segundos y entre una y otra emisión en tiempo real había treinta segundos durante los cuales no tenía mayor sentido que nada sucediera, si es que queríamos aprovechar el dispositivo ánóptico que se nos presentaba de regalo, pero con los teléfonos celulares que cada uno tenía consigo alcanzaba para eso.
Además de una filmación y el registro fotográfico de la experiencia, se grabaría la emisión del canal 22 de cable.
Las tres gracias
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Mientras preparo un taller sobre el paso (siguiendo algunos motivos) de los
cuentos tradicionales, desde las lejanas cortes europeas a los libros que
hay...
Hace 2 semanas.
3 comentarios:
Programón (pero francamente sin Gastón no es lo mismo)
antes era só um beijinho; agora já é sexo oral.
Así son todos, Víctor: uno ofrece besos y le piden más...
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