Por Daniel Link para Perfil
Cuando el 27 de febrero pasado me declaré en duelo muchos amigos escribieron preocupados. Enterados de las
razones, les pareció que no era para tanto. “Me asusté”, “Pensé
que era algo personal”, dijeron.
La muerte de Julio Strassera, el Fiscal
del Juicio a las Juntas para quien, en aquel momento de verdadera
significación histórica, "A partir de este juicio y de la
condena que propugno, nos cabe la responsabilidad de fundar una paz
basada no en el olvido sino en la memoria; no en la violencia sino en
la justicia. Ésta es nuestra oportunidad: quizá sea la última",
se llevó parte de mí.
Yo tenía por entonces 26 años y,
desde ese momento brillante que viví sólo gracias a la imaginación
política de Raúl Alfonsín (el perdidoso candidato peronista, Ítalo
Luder, había organizado, durante su interinato como presidente en
reemplazo de la Sra. de Perón, el Consejo de Seguridad Interior, uno
de cuyos mandatos era la “aniquilación” del accionar subversivo)
pasaron otros tantos. Siento que con la muerte de Strassera se va
parte de mi vida, mi juventud, ese otro que yo era, los sueños y las
esperanzas que tenía. Los condenados por la investigación llevada a
cabo por Strassera y su equipo en 1985 fueron indultados en 1990 por el peronismo gobernante y en 2004 el presidente Kirchner, en su
discurso ante la ex-ESMA, ignoró el Juicio a las Juntas.
Sumo a esa muerte otra que muchos
juzgarán más banal, pero que también me arrastra un poco hacia la
nada: el mismo día que Strassera murió Leonard Nimoy: el
Sr. Spock, que alimentó mis fantasías infantiles de niño
ensimismado y orejudo y que me mostró el camino hacia formas de
organización de lo viviente para mí desconocidas.
En un mismo día vastas partes de mi
infancia y de mi juventud se volvieron humo negro y quedé abandonado
por esos que espero que vuelvan en mis sueños para salvarme del
horror intolerable del presente, mezcla de vulgaridad y oportunismo.
3 comentarios:
Me encantó, gracias.
me emocionás... vuelven en sueños... fantasmas
Tuve también presente, en estos días, el recuerdo de Alfonsín, a quien tuve oportunidad de verlo, de pequeña, en uno de sus primeros discursos de campaña una noche en Chascomús. Yo estaba asomada, con mis padres, a la ventana de un comité de pueblo lleno de gente. El día en que nos enteramos de su muerte, fue la consciencia de que una época muy distinta, y sus hombres, había quedado definitiva y tristemente atrás.
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