Por Daniel Link para Perfil
Venía acumulando en mis tarjetas de
crédito una deuda muy por encima de mi capacidad de pago. Digamos:
el equivalente a cinco sueldos. Por esa deuda creciente pagué
durante 2015 un 4 % mensual de intereses (digamos: 1/5 de mi sueldo).
Como soy prolijo con mis impuestos,
este mes la AFIP me devolvió, digamos, cuatro sueldos, con lo que
pude liquidar la deuda acumulada, cuyo componente principal era el
malhadado anticipo del 35 % a cuenta del impuesto a las ganancias que
venía adherido a los pasajes aéreos y gastos en el exterior en los
que incurrí por obligaciones laborales (ninguno de los cuales pagué
de mi bolsillo, incapaz de tales desarreglos), el regalo de bodas de
mi hija y un viaje en auto a Uruguay, para pasar el fin de año.
Estoy contento, y no me arrepiento de
los viajes hechos, que me permitieron profundizar contactos
profesionales, conocer ciudades en las que nunca había estado y
ampliar los horizontes de mis investigaciones, y agradezco a las
universidades y organismos internacionales que me pagaron pasajes y
viáticos, pero me da pena haber tirado a la basura tanta plata en
intereses (el equivalente a dos meses de ingresos) que yo no habría
necesitado pagar sino hubiera sido por la ley cerrojo...., me
equivoco: la resolución cepo y que sólo beneficiaron a los bancos.
El ciclo recomenzará en mayo, cuando
empiezo con giras cada vez más odiosas (volverse viejo es volverse
sedentario). Lo único que me quedará pagar es la cuota de un
crédito que me aconsejó sacar mi yerno, para amortizar los saldos
en dólares de las tarjetas de crédito, antes de que el tipo de
cambio los multiplicara exponencialmente.
Veré si esta vez consigo mantener el
presupuesto más o menos equilibrado. La devolución de anticipos de
2013 y 2014, muy devaluados, me permitirán enfrentar estos tiempos
de vacas flacas y, tal vez, cumplir con el postergado sueño de
festejar el carnaval coya en Oruro.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario