lunes, 16 de noviembre de 2009

¡Quién te ha visto y quién te ve!

Ojo, como se dice, al piojo, que el temita de los wormholes es más complicado de lo que parece. Se pierde conciencia espacio-temporal y, además, es un poco adictivo.
En los días pasados he estado investigando varios portales. Como cualquiera podría haber supuesto (menos yo, claro), sólo la hiperespecialización de Raúl Antelo me llevó a creer que todos los portales condujeran a bibliotecas, archivos y universidades.
"¡Los hay para todos los gustos!", me dijo un artesano amigo, Mario Bellatin, cuando le hablé del asunto. Y para probarlo, luego de darme instrucciones precisas sobre el punto de partida, me dio cita en cierto store especializado en tés y cafés del Bajo Manhattan.



Como ya había hecho demasiados "saltos" en muy poco tiempo me dieron nauseas, así que aproveché para comprar unas tisanas reparadoras.



Por supuesto, Mario insistió en que comiéramos en el mejor restaurante del Soho, invitación que aceptamos gozosos de poder disfrutar de su compañía,



antes de su teletransportación inminente a Israel.



Por cierto, desvanecidos Mario y sus habituales fastos (maravillas habló de la casa de Schnabel, a la que no sé si fue invitado o se coló por una ventana espacio-temporal), quedamos totalmente a la merced de nuestro magro presupuesto, que no da para andar comiento thai en cualquier ciudad de los mundos alternativos. Así que volví a usar la ruta antélica para conseguirme una changuita.


Fotos: Sebastián Freire


No hay comentarios.: