Por Daniel Link para Perfil
Cada vez se vuelve más complicado
emprender un viaje largo y armar una valija. Las compañías de
aviación han reducido drásticamente los pesos permitidos.
Me informan desde Europa que allá es
muy difícil conseguir antibióticos para una angina, de modo que
conviene llevarse una caja. Mi médico se resiste a recetarme cosas
“por si acaso”, pero termina firmando la receta bajo advertencia:
“no tomes por tomar”.
Los artículos de tocador son, como
bien se sabe, una amenaza a la seguridad aérea, de modo que
engrosarán los magros 23 kilogramos permitidos en bodega.
Luego están los artefactos
electrónicos: la camarita, el celular, la laptop, el kindle, cada
cosa con su respectivo cable y/o cargador. Como el problema de los
enchufes es insoluble, mi valija incluye siempre una “zapatilla”
(alargue de cinco tomas).
El calzado es siempre un problema y por
más que uno llene de medias los zapatos, de todos modos quitan mucho
espacio. No se puede resolver todo con un solo par, por cierto, si es
que uno tiene previsto ir a ver Tanhäuser en un año
wagneriano.
Y después la ropa: ¿lavaré o no
lavaré? La primera hipótesis sería la más razonable, pero dudo de
mi ánimo doméstico. ¿Cuántos pantalones haran falta? Un saco,
seguro; ¿un impermeable? Las remeras no ocupan demasiado espacio,
pero las camisas, sí.
El equipaje de mano va atiborrado de
cuadernos para escribir, libros para leer, pastillas para tomar
durante el vuelo, mapas y documentación. En Europa los cigarrillos
son carísimos. Compraré en el free-shop, pero debo dejar espacio
suficiente en el equipaje de mano para no parecer un equeco cargado
de mil bártulos.
Una de las grandes decepciones de mi
vida es no haber podido usar nunca la teletransportación.
6 comentarios:
TOTALMENTE!
equeco es una palabra que usaba mi abuelita!
que angustiante... pero nunca digas nunca!
"Una de las grandes decepciones de mi vida es no haber podido usar nunca la teletransportación."
¿Seguro? La teletransportación es siniestra. Te pulverizan en un sitio para reconstruirte en otro. Técnicamente, cuando te pulverizan morís. Tu yo original desaparece, pasás a ser un clon.
Yo sé que no resuelve el problema de fondo, pero en vez de la zapatilla comprate un adaptador universal en el free-shop. Claro que tenés que cargar de a un aparato por vez... pero te ahorras espacio para un zapato.
Ya lo cantaba Charly...
“Adoro la teletransportación...
Fax U!“
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