"Hoy, al despertar, me vino a la cabeza una imagen olvidada, cierta, verdadera, hasta en sus mínimos aspectos. Sabe Dios por qué azar del destino entro a un restaurante chino en la ciudad de lima y veo al fondo del salón a j. l., sentada delante de un banquete oriental con un muerto al lado de su mesa.
En efecto, mientras disfrutaba de su deliciosa comida -se trataba de un restaurante con un menú impresionante- había un hombre acostado, cuan largo era, sobre el piso. Me acerco a saludar. Tanto j. como yo nos sorprendemos por coincidir en aquella ciudad, en ese restaurante, y por hacerlo justo cuando se encuentra presente un cadáver a su costado. J., que está rodeada por una serie de filósofos peruanos, me aclara que el cuerpo pertenece a un amigo del grupo, quien se comenzó a indisponer luego de probar la sopa de aleta de tiburón. Me invita a sentarme, me aclara que cuentan con una silla libre.
En ese momento irrumpen en el salón un par de camilleros, levantan al muerto y lo sacan del lugar. J. L. y sus amigos continúan con el banquete. Yo opto por retirarme. Desde entonces nunca más he vuelto a visitar aquella ciudad.
M."
Las tres gracias
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Mientras preparo un taller sobre el paso (siguiendo algunos motivos) de los
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Hace 2 semanas.
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