por Peter Sloterdijk
1. El terror acompaña a las sociedades modernas desde hace mucho, pero recién tras el 11 de septiembre se convirtió de súbito en una presencia excluyente en la conciencia de las poblaciones que están en contacto con los medios. Lo más importante que hay que saber sobre el terrorismo es que de ningún modo representa éste un invento de los años ‘80 o ‘90 del siglo pasado. Pasando por alto los preludios anarco-nihilistas del siglo XIX, se puede datar de modo muy preciso, con día y hora, el ingreso del terrorismo en la escena política mundial. El punto crítico epocal es el 22 de abril de 1915, cuando hacia las 6 de la tarde, en el flanco norte de Ypres, un batallón alemán equipado con gases, –el primero en su tipo,– lanzó un ataque con cloro contra las posiciones francesas. Las semanas anteriores, sin que lo advirtiera el enemigo, soldados alemanes habían diseminado 5700 botellas de gas en las trincheras de ese sector, y desde entonces sólo esperaban las condiciones meteorológicas adecuadas. Cuando por fin el viento fue propicio, se dio la orden para la apertura de los recipientes. Se liberaron así más de 150 toneladas de cloro, y una nube de 6 km de ancho, con un espesor de entre 600 y 900 m, comenzó a deslizarse hacia el frente francés a una velocidad de dos metros por segundo.
Queda como problema nunca resuelto de la historia militar si hay que computar los muertos de ese día en miles o “sólo” en pocas docenas, lo que sí queda claro es que ése fue el día y la hora del nacimiento del terrorismo moderno. Aun cuando la cultura conmemorativa actual no dé señales de poder apreciar como es debido este antecedente, el 22 de abril de 1915 es una fecha central de la historia universal reciente. En el año 1915 se introdujo el terrorismo como elemento de la guerra estatal convencional, y desde entonces nunca dejó de tener un rol central en la conducción de la guerra por parte de los Estados.
El terrorismo de bandas o de sectas, con motivaciones ideológicas o religiosas respectivamente, ha sido por el contrario y desde siempre un fenómeno más vale marginal, por más que se encuentre hoy en día de modo desmesurado en el centro de la atención. El terrorismo es un método de lucha, no un grupo de personas. Es por ello que la omnipresente fórmula política actual de “Guerra contra el Terrorismo” es una expresión sin sentido. Contra un método no se puede luchar, a lo sumo será posible tomar recaudos para que no pueda ser llevado a la práctica. Ha llegado el momento de abandonar la engañosa semántica de la guerra y volver a la única lengua adecuada de un combate contra el crimen, en un nivel amplio y abarcativo.
La conferencia completa, acá.
2. -¿Qué es para usted el terrorismo? ¿Cuál sería el camino para acabar con él, si es que se puede?
-El terrorismo es una forma de cultura del entretenimiento. Los terroristas son entretenedores armados, que interpretan nuestro sistema de medios de comunicación. Lo único que se podría hacer contra el terrorismo es ignorarlo. Piense usted por qué no lo podemos ignorar. La respuesta es porque el sistema mediático es un cómplice del terrorismo. El sistema mediático apoya la fascinación por el terrorismo. Esto se remonta ya a lo mágico; y a la atracción de que se hablaba en el Renacimiento, el «encantar» y «des-encantar» (zaubern y ent-zaubern, en alemán). Ya se lo plantearon entonces. Pero el sistema mediático no quiere una liberación. Organiza competiciones de fascinación. Los medios llaman a la policía, y en esa misma medida, recompensan a los terroristas. El alma no distingue el dinero, o el capital, no ha oído hablar de esas palabras. El medio de pago del alma es la atención.
La entrevista completa, acá.
Las tres gracias
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Hace 2 semanas.
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