martes, 22 de agosto de 2006

Mujeres argentinas

"Yo sabía que me iba a estar esperando en alguna parte", dijo mi mamá refiriéndose a la gatita Mía (a su espíritu, a su reencarnación, lo que se quiera). El sábado, después de recorrer oficinas, criaderos, ongs, patronatos y albergues transitorios para gatos abandonados, encontramos la versión sweet de la asesinada. Al menos, así se la veía, pero como se trata de una gata rayada no hay que descartar que su dulzura fuera una treta para antes escapar de la jaula en la que la tenían confinada en una veterinaria de Cabildo al 1500, barrio al que llegamos con la lógica aprensión que los francotiradores nos provocan.
Llevamos a la nueva gata a su casa nueva, y seguimos al pie de la letra el folleto de psicología felina que nos habían entregado. Por supuesto, Liza, la hermana gemela de Cartulina, no vio con buenos ojos la invasión de los que ella, seguramente, consideraba ya territorios propios, en su fantasía imposible de sostener de hembra alfa (es una gata todavía más tarada que su hermana y su semblante marcadamente ojijunto profundiza todavía más su aspecto de gata de poco carácter).
Gruñó un poco, como para cumplir protocolarmente con el papel de defensora del propio territorio que se veía obligada a desempeñar en nuestra presencia, pero a la media hora era evidente que sólo se acercaba a la gata nueva sólo por su curiosidad y su espíritu lúdico.
48 hs. después, nos enteramos por una comunicación telefónica, los papeles ya se han invertido y es ahora la nueva gata quien le gruñe a Liza, que en pocas horas más será ya seguramente su incondicional esclava.
A la nueva, propuse denominarla Susti, por Sustituta y por la cara de "no me pegueis" que la muy artera supo poner para conquistar nuestros corazones. Pero mi mamá duda y sigue enredada en un vértigo de acrósticos que van a terminar mareándola.
Mil personas estaban buscando reemplazo para Mía (en una época del año en la que es difícil encontrar gatitos jóvenes), pero fui yo, hijo ejemplar, quien devolvió la alegría al corazón de su madre.

1 comentario:

F. dijo...

No me gusta "susti".